Confirmada como una de las propuestas más consolidadas dentro de la estirpe bedroom pop, la bilbaína Yarea se estrena en largo con Lombardía 22, un álbum que recoge todo lo aprendido a lo largo de estos dos últimos años.
Qué: Disco (The Music Republic)
Los venticinco minutos que dura este trabajo son más que suficientes para captar todos los ángulos sobre los que Yarea construye su personalidad musical. Bajo su rostro de facciones caleidoscópicas, la talentosa joven deja clara su amplitud de miras en la tres primeras canciones de Lombardía 22. Rastos de pop acústico, parámetros neopostpunk minimal y deje de música urbana arrecian en esta terna inicial de cortes, en los que la línea común es el pronunciado intimismo expresado por su marcada dicción vocal neutra.
La comunión entre sonidos acústicos artesanales y complejas bases de producción digital, de apariencia sencilla y esquelética, definen los patrones de comportamientos instrumental en cortes como Debajo de la mesa. El aura evocadora sobrevuela tanto en este como en el resto del álbum, con Las esquinas como ejemplo más representativo de este conjunto de canciones marcadas por la incertidumbre provocada por la doble cara del amor/desamor.
A partir de esta dinámica, Yarea, que también se atreve con ¡un tango! maravilloso, se reivindica como una de esas voces abiertas a trascender a partir de revelar sentimientos de alcoba, lo cual consigue a través de la empatía de las distancias cortas. Canciones donde verse reflejado resulta tan fácil como atisbar la prometedora carrera que le espera a esta artista, cuyo verdadero punto de partida arranca en este trabajo.
Por todo esto, Lombardía 22 impone sus leyes mediante una fórmula conocida, pero cuyo gran valor reside en la personalidad imponente y embriagadora de Yarea.