Hasta seis años hemos tenido que esperar por nuevas pruebas de vida discográfica por parte de Tigres Leones, que para la ocasión se han juntado con una extensa nómina de aliados y amigos. Así dan luz a su trabajo más rutilante hasta la fecha.
Qué: Disco (Sonido Muchacho)
Nueve canciones, nueve dardos a la diana. Con esta disposición es como ha sido concebido este trabajo, por el que desfilan figuras del actual estamento indie pop español como Caliza, Estrella Fugaz, Marta Movidas, Tulsa, Marcelo Criminal. Medalla y Andrea Buenavista.
Desde luego, la ronda de colaboradores impresiona. El resultado de cada uno de los matrimonios musicales también lo hace. Ya sea desde la melancólica versión de unos The Wedding Present ochenteros que se marcan en Proserpina junto a Marta Movidas o en el pop radiante gestado en A banda con Tulsa, las cuatro esquinas de este álbum respiran inspiración captada al momento.
Energía vitalista por la que se avistan ecos de lo mejor que nos ha dado el pop más imaginativo en España. El mismo que siempre ha colindado con los significantes power pop y la ortodoxia ochentera, pero que en realidad siempre apunta hacia el gesto fantasioso. Así sucede en su asociación con Medalla en Todos los santos, en la que Tigres Leones se imbuyen en abstracción sinte de aura fronteriza, antes de explotar el estribillo en una tonada de tintes cercanos a la épica Flaming Lips.
Ejemplos como este último responde a la idea del «todo vale» que palpita en el libro de estilo confeccionado por un grupo que, luego, también es capaz de arrimarse a las matemáticas atonales de Pixies en Los cerezos, los almendros. Todo un crisol de ideas, giros y variables que han encapsulado en ejercicios tan saludables como Creo que empiezo a ver la luz, en la que se marcan un fogonazo de épica vibrante, altamente sugestiva, a través de un colchón de sintes lanzados al híper espacio.
Y es que este no es un disco más. En realidad, se trata de un testamento en vida que requiere continuación, pero no seis años más de espera. Por favor.