La incontinencia compositiva del chileno Diego Lorenzini entrega en su cuarto disco más de veinte canciones en las que se nos recuerda que la vida no es un hit de radio, sino más bien una colección de sensaciones, de imágenes cotidianas, de eso que nos contó una amiga caminando por la calle.
Qué: Disco (Uva Robot)
Veinticuatro canciones para un disco no son pocas. Más en tiempos como este, en el que la industria está obsesionada con los singles y ha dejado a los LP en el cajón, juntando polvo mientras cada canción espera con su propia tapa su turno para brillar. Pero eso a Diego Lorenzini no le importa. O si le importa, elige confrontarlo desde la forma y el contenido y entrega esta veintena de canciones en las que las anécdotas cotidianas, las referencias pop y su característico sonido acústico sirve como disfraz para hablar de filosofía, política y amor; de lo importante y lo absurdo de la vida.
«Hiciste caso a todos y lo que resultó siguiendo sus consejos, a nadie le gustó. ¿No quieres que te diga mi humilde opinión? De una vez por todas aprende la lección y haz la hueá que querai», canta el talquino en Un día de estos –tema 7– y resume de alguna manera el espíritu crítico e incisivo de su nuevo trabajo, el cuarto de su carrera. Y no es casualidad que esta canción sea quizá la más sencilla musicalmente; unos pocos acordes en el ukelele y una melodía muy amistosa aconsejan seguir el instinto propio y responder cada cual a su verdad. Una recomendación genuina que no deja lugar a enrosques y de la que el mismo compositor bebe como recordatorio para no olvidarse de su motor, su modo de hacer las cosas, su hambre.
Como ya es costumbre en sus canciones, Diego Lorenzini recurre a frases populares para dar vida a reflexiones sobre la poesía que esconde lo cotidiano. Lejos de la solemnidad, el encare es más bien con ironía y humor, con esa sensibilidad tan particular (muy atravesada también por lo intelectual) que es parte del sello del compositor y que lo sitúa con gracia, sentido y expansión en su lugar de origen. TKM CTM, Para la patada y el combo y Pelado el chancho son ejemplos de la inspiración que toma del lugar donde nació, su gente y sus problemas. También está Como un guiri en Barcelona, canción que hace una caricatura de su situación actual (que es la de un extranjero en la Ciudad Condal) y la aborda con aires de rumba y un videoclip en el que Lorenzini realiza una performance que homenajea a Peret, cantautor y guitarrista de origen gitano, considerado el Rey de la Rumba Catalana.
Palabritas y palabrotas es Diego Lorenzini siendo Diego Lorenzini. Es una especie de álbum de grandes éxitos, pero con canciones inéditas. Sus mejores atributos conviven aquí: esa experimentación delicada y exquisita de canciones como Fake News o All-Time favorite y la simpleza pop, la alegría nostálgica, de Poesía conspirativa (que tiene, además, esos arreglos de viento que aparecen de repente en algunos temas y hacen brillar todo).
Hay sustancia y no es dramática, lo que ayuda a que las canciones transcurran con naturalidad de la mano de un sonido orgánico y personal que el músico ya tiene atado. Las letras –claras y verborrágicas– quedan como ideas flotando: «Esta rabia es por amor, estoy seguro. No hagamos de este amor otro bien de consumo», «Si todos son fachos, entonces nadie lo es. Cuidado con eso, porque hay gente que sí lo es», «Nada más que amor tengo para ti. Cuídalo».
La incontinencia compositiva de Lorenzini nos recuerda que la vida no es un hit de radio, sino más bien una colección de sensaciones, de imágenes cotidianas, de eso que nos contó una amiga caminando por la calle.