Se ha hecho esperar pero por fin tenemos entre nosotros el primer LP de Natalia Lacunza. Casi cuatro años que han servido para el continuo aprendizaje plasmado en el exquisito mood bedroom pop de los doce temas que integran Tiene que ser para mí.
Qué: Disco (Sonido Muchacho)
Si hay algo que refleja el primer álbum de Natalia Lacunza a la primera escucha es ambición. Dicha sensación queda plenamente justificada en la meticulosa producción digi-soul articulada en Tiene que ser para mí, tema con el que arranca y que da título al LP.
Tal enfoque quirúrgico de las entrañas instrumentales del beat y la textura acústica se extiende a todo un cancionero que, ante todo, suena a demostración personal. Una en la que Lacunza ha tomado la esencia bedroom pop y la ha tapizado con vigorosas capas de aquello que el crítico Simon Reynolds definió como «súper pop». O lo que es lo mismo, no escatimar ningún tipo de solución por alcanzar la perfección a través de una exposición exuberante, vigorosa, de la producción musical.
En este caso, lo ha logrado por medio de cortes en los que la materia digital y el detalle acústico se conjugan en sabrosas demostraciones de personalidad a prueba de bombas. Cortes como Muchas cosas o Mi sitio, que también sirven como flotador para una Natalia que expone sus miedos y dudas existenciales sin ningún tipo de pudor.
En el guion de la experiencia vital recorrida por la nacida en Pamplona desde que arrancó su progresivo salto al estrellato, bulle la necesidad de mostrar las interioridades de un diario cuyo giro final está adscrito a una realidad por encima de todos, talento a raudales para convencerse a sí misma del monolito pop en el que se ha convertido. Ahora mismo, uno esencial por estos lares.