La indefinible artista limeña La Zorra Zapata amplía y enriquece la paleta sonora de su debut en un segundo álbum que corrobora todo lo insinuado previamente y confirma su lugar entre las nuevas fuerzas creativas del indie latinoamericano.
Qué: Disco (A Tutiplén)
El espectáculo que sirvió para presentar en sociedad el segundo álbum de La Zorra Zapata, realizado en el barrio limeño de Barranco, estuvo impregnado de una entrañable atmósfera de celebración comunitaria. Como ocurre en el disco, entre las artistas invitadas que desfilaron por el escenario –todas mujeres– estuvieron algunas de las voces esenciales de la nueva escena local, como la cantautora La Lá o Gala Brie, exvocalista de la influyente agrupación Las Amigas de Nadie y hoy solista, quienes lograron trasladar con éxito al directo todas las sensaciones que deja cualquier aproximación a los luminosos Acantilados fraguados por la también artista plástica Nuria Zapata en su segundo trabajo para el sello A Tutiplén (ya convertido en el hogar de los actos más interesantes de la escena independiente peruana contemporánea).
Este es un disco que se sostiene en el eclecticismo de sus exploraciones sonoras –desde el panalivio afroperuano en Sigo dormida hasta la irresistible exuberancia pop de Acantilados, canción en la que participa el ecuatoriano Mauro Samaniego; o los inquietantes efectos, beats y texturas de Un golpe del alba–, pero que vuelve a transmitir toda la urgencia, la tensión y la energía intrínsecamente femeninas que hicieron del sorpresivo debut de La Zorra Zapata, editado en 2020, una de las más gratas revelaciones del último lustro en el pop independiente de la región. Acantilados, no obstante, va un paso más allá. Es un álbum que impacta por su vocación expansiva y su delicada versatilidad. Otro de los grandes lanzamientos del año.