Bienvenido el fuego sagrado de Los Mejillones Tigre: protopunk cumbiero que nos saca de la zona de confort. Chicha para la bailanta. Y para el disfrute.
Qué: Disco (Boomerang Discos)
Con Los Mejillones Tigre salimos del espacio de confort. Nos levantamos de la banqueta y nos acercamos a la pista. Pero no hay Albión ni sampleados de funk, estamos en el planeta volcán, en el satélite cumbia. Allí donde se produce la convergencia del panteón Plastilina Mosh y Dr. Alderete. Descendemos hacia nuestras más bajas pasiones en busca del calor del remolino de la pollera colorá.
El timbre de la puerta sabe a ayahuasca y mota, el humo es Patrullero Mancuso, Sunday Güajira para los vinilos de los demás, donde mejor se marcan las vetas. Veníamos de la candela y del mejillón, venimos de Wacho y Flash Amazonas. Dale candela con Joe Bataan hablándote al oído, susurrándote, fulano. Algo del vitalismo protopunk, macarrismo de los Sea monkeys irradiados por El Cuarteto de Nos.
Calor de una tarde donde se confunden los focos y los platos, la ceniza es nutritiva y la locomotora borracha de la tarántula se acerca con rapidez hacia nosotros. Panderetas ye-yé, éramos tan felices cuando Fernando Arbex traía combustible para la turbina al estudio de los Jabato y derivados. Sonido satanás y Dick el Demasiado grabando el eco de las erupciones en Lanzarote.
Con eso enamoramos al Chico-Trópico. La casa de la diversión, la casa de la risa, Los Mejillones Tigre, con esos bajos y esas percusiones de 40 grados (o más) uno no sabe si son los Stone Roses o Peret con la banda haciendo Chaví, un demonio rojo y un santo azul, porque «La cumbia es el nuevo punk», vamos de ácido o de chicha, da igual: un embajador español bajo un volcán mientras cuento La fábula del promotor y el trovador: ¿Os he hablado de cómo arden los campos de fresas? Un candidato a disco del año y solo estamos en enero.