El primer álbum de Maison Bélier, Las cosas del querer, es una mezcla bien cocinada, donde convive el talento compositivo y la voz de Elsa Formisano (Lil Mama) y las bases de Juanlu Leprevost (Calima, Ojos de Brujo). Lírica y arreglos que van de la mano hacia una conjunción multilingüe de rumba, bolero y canción de autor con un aderezo ligero de electrónica.
Qué: Disco (Ventilador)
Las cosas del querer, el primer disco de Maison Bélier, música portuaria, de vino en jarra y cigarrillo liado, con cuartel general en la Barcelona soñada por los padres fundadores de la rumba y la psicodelia layetana. En francés, portugués catalán o español, todas las lenguas son bellas si, como en un bolero, cantan al amor.
Desde el icónico papel pintado que se asoma en la portada, todo nos remite a una época donde el mundo era una fiesta: que esté Juanlu Leprevost, uno de los productores del proyecto Ojos de Brujo, nos da pistas para reconocer los parámetros por dónde irá la sesión; la dinastía de Pau Riba que cristalizó en Pastora, el susurro preolímpico del barrio de El Raval, las brujas que echaban cartas a los marineros o esa manera de mezclar el ventilador con la electrónica.
Sampleos de las guitarras del Pescadilla o las palmas del Tío Toni, casetes grabados de Manu Chao, Lisboa y el puerto de Marsella donde Les Négresses Vertes tocaban sobre las embarcaciones de los pescadores. Elsa Formisano aporta una voz de registro generoso, capaz de masticar cuidados textos en mitad de la pasión rumbera o regalarnos minimalismo poético acercándose al hip hop sostenido por metales.
Canciones como Señales, con sus metales a lo Fania All-Stars o la mirada hacia el sur más puro, de blanco Albaicín en Ojos negros, con fraseo de la escuela Mala Rodríguez incluido, son temas que emocionarán por igual al amante de Peret, Mo’ Horizons o la Rosalía de Malamente. Saxofones lustrosos, ritmos para todas las horas, bebidas de todas las graduaciones y un exotismo de autor que nos lleva de la mano, canción por canción.
