La murciana Lidia Damunt retorna con una nueva inflexión de altura dentro de sus parámetros creativos. Personalidad en estado puro encauzada en uno de los resultados más sobresalientes de su sembrada carrera.
Qué: Disco (La Castanya)
Autora de algunos de los tesoros indie más infravalorados de estas dos últimas décadas, Lidia Damunt nos regala una nueva muestra de sus poderes a la hora de retorcer los cánones pop en canciones estranguladas por la idiosincrasia libérrima de un ser incapaz de seguir las líneas comunes de actuación.
El don de lo inaudito, que luego le permite enfilar los mecanismos internos de sus composiciones en estribillos que son pura intensidad, como en Olvídate de mí o en La pregunta. Esta última, incluso, muestra gráciles detalles soft-rock enmascarados dentro de la plantilla estilística armada por una artista que se muestra tan inspirada como en ella es habitual, aunque en esta ocasión a través de su colección de canciones más directas hasta la fecha.
Guitarra eléctrica y voz son las dos ruedas de la bicicleta musical que le sirve como eje central de un surtido de canciones sublimes, donde ironía y contexto pospandémico revierten en gemas líricas siempre buscando el contraste entre calma y tempestad pop.
La misma para la que ha contado con el productor Sergio Pérez, que ayuda en la concreción de un sonido donde el detalle cobra mayor magnitud por medio de la electricidad malsana que suenan desde el contraplano de Cuenta los latidos, o en la magnética atmósfera synth Talking Head que sobrevuela la fantástica Todo el oro.
También desde la fantasmagoría barroca que se esconde en las sombras de la sublime Ex, tema titular de un trabajo compuesto de una decena de canciones majestuosas, vivas hasta la médula, que confirman (una vez más) a Lidia como uno de los tesoros más imprescindibles que nos ha brindado el pop español en este siglo.