La revisión de los temas, con la perspectiva de los años, la madurez del artista, la garganta domada y libre, es una celebración absoluta de un momento, de un disco, que cambió varias vidas. La primera, la del propio Xoel.
Que: Disco (Esmerarte/Sony Music)
Diez años de un disco que marcó un antes y después en la trayectoria del compositor español. Xoel López recupera en directo los temas de Atlántico, el que fuera su primer disco con su propio nombre tras la época con Deluxe (en el que obtuvo el éxito con una propuesta que fue desde la empatía británica hasta el primer acercamiento al pop en castellano).
Un salto cualitativo en la forma de componer, desde empaparse de los cantautores eléctricos porteños, como se puede escuchar en la ya mítica Buenos Aires o el gusto por la parte más fronteriza en Desafinado amor. Era un Xoel que sorprendía a muchos de sus seguidores, que se acercaba a las propuestas de otros compositores de la época que se acercaban a los sonidos del rock latinoamericano (como Iván Ferreiro, Pereza o Quique González) a través del intercambio con los mejores representantes de las nuevas hornadas salidas del otro lado del océano.
El directo que celebraba esta década, el punto y aparte de un artista diferente, se realizó en la ciudad natal del compositor, La Coruña, en un único concierto y que sirvió para recorrer algunas de las canciones más emblemáticas de su primera etapa como solista, como el Hombre de ninguna parte –que ha sido utilizado recientemente como fondo musical para el Sorteo del Oro de la Cruz Roja.
O la poética lorquina de Postal de Nueva York, plena de sabor acústico, de intimidad melódica y de unas letras confesionales que en La gran montaña llevan un fraseo lírico entre Serrat y el rosarino Juan Carlos Baglietto, demostrando que el viaje que hace una década lo llevo desde Buenos Aires hasta Nueva York, recorriendo México, Colombia, Venezuela, República Dominicana y Uruguay hasta encontrarse con la rumba en la ciudad de los rascacielos, final de viaje, con un puñado de canciones sobre la desaparición de lo cotidiano que se han convertido, con el tiempo, en historia de nuestra música pop.