Se ha hecho esperar, pero ha merecido la pena. Tres años después de haber arrancado la cadena de singles de adelanto con la memorable Perdiendo amores, ha llegado el momento de abrazar la religión Queidem con éste, su primer LP.
Qué: Disco (Raso Estudio)
No es ningún secreto que sencillos como Niebla y Hay fantasmas son dos de las muestras más apabullantes de genio que nos ha ofrecido la música española en estos últimos tiempos. El pop torturado facturado por este talento valenciano afincado en Madrid, ya comenzaba a despertar la expectación de lo que debía ser su puesta de largo.
En este caso, plasmada en Evitaremos todo mal, bacanal de sensaciones guardadas bajo llave, que explosionan en un caudal de genialidades adheridas a una línea fantasma que recorre la pausa hipnótica de Thom Yorke, la versión primeriza de James Blake y la exuberancia lírica de Sufjan Stevens. El resultado es estremecedor. Todo un arsenal de anzuelos para un público nada acostumbrado a demostraciones de tal ambición. Como ejemplo, muestras como la épica hipnótica armada en Canción desesperada o el pop barroco estructurado en Marti R.
En realidad, poco importa donde nos queramos sumergir entre estas once piezas de orfebrería, talladas con tacto astral. Hologramas sónicos de belleza desbordante que funcionan como contrapeso del dolor exorcizado en cortes como Hay fantasmas, balada cocinada bajo preceptos satienianos, desde la que son canalizados los poderes de una voz que, a lo largo de todo el cancionero, busca los escondrijos del autotune como forma arty de expresión.
Así es como sucede en hitos del minimal pop como Halo dorado y Hojas de cuarzo. Ambos cortes responden a un deseo redentor incesante en el corazón de unas canciones destinadas a abrir el telón de una forma de entender la materia pop bajo una mirada sacro glam. Palabras mayores para confirmar la certeza de estar ante el nacimiento de un fenómeno sin parangón.