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jueves 21 de noviembre de 2024
Mogue

Parcialmente nublado

Mogue

La incertidumbre y la desesperanza que respiran las nueve canciones del primer larga duración del argentino Mogue se contrarrestan con una atmósfera de pop rioplatense estimulante y luminoso. Un disco para vivir la tristeza con baile y humor, bien lejos de la solemnidad.

Qué: Disco (Independiente)

El perfume que dejan las canciones de Mogue es fresco y liviano, a pesar de la tristeza. O tal vez gracias a ella, a querer sacársela de encima, exorcizarla con una cuota de humor y foco en los pequeños patetismos de la vida, esas anécdotas un poco tristes y un poco graciosas que contamos a nuestros amigos con una mueca extraña.

En nueve canciones producidas junto a Juan Stewart, el ex integrante de Julio y Agosto (una de las bandas insigne del circuito indie acústico de Buenos Aires, separada el año pasado tras casi quince años de trayectoria) comparte su estado de ánimo y refleja con melancólicos versos pop-folk el sentir de una época y una generación. La incertidumbre y la desesperanza están en el aire y la respiramos todos los días junto con el esmog y el olor a basura, pero de alguna manera seguimos encontrando estrategias para seguir ilusionados.

«Bailen, bailen, si no estamos perdidos», dijo alguna vez Pina Bausch. Y si bien Parcialmente nublado –el primer LP de Mogue– no es en estricto rigor un disco que encontraríamos en la batea de música bailable, la invitación que hace el compositor tiene esa intención: la posibilidad del baile en una historia no-tan-feliz, la energía y poder del baile en un mundo que tira y tira para atrás. Aquí la canción de autor se combina de manera natural con elementos del género urbano –como el uso del autotune, las melodías rápidas y arrastradas o la clave simil reggeaton–, y todo se envuelve en una atmósfera de pop rioplatense que exuda una nostalgia que resulta estimulante.

Canciones como Algo en tu pelo (en colaboración con la música y actriz Vero Gerez), Bailando tristes (en colaboración con Anabella Cartolano, de Las Ligas Menores) o Un misterio, con sus melodías ligeras y sus imágenes cotidianas, son un reflejo de la búsqueda estética de Mogue, donde la observación y reflexión es profunda pero no solemne, donde no hay conclusión pero sí una sensación suspensiva que es triste, pero a la vez no lo es tanto.

Entre sentires pandémicos y otros males constantes que simplemente se acrecentaron con el encierro y el aire de pánico social y enfermedad, Mogue descubre su propio camino y lo plasma en un diálogo delicado entre guitarras, pianos, bongós, sintetizadores, programaciones, bombos legüeros y suaves voces que divagan en una búsqueda –poco exitosa– de certezas.

Nada, nada, canción con la que se da inicio al disco, expresa el sentido del mismo. «Nada, nada. Otro día y nada. Me desperté cansado otra vez. Hace cuánto tiempo estoy cayendo, ya ni sé. Hoy tampoco mejoré», canta en una propuesta de pop localista, una especie de neo saudade argenta, que remite tanto a Atahualpa Yupanqui como a Diosque y que resume tan bien esa contradicción que empapa la placa, eso que se siente como andar descalzo en el medio de Buenos Aires, del quilombo, de la indiferencia.

«La certeza, una cosa muerta», dice Louise Glück en un poema. Resulta paradójico que nos dé vida, que su búsqueda nos regale canciones para movernos suave.

Mogue Parcialmente nublado

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