La Helen, un descubrimiento de minimalismo poético, de estilos variados, atrevimiento a base de guitarra y voz, del fino polvillo que se eleva al abrir un libro o colocar la aguja sobre el surco de la vida.
Qué: EP (Independiente)
Una sola guitarra, una voz y la poesía española, la del canon, la que arriesga de verdad. La Helen mezcla rumba y Pedro Salinas, eso es Amor caído, que es un tobogán rítmico que recuerda que todavía se puede soñar y bailar a la vez. Un ukelele, usado con la prudencia que se ha ido perdiendo con el tiempo, algo de batalla perdida en el amor, La Helen se atreve a dar palmas para que la tristeza mueva un poquito los pies.
Una generación que bebe de ayer (Vainica Doble o Nina Simone) y de hoy (Silvia Pérez Cruz y La Bien Querida) y también, claro, de mañana, (Guitarricadelafuente y Rocío Márquez) y lo hace sin miedo, porque el miedo ya nos llegará otra vez en algún momento. La inmensa Mi señor habla sola, como un mordisco de sangre y terruño, contrabajo y percusión ligera, guitarra criolla y la poesía de Dámaso Alonso.
Son palabras mayores y hacerlo con el gusto que tiene La Helen devuelven la emoción a la noche y las ganas de despertar al día. Una propuesta que surge de la lírica y el minimalismo, que amamanta a las fieras que escancia los vinagres sobre las teclas de los pianos desafinados.
Son cinco temas, un EP con polvo del vinilo haciendo hervir el final del corazón, ahí donde escondemos las ganas de fiesta junto a las legañas que se niegan a dejarse arrastrar por el agua fría con el que nos condena la vida. Hablamos de jazz y de rumba, de ritmos latinos –escuchen Clemencia e intenten quedarse quietos–, de banqueta y micro de cantautor, de círculos sin vicio. Descubran su pequeño mundo y se les hará grande dentro.
