Los relatos de María José Hasta son de un costumbrismo desolador. Pequeñas píldoras donde la vida atraviesa las páginas como un fantasma, como un observador impávido que asume que las cosas no van a cambiar. Tías, amigas y desconocidos con los que comparte un instante, aunque sea para limpiar el cuerpo con aceite de oliva.
Qué: Libro (Caballo de Troya)
Piensen en comedias de situación de mediados de los 80, piensen en los episodios con moralina protagonizados por Kirk Cameron y se darán cuenta de que todos merendamos en las mismas cocinas. El uso de la voz interior a lo largo de los cuentos es uno de los elementos fundamentales para entender la calidad de este debut literario: el diálogo entre autor y lector es constante y exige una cierta complicidad que permite sumergirnos en el mundo de la autora, desprendernos de la timidez, más bien del pudor de la escritora.
Porque entender la cultura pop no es solo cuestión de canciones, es también ignorar la estética kitsch de Leticia Sabater, es tener fe en la vuelta de los sellos y las cartas, relacionar vestidos floreados y recuerdos llenos de luz. El arte entendido como pasión y forma de vida. La vida como una disciplina, trabajar de profesor en institutos perdidos, recordar que las amigas te vigilaban tus primeros besos mientras tratas de mantener el orden en las clases de primero de la ESO. Llegar a casa, agotada, procrastinar el momento de afrontar los temas de la oposición.
La sorpresa de lo cotidiano, la ruptura de la realidad, el arte que imita a la vida. Buscar en el reflejo de sus alumnos las respuestas que olvidó con el paso del tiempo, encontrar una sorpresa cada día en el espacio que nos deja el aburrimiento. María José Hasta afronta el hecho fundamental del ser humano: convertirse en un adulto. Lo hace revisando en el pasado para buscar fisuras o causas, para encontrar la fuerza en la amistad y la familia. Un libro de belleza, una poesía de lo cotidiano. Un debut sobresaliente.