Presentado dentro de la selección oficial del Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias (FICCI) 2022, el documental Pablus Gallinazo es un retrato amoroso de la vida y la obra del cantautor rebelde de Colombia.
Qué: Película (estreno en Colombia)
Una camioneta desciende por un camino destapado repleto de gallinazos, de fondo se escucha un fragmento de la grabación original de La gente de la gran ciudad, una canción con la que Pablus Gallinazo (Piedecuesta, 1942) acaba de hacer llorar al cantautor y coterráneo Edson Velandia con versos como «En la quebrada en que el abuelo hizo un bambuco baladí, hoy se remoja el pie cansado y hace su canto su fusil. Al fondo de la selva oscura alcanza a verse la ciudad y el camino pavimentado por donde todos volverán».
El gallinazo es un ave de rapiña que planea sobre el continente americano desde el sur de los Estados Unidos hasta el norte de Chile y Argentina. En lugar de optar por el cóndor, de la misma naturaleza carroñera pero esbelto, enorme y símbolo nacional, el cantautor colombiano Gonzalo Navas Cadena escogió al gallinazo, feúcho y poco vistoso, como su apellido artístico, que sumó al nombre de Pablus, para firmar uno de los cancioneros más rebeldes, amorosos e implacables de la canción popular de Colombia en los años 70, una década en donde los dos partidos políticos tradicionales, Liberal y Conservador, se quedaron con el poder mediante un acuerdo que le cerró todas las vías democráticas a cualquier partido alternativo, acentuando la crisis y el descontento social.
Cinco décadas después de que grabara su canción más popular, Una flor para mascar con versos inmarcesibles como: «Por eso salgo siempre a caminar, en busca de una flor para mascar, pensando que a la vuelta de la tarde, el trabajo con que sueño ya es verdad», Gallinazo, casi retirado, con un pie en el campo en el municipio de Lebrija y otro en la urbe en la ciudad de Bucaramanga, y enclaustrado por la pandemia de la Covid-19, le abrió las puertas de su casa al director Alberto Gómez Peña y al productor Dago García para dejarse retratar en la cotidianidad de sus días y recordar el origen y la impronta de su cancionero. Para ello atestiguan conversaciones íntimas del autor con familiares como su compañera y artista Tita Pulido, su hijo Eneas Navas, las cantoras Adriana Lizcano y Edson Velandia, y el compositor y arreglista Adolfo Hernández, quien interviene con el propósito de grabar una nueva versión del himno desesperado de los desempleados.
Con imágenes de algunas de las multitudinarias movilizaciones sociales de los últimos cuatro años en Colombia en contra de la desigualdad, y la represión policial como telón de fondo, así como material de archivo con entrevistas de los años 90 y sesiones de ensayo de la remozada versión de Una flor para mascar con la participación de Andrea Echeverri y el guitarrista Juan Pablo Villamizar, Gallinazo y amigos cantan y conversan sobre su pasado amargo, su presente luminoso y una obra que reúne cinco álbumes y canciones como Mula revolucionaria, Una ciudad llamada Pablus, Sol en el andén, Cinco balas, Claro canta Clarita, Tengo treinta años, Hay un niño en la calle y un diamante en un baile, Mi pequeño Larousse y Ni flores ni peces, entre otras. Cantinelas poderosas que, como entonces, reflejan con belleza, ironía y languidez la desazón de los tiempos que corrían y aún corren en una nación que todavía no se inmuta ante el dolor de los excluidos y justamente por eso siguen labrando la ilusión de tiempos mejores.