Tras más de dos décadas de carrera, la banda colombiana no tenía ningún directo editado a excepción del unplugged para la MTV. Prueba superada: registrado en casa hace casi un año, este adjetivadísimo álbum reúne con mimo una selección de los mejores temas de Héctor y Andrea, rediemensionados en clave cromática para la ocasión. Al habla con Héctor Buitrago.
¿Cómo es posible que una banda con la energía de Aterciopelados haya tardado tanto en editar un disco en vivo?
Es cierto que nos faltaba registrar de modo especial una actuación. El unplugged con MTV no se recogió en un DVD físico, solamente está disponible la emisión. Como andábamos celebrando los veinte años de carrera y el concierto del festival Rock al Parque nos trajo muchos recuerdos, nos pusimos en retrospectiva; surgió esta posibilidad de abordar canciones clásicas y dejar el regusto en vivo. Suponía además trabajar de nuevo con Sony tras unos años de autogestión, y era más difícil mover este material a escala amplia por nuestra cuenta. Además, así cerramos una etapa y comenzamos una nueva.
Llama la atención el reducido número de canciones: once no son las habituales en un reto así.
Preferimos meter pocas canciones porque intentamos ser muy meticulosos en la producción, elegir con cuidado los invitados en cada una, la escenografía… todos los detalles. Era un reto complejo y preferimos atacarlo como un resumen, un retrato del momento en cuestión, con poco material de los últimos discos. Metimos una nueva, Re, que homenajea a Café Tacuba, a quienes anduvimos escuchando mucho.
La grabación fue el 2 de junio del año pasado. Ha sido un largo proceso de posproducción…
Hemos estado muy bien rodeados. Era necesario para llegar a donde queríamos con este trabajo. Con los invitados, por ejemplo, hicimos una lista larga de gente con la que habíamos colaborado antes, con la que había sintonía clara, y a vistas del resultado creo que seleccionamos bien: Giovanni, Goyo, Cata, León, Fabio, Armandito, Cata, Marco… en cuanto a la sonoridad, la instrumentalización, los coros… todo perfecto. Además, fue en Bogotá, algo que nos identifica de raíz. Trabajar en casa hizo que todo fuera más sencillo, detalles como la cercanía o el vestuario. También hacía un tiempo que no tocábamos, así que resultó un calentamiento magnífico para que Andrea y yo nos sincronizáramos de nuevo: había nueva formación de la banda y ensayamos cinco meses poniéndonos a tono. El trabajo de Rafael Arcaute en la preproducción fue meticuloso: escoger, limpiar, rearmar…
Esos veinte años tuvieron un reflejo muy especial en el proyecto de Barrio Colombia con la revisión del disco El dorado: versiones muy interesantes de grandes artistas que os admiran.
Sí, nos encantó. Tras ese receso que te comentaba, nos juntamos de nuevo y las muestras de cariño fueron continuas. Lo de Barrio Colombia fue todo un homenaje: disco, libro, DVD… los que participaron tenían perfiles muy diferentes y las versiones estaban muy cuidadas. Que músicos tan respetados te muestren que has significado algo para ellos es un regalo. Además, con las versiones oí cosas en las canciones que no había oído antes, incluso hubo letras que cobraron otra dimensión.
«Preferimos meter pocas canciones porque intentamos ser muy meticulosos en la producción, elegir con cuidado los invitados en cada una, la escenografía… todos los detalles»
¿Son los valores añadidos las nuevas armas del músico profesional? ¿Cuál es la situación en el ámbito de América Latina?
Creo que se está recogiendo una cosecha que tal vez empieza en los primeros 90, el rock en español sube a una nueva ola y nosotros estuvimos ahí subidos. No había muchos medios entonces: ni lugares de ensayo, ni espacios para tocar, ni festivales… todo en precario. También faltaban academias y universidades para estudiar música rock. Cuando nuestro primer disco empezó a tener éxito y la música se convirtió en algo serio, intenté buscar formación superior y no había muchas opciones. Hice el examen de acceso a una universidad y no pasé: exigían mucho conocimiento clásico. El panorama se abrió mucho después: ingeniería de sonido, producción de audio… como resultado de esa apertura pudo lucir más la musicalidad y el talento de los colombianos, que siempre estuvo ahí, somos gente muy auténtica.
Se ha vuelto la mirada a las raíces…
Claro, es el otro fenómeno. Es que las nuevas generaciones de entonces no conocíamos mucho nuestras músicas tradicionales: cada una vivía en su región, sin salir mucho de su entorno, tampoco había grabaciones suficientes para difundirlas bien. Dependíamos de la tradición oral, pero ahora hay un redescubrimiento, la gente viaja a conocer a los maestros en el sitio donde viven, para aprender y grabar con ellos. Ahora mismo, la tradición y la potencia de lo contemporáneo eclosionan en nueva música ilusionante.
Has probado muchos palos en solitario. ¿Dónde te encuentras más cómodo?
He hecho música para teatro, trabajo en El Canto al Agua, que nos conecta con los ríos, investigué en la electrónica con Conector… estas experiencias me ha servido mucho para plasmarlas en Aterciopelados, son nuevas herramientas que permiten ir más allá de las fórmulas que ya usamos en su día. Ayudan a diversificar un poco el modo de componer y producir; lo mismo le ocurre a Andrea con su trayectoria solista. Tenemos más bagaje, y espero que se refleje en lo que vendrá para el próximo año con el grupo.
Reluciente, rechinante y aterciopelado está editado por Sony.
12 DE MAYO: DÍA DIGITAL DE ATERCIOPELADOS
El 12 de mayo es el Digital Day de Aterciopelados. Ese día la banda colombiana estará en contacto con sus fans. La acción para España será a las 17:00 horas (horario peninsular) y se hará a través del Facebook de Zona de Obras. Participa del día digital con #DiaDigitalAterciopelados desde Twitter y Facebook.