Tras haber publicado uno de los mejores discos de 2019, Hijos del Trueno retornan tres años después con un EP que ratifica su posición en lo más alto de la desfachatez rumbera. Puro jolgorio concentrado en un póquer de canciones que apelan a las raíces de lo popular con verbigracia mediterránea.
Qué: EP (El Volcán)
Nada más escuchar un himno tabernario de rumba desgarbada como el arranque de este EP, uno se da cuenta de que algo así sólo puede ser obra de esta formación post-Tarántula. Obra maestra para la cual condensan toda su alegría flamenca entre brotes de pasión arrabalera. Todo esto o más sucede en Como el granizo, aunque ninguna de las otras tres joyas aquí recogidas le van a la zaga. Ni mucho menos.
No en vano, Me enamoré de un ciborg ya enamora desde su título, tan deudor de la gracia a lo Kiko Veneno. En este corte, los caminos que nos llevan hasta los primeros Coyotes son directos y hermosos. Humor y alegría, como aquella que el gran Víctor Abundancia pregonaba en su primer LP. La cadena de parecidos con el gallego se palpa en todo momento, como en los aires de exótica con los que impregnan de originalidad frugal la rumba de Consume y muere. Otra demostración del estilo único, fuera de renglón, adoptado por un Víctor Leone tan habitualmente inspirado. Eso mismo sucede en la tan crítica Milonga de la basura, ideal para iniciar la cabecera del telediario de mediodía.
Y así, entre golpes de genio y bacanales rumberas preñadas de un humor hermanado con el de los cómics de Carlos Giménez. Estampas vitales con desagüe incorporado para esa basura que espantan entre celebraciones tan libres y apasionadas como las aquí recogidas.