En su cuarto libro, el periodista musical manizaleño Jaime Andrés Monsalve reúne lo más granado de su trabajo de investigación para El Malpensante y otros medios escritos, publicado entre 2010 y 2022, dándole forma a un volumen que desborda rigor, agudo sentido del humor y un gozo total por la música.
Qué: Libro (Libros Malpensante)
Que Carlos Gardel fue detenido en Bogotá, que Camilo Sesto dejó de visitar a Colombia como castigo, que el primer tema de jazz que se escuchó en La Casa Blanca fue un merecumbé o que Charles Mingus compuso un disco de cumbia después de ver una película sobre el narcotráfico, bien podrían ocupar la categoría de ocurrencias mediáticas, patrañas históricas o mitos populares del imaginario colectivo debido a su carácter insólito. Lo único cierto es que estas y otras anécdotas cargadas de música y protagonizadas por artistas que han iluminado las marquesinas de diferentes escenarios del mundo se encontraban en el olvido hasta que el periodista Jaime Andrés Monsalve puso su atenta mirada sobre ellas.
Tanguero irredento –sus tres primeros libros están dedicados al gran género rioplatense–, tropicalista empedernido, jazzista consumado, flamenco apasionado y acucioso por las músicas populares de Colombia, Monsalve ha hecho de El ruido y las nueces, su sección mensual en la revista El Malpensante, un espacio para dar rienda suelta a su espíritu inquieto, obsesivo si se quiere, y resolver en ella las preguntas que le asaltan como señales reveladas de extraña manera: un rumor que le escuchó a algún músico o algún colega, una búsqueda hemerográfica, o un dato refundido entre las notas de un disco, entre tantas otras. Cuestiones que no lo dejan dormir tranquilo hasta que las resuelve.
Es así que ha hallado, documentado y contado historias que rayan con la fábula. El primer disco de jazz grabado en Colombia; el auge y la caída del prodigioso pianista Leandro Aconcha; la vida y obra del prolífico y procaz compositor José María Peñaranda; su trasegar personal y casi religioso detrás de la banda Magma y su fundador Christian Vander; además de las mencionadas arriba y varias más hasta sumar treinta y seis textos que, además de poner luz sobre episodios determinantes de la música en Colombia, también dan cuenta del buen oficio de su autor. En El ruido y las nueces. Historias asombrosas de la música en Colombia hay reportajes, crónicas y perfiles, algunos son textos que bordean la investigación policiaca, y la mayoría están dotados de un gran sentido del humor, incluso en donde asoma la tragedia.
Son pocos los libros sobre música que a su vez son cartas de amor a la música misma. Al menos los que se han escrito y editado en Colombia. Al margen de los libros académicos y de ese clásico de la literatura nacional titulado Qué viva la música (y sucedáneos como La nostalgia del melómano y C.M. no récord), en el ámbito periodístico e investigativo son contadas las excepciones en donde el autor posee todas las condiciones necesarias del oficio para que un libro sobre música emocione y trascienda lo meramente divulgativo y celebratorio: olfato, rigor, pasión, gracia y buena escritura. A ese reducido grupo al que pertenecen obras como El centurión de la noche, Clock Around The Rock, Leandro, y pocos más, ahora se suma El ruido y las nueces, una carta de amor a la música misma.