Había muchas muchas ganas de poder escuchar el primer larga duración de la banda maña Mediapunta. Pop de facturación planetaria en modo efervescente, en el que también juega a ser el meridiano perfecto entre Carolina Durante y El Niño Gusano.
Qué: Disco (Sonido Muchacho)
Diez canciones, veintiséis minutos. Pura energía pop de aura altovoltaica, con la que Mediapunta asesta un golpe de autoridad dentro del circuito musical español. Y lo hace por medio de una claridad de ideas desbordante. O cómo retorcer una fórmula hasta en una decena de ocasiones sin llegar a repetirse.
Y eso lo consigue sin necesidad de quebrar sus códigos identitarios, sin tener que buscar formas diferentes de actuación. Lo de la banda zaragozana es exaltación sin medias tintas de la ortodoxia pop que ha mamado desde que comenzó a soñar con ser una de las formaciones más personales de la ronda pop que vivimos en la actualidad.
Eso no quita para que, aparte de disparos de rasgos tan afines con su pulsión face to face como las fabulosas Mañaneo o Extraterrestres, nos encontremos con los rodamientos disco de Nueva escena musical, donde incluso se atreve a integrar ondas synth de sabor Tomita.
En todo momento, la energía fluye con ansia devoradora. Así ocurre en el descomunal empuje neopostpunk de Actuación urgente, pero también en la poética algoriana aplicada por el sobrino del siempre añorado Sergio Algora.
La gasolina de la inspiración no decae en ningún momento de tan fibroso encadenado pop, armado entre la urgencia del impacto frontal y la ingenuidad naif de la fantasía con la que se tejen sueños animados como las mágicas Camiones por el Dakar y El Candy vive.
Esta última no deja de ser una prueba irrefutable de su parentesco estilísitico con El Niño Gusano. Con quien también comparte su virtud para alcanzar la atemporalidad del acto de fe pop. Y a buena fe se ha conseguido en tan inspirado álbum.
