Después de varias distinciones en importantes festivales, llega a la cartelera española Las buenas compañías, drama histórico dirigido por Silvia Munt e inspirado en hechos reales sucedidos en el País Vasco en 1977. La película obtuvo el Premio del Público en el Festival de Derechos Humanos de San Sebastián y también Premio del Jurado Joven en el Festival de Málaga.
Qué: Película (estreno en España)
Corría el verano de 1977. Bea tiene dieciséis años y se suma a los aires de cambio que recorren el país de punta a punta; colabora con un grupo de mujeres para visibilizar la causa feminista y lograr la aprobación del derecho al aborto. La rebeldía que siente en la sangre se mezclará con un sentimiento inesperado que trastocará su mundo interior. A lo largo de estos meses, Bea entablará una amistad muy especial con Miren, una chica algo mayor que ella y de buena familia. Su compromiso político y su relación con Miren convertirán ese verano en una etapa que marcará un antes y un después en su vida.
Las buenas compañías, dirigida por Silvia Munt, está protagonizada por Alicia Falcó, Elena Tarrats, Itziar Ituño, Ainhoa Santamaría, María Cerezuela y Nagore Cenizo Arroyo, entre otros, y está inspirada en hechos reales. Se trata de una historia de sororidad entre mujeres que tuvo lugar durante la dictadura y se extendió a lo largo de algo más de una década (1970-1985) en la frontera entre España y Francia y de la que jamás habíamos oído hablar. Al menos hasta el año 2015.
Fue entonces cuando tuvimos la primera noticia acerca de esta historia escondida detrás de un tupido velo, gracias al cortometraje documental Las buenas compañías; un trabajo realizado por tres alumnas que daban voz y entidad a un grupo de mujeres totalmente desconocido. Gracias a este trabajo descubrimos el grupo clandestino de mujeres de Errenteria, las cuales se habían dedicado durante las décadas de los 70 y 80, a luchar por los derechos de la mujer y traspasarlas a Francia para darles un aborto digno.
Sobre el personaje de Bea, Silvia Munt manifiesta: «La historia de Bea puede ser la de muchas chicas que en esa época teníamos esa edad y vivimos aquel momento. Hay algo de Bea en muchas de nosotras; esa responsabilidad que se adquiere quizás demasiado pronto, una manera de ser que no encaja fácilmente en lo establecido, unas ganas casi sin saberlo de vivir por encima de todo y también el dolor de comprender la ambigüedad de cada paso que caminas. Eso pasó y sigue pasando y para mí es importante recordar de dónde venimos, todo lo que se rompió y lo que se consiguió. Porque se olvida con demasiada facilidad».