Culturas contemporáneas de España y Latinoamérica a diario
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jueves 21 de noviembre de 2024

Mujer polifacética

Francisca Valenzuela

Cantante y activista. Chilena y americana. Tranquila en la mirada y apresurada en sus palabras. Como si siempre tuviera urgencia en comunicar. Como si el corazón se le fuera a saltar por la boca. Múltiples facetas que hacen que Francisca Valenzuela sea una de las artistas más interesantes de la escena chilena actual. Y es que tiene tantos matices como su nuevo álbum, Tajo abierto, que presentó en España hace poco. Nos sentamos con ella para escucharla hablar de música, política y algo más.

Mujer polifacética - Francisca Valenzuela

Has presentado tu último álbum en el festival DCode de Madrid, ¿cómo ha sido la experiencia?
Fue bastante gente, había muy buena onda, todos cantando y bailando. El show fue contundente, cantamos un buen rato, mucho repertorio, así que muy contenta.

Es la conquista definitiva de España?
Ojalá sea el comienzo. [Risas] Yo creo que sí fue un hito importante. Es una inyección de fuerza y energía, así que ojalá siga para adelante.

«No me apego a ningún género en realidad. Lo que hago es música popular y por lo tanto, pop»

Tu nuevo disco se llama Tajo Abierto. ¿Es una especie de herida abierta?
Es interesante la percepción del nombre. Porque jamás yo pensé en la herida, aunque es eso en gran parte, obviamente. Más bien el nombre viene por dos cosas: la canción con el mismo título, que habla de la vulnerabilidad, de estar un poco expuesta, que es de alguna manera la esencia del álbum; por otra parte, el disco tiene esta cosa reiterativa en la anatomía, una cosa corporal, es todo el rato sensorial, órgano, tejido, cuerpo, musculatura, capilar, ventrículo, sangre… Se convirtió en una especie de organismo. Y la expresión «tajo abierto» es como abrirlo quirúrgicamente y toquetearlo por dentro. Más que una herida, mi obsesión era generar la incisión y exponer lo que está dentro.

¿Es el trabajo en el que más te has expuesto?
Creo que sí. Yo no soy muy sentimental pero es el disco en el que más me he atrevido a hacer cosas distintas y en el que he tenido el tiempo y la posibilidad de hacer las canciones desde otra perspectiva y, conscientemente, son más reflexivas y más  introvertidas.

Lo has trabajado con cuatro productores distintos, ¿tal vez por eso es un álbum con muchos matices, muy parcelado?
Originalmente iba a trabajar con dos pero se fue dando que se unieron dos más en el camino… Nunca me lo hubiera planteado, te hubiera dicho que no había presupuesto ni tiempo para hacer algo así [risas], pero se fue dando. Y fue muy natural, porque nunca dudé de que canción darle a cada uno, era evidente, en mi cabeza por lo menos. Fue una experiencia alucinante, porque aprendí muchísimo y nunca pensé que pudiera tener el lujo de trabajar de la mano de cuatro productores tremendos.

Lo has producido con tu propio sello…
Todos mis discos se han producido de manera independiente, la diferencia es que con este tenemos aliados y equipos que nos han ayudado a amplificarlo por otros países. Así que sí, es un disco independiente, lo hemos sacado nosotros. Ha sido entretenido y difícil también, como todas las cosas buenas.

¿Es ese el camino, la producción independiente?
Depende del artista, del momento y de la situación. En nuestro caso pasa que en Chile no hay multinacionales, entonces todo lo hacemos independiente. Para mi ha sido un camino positivo que requiere una capacidad de trabajo y un reinversión súper exigente, pero en este momento estoy muy orgullosa de lo que hemos podido hacer y de que seamos independientes. Aunque si mañana apareciera la oportunidad de firmar con una multinacional, con las condiciones correctas, también creo que el camino pude ser interesante.

Cuequita del corazón es la única canción que has grabado en Chile…
La escribí, le hice unos arreglos e inmediatamente salió algo muy chileno, salió sola, sentía la influencia lúdica y narrativa de la música chilena. Entonces fue natural: quise grabarla en Chile, con mi ingeniero, con mi banda, que aportasen su visión de la cueca [género del folclore chileno]. Y también porque otros productores no entendían el ritmo y eso era fundamental. Así que fue muy natural.

Indie, pop, rock… ¿ya te has ubicado en alguno de los géneros?
[Risas] No me apego a ningún género en realidad. Es música popular y por lo tanto, pop; digo que es rock porque en Latinoamérica tiene mucha credibilidad y es también algo que yo escribo y compongo, y es también independiente porque no tiene discográfica… Así que la cosa es que hay mucha manía de categorizar y yo creo que eso depende de la canción. No me gusta catalogarme porque probablemente el día de mañana haga otra cosa.

Tienes una herencia californiana y otra chilena… ¿Qué hay de una y de otra en Francisca Valenzuela?
De la parte californiana yo diría que hay una herencia gringa de la cuestión progresista y diversa y muy respetuosa, muy cívica, con mucha ética de trabajo y muy individualista, muy atrevida, sin esa vergüenza católica tradicional de los países latinoamericanos. Chile es un país muy vergonzoso, muy pudoroso, muy prejuicioso. Afortunadamente yo me crié en una comunidad muy abierta, muy progresista, muy natural. Y esa herencia está ahí. Además tengo a mis hermanos en Estados Unidos aún, una gran porción de la familia es gringa. De la herencia chilena creo que todo el resto: mi familia, mi pareja, mis amigos, mi constitución nuclear es chilena. Mi estilo de comunicación, el humor y los sentimientos… todo eso lo tengo también muy incorporado.

«En Chile estamos en un punto importante que no sé que va a desencadenar, pero algo está pasando. Espero que sea un punto de ruptura a favor de un cambio positivo»

Eres una activista por un montón de causas sociales. Trabajas con la Fundación Todo Mejora y con Global Shapers…
Es algo que está presente por mi lado ciudadano pero que no empujaría forzosamente por mi lado artístico. No sería una cantante social. Creo que hay temáticas sociales que se suben a las canciones por un manifiesto intuitivo, pero también hago canciones solo por el impulso de hacer canciones. Lo que es importante para mí es contribuir con causas que me importan. Cuando estaba en la universidad de periodismo, mi primer artículo fue una entrevista al director de una asociación por los derechos de los homosexuales en Chile, porque era una causa que para mí era evidente. Encima, viniendo de Estados Unidos, donde tenía amigos con dos mamás o dos papás y era normal y llegar a Chile y que la gente se escandalizara, que fuera un país tan homofóbico, se me hacía obvio que había que hacer algo. Felizmente ha cambiado mucho y si yo con la visibilidad que tengo en Latinoamérica, puedo hacer algo, buenísimo. Es bueno aprender de la gente que está cambiando las cosas de verdad; y en eso, el trabajo con Todo Mejora ha sido increíble: hicimos cosas en ayuntamientos, familias, cursos en el terreno y tuvimos un impacto positivo real.

¿Como ves Chile ahora mismo?
Creo que está en un momento de ebullición importante, hay reformas de múltiples instituciones, hay movimiento social ciudadano, hay una frustración y un desencanto importante, por lo menos en Santiago, que es donde vivo yo.  Eso se está generando por muchas cosas, tanto por temas cotidianos como por cosas sociales profundas que tienen que ver con el desencanto con las instituciones, la sobrecorporativización del país, la segregación intrínseca a la sociedad latinoamericana… Estamos en un punto importante que no sé que va a desencadenar, pero algo está pasando. Espero que sea un punto de ruptura a favor de un cambio positivo.

Aunque no sea un imperativo llevar tu activismo a las canciones, en tu álbum anterior le dedicabas un tema a Salvador Allende. Teniendo en cuenta lo que venimos hablando, de la exigencia de un cambio en la sociedad… ¿hace falta gente de su talla, que de credibilidad a la política?
Absolutamente, con credibilidad y que haga un cambio positivo. Lo que pasa con esa canción, que yo siempre soy muy enfática en decirlo porque en Chile Salvador Allende es un personaje muy polarizante, es que tiene que ver con la falta de políticos reales, que convoquen a las masas. Como Obama, ¿no?, que fue el último gran político que todos querían, y bueno… Entonces, de alguna manera, creo que hay un giro en el paradigma; ya no importan tanto los políticos, importan las cosas, que pasen cosas: que la reforma educativa suceda, que se apruebe el matrimonio homosexual. Yo creo que a la gente ya no le interesan las personas que están allí, le importan las causas. Ahora, si llegara gente real, neutra, sin conflicto de intereses, que miraran por el bienestar de la población y no el propio… lo digo no por un problema político, si no por un problema de sistema… si las corporaciones quieren comprar el sistema, ¿cómo va la población a luchar contra una corporación? Yo creo que ahí hay un problema estructural en todos los países, Estados Unidos el que más, Chile siguiéndole el paso. Ojalá apareciera otra gente… Nosotros tenemos ahora una generación de diputados que son todos jóvenes, todos sub-30, increíbles, neutros, intentando renovar el sistema, desempolvarlo. Ojalá aparezcan personas así, porque está difícil.

Puedes leer aquí el comentario de Tajo abierto
(«Apuesta del día» del 10/9/2014)

Tajo abierto está editado por Sin Anestesia.

Mujer polifacética - Francisca Valenzuela

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