Bucear en ese gran desconocido que es el pop portugués nos puede conducir a propuestas tan interesantes como la de A Garota Não, que este año ha publicado uno de esos discos que nunca deberían pasar desapercibidos.
Qué: Disco (Independiente)
Que Portugal ha sido siempre un ente cultural demarcado dentro de una barrera invisible con España es un hecho que, poco a poco, comienza a cambiar a través de la vía gallega. Sin embargo, el carrusel de matices que nos ofrece el mercado portugués está repleto de aristas, que van del pop hipnagógico de Beautify Junkyards al cinemascope pop de Cassete Pirata. Sin embargo, hoy no toca hablar de ninguna de estas dos grandes formaciones, sino de 2 de abril, nuevo álbum de Cátia Mazari Oliveira, más conocida como de A Garota Não.
Para la ocasión, nos topamos con nada menos que setenta y cuatro minutos de oro puro, encapsulados en veinte píldoras donde la obnubilante atmósfera generada en torno a su penetrante voz y a la fisión entre raíces folk y gran angular pop nos lleva a pequeños milagros como Prédio mais alto, publicada como uno de los singles de presentación de tan rutilante excursión hasta los resortes de la inspiración.
Dentro de este tic-tac milimétrico, todo fluye dentro de una composición que nos puede llegar a recordar a la versión portuguesa de Le Mans en Cançao sem final o a la ingravidez barroca patentada por la incomparable Julia Holter en Dilúvio o de, en general, transportarnos a un número interesante de paralelismos con lo que Maria Arnal i Marcel Bagés nos están ofreciendo desde hace algunos años.
Pero hay más, tanto como las diferentes inflexiones que vertebran tan excitante viaje a través de un discurso sonoro donde todo parece haber sido hechizado bajo las palabras mágicas que emanan de la boca de una Catia enorme, siempre repleta de soluciones para proporcionarnos de los más deliciosos juguetes pop.