Café Tacuba tiene un nuevo álbum, el octavo en una producción musical que muy pronto cumplirá tres décadas de actividad constante, y eso es algo que resuena no sólo en México sino también en el resto de Iberoamérica. De nueva cuenta, como ha acontecido en el pasado, sus canciones arrancan una serie de interrogantes. Nos acercamos al grupo para intentar dilucidarlos y comprender de mejor manera qué es lo que hay detrás de su material más reciente.
Y es que, en principio, Jei beibi está marcando una nueva etapa en su desarrollo por el mero hecho de tratarse del primer disco en su carrera realizado al margen de cualquier multinacional. A ello habría que sumarle los cambios que el cuarteto de Ciudad Satélite ha tenido que ir haciendo sobre la marcha para adaptarse a los tiempos en que la música se mueve sobre todo a través de Internet, de una forma muy distinta a cuando ellos consiguieron posicionar sus grandes éxitos del pasado. Acerquémonos pues a las dinámicas que han puesto en juego y los desafíos que han debido sortear los tacubos para entregarnos éstas, sus nuevas composiciones.
El objeto antes llamado disco tuvo un proceso de creación y producción muy peculiar. ¿Cómo encarar un nuevo proceso tras haber tenido esa experiencia?
Joselo: En 2015 dijimos «en algún momento tenemos que empezar a hacer un disco nuevo». Sin más, apartamos dos o tres semanas de septiembre y dijimos «vamos a tirar ideas, a ver qué pasa…». Montamos cuatro o cinco canciones, una de cada uno, como siguiendo la misma mecánica de siempre, en la que alguien llega con una canción compuesta con letra y música. Bueno, Rubén trajo una idea que sí cambiaba, que era traer la canción pero nada más la melodía. Él la había compuesto con armonía y melodía. Un par de lugares, y dijo que prefería nada más enseñarnos la melodía para que de allí surgiera algo. Eso fue algo que sí cambió del proceso acostumbrado. Era 2016, se cumplían veinte años del Avalancha de éxitos y dijimos que podíamos hacer una gira del recuerdo y festejarlo; pero era como otra vez vivir de la nostalgia. O bien hacer algo completamente nuevo. Y decidimos irnos hacia adelante. Entonces, todo 2016 lo ocupamos sacando las canciones que habíamos compuesto, arreglándolas, mandándolas a Gustavo Santaolalla y haciendo experimentos en el estudio. Muchas de las cosas que grabamos en El ensayo se quedaron. Y, como estamos ahora en la independencia, también teníamos que tocar para sacar dinero y tenerlo para grabar el disco. Digamos que ésas son las diferencias. En las entrevistas, uno dice «claro, éste es nuestro primer disco independiente y lo estamos pagando nosotros». Y eso marca muchas de las cosas. Sí hubo propuestas de cambiar la forma de trabajar, como la que te digo de Rubén trayendo esta canción; o había canciones que ya estaban grabadas y nosotros trabajamos sobre ellas.
¿Por qué no quedó en el álbum Un par de lugares?
Rubén: Fue la primera canción en la que trabajamos. Se abrió la oportunidad de poder grabarla con «Mick» Guzaski, este ingeniero tan reconocido, y la tomamos porque vimos que nos funcionaba para el plan de ir sacando sencillos hasta el momento en que tuviéramos grabado el disco. Sin embargo, para ese entonces no podíamos visualizar la totalidad del trabajo. Y, cuando lo vimos, yo sentí que Un par de lugares había sentado ciertas formas de trabajo, cierto juegos en los cuales nos apoyamos para desarrollar los arreglos de las demás canciones, conceptualmente hablando, pero tenía esa forma como primigenia que no llegaba a ser lo que el disco o las demás canciones. Entonces comenté que esa canción debería quedar como un sencillo y así fue.
Esta nueva manera de hacer sus lanzamientos, sacando sencillos con videoclips en las fechas que ustedes lo deciden, ¿cómo la evalúan, qué resultados creen que les trae el no tener que consultar con nadie sus decisiones?
Joselo: Como dice Rubén, lo primero fue que tuvimos la oportunidad de producir una canción, fue algo que surgió. Guzaski iba a dar un tutorial en México y necesitaban una banda para ello. La idea era que se grabara una canción nueva y él la mezclara. Y el pago para la banda era quedarse con la canción. Y dijimos: «bueno, no tenemos disquera, podemos sacar esta canción mañana». Algo que no puedes hacer en una disquera porque tienes que pasar por un proceso burocrático, decisiones, un plan… Y aquí fue «¡Saquémosla! ¿Que tenemos qué hacer?». Para eso, no es que seamos nosotros cuatro los que hacemos todo, sino que desde hace años estamos conformando un equipo de personas a nuestro alrededor que sostienen el que Café Tacuba pueda hacer algo así. Fuimos encontrando ese equipo, cambiamos personal, hubo muchos cambios y eso lo hizo posible. Y de repente fue: saquemos la canción, pongámosla en plataformas y veamos qué sucede. Y encontramos que se puede. Se puede hacer un vídeo, pagándolo nosotros, invirtiendo. Y fue una canción como aislada. Fue en septiembre. Y luego, ya cuando empezamos a ver qué estaba sucediendo con el disco, dijimos que la siguiente saldría el primero de enero. Ahora podemos tomar esas decisiones y llevarlas a cabo. Y a quien tenemos que estar forzando es a nosotros mismos y a nuestro equipo. Y ya la responsabilidad queda en nosotros. Tiene que ver con los tiempos que estamos viviendo, que son como más inmediatos, y también con el que tenemos esas herramientas. Y la verdad, es que nos está gustando esa forma de trabajar. Somos una banda mayor, de casi treinta años, y tenemos esta herramienta que es muy nueva y la estamos utilizando como tiene que ser.
«Si existe un concepto, no sabemos todavía cuál es. No te puedo decir que el concepto es éste disco. Lo que sí veo, como lo repetimos muchas veces, es que es una fotografía del momento en el que estamos» (Joselo)
Jei beibi abre con 1-2-3, una canción con evidente contenido político, ¿quién la compuso y qué les representa?
Rubén: La música es de Meme y la letra es de Joselo con intervenciones de todos. Conceptualmente, trabajamos en ella en conjunto. Teníamos una base musical pop y nos interesaba mandar un mensaje, no sé si profundo, pero que tiene su peso. Y con esa música sentimos que era más fácil que pudiera entrar, y que lo hiciera por la puerta trasera, que tal vez ya cuando te hubiera agarrado el ritmo y la melodía, dijeras: «ah, caray, ¿qué están diciendo?». Eso fue lo que buscamos.
Joselo: A mí, alguien me preguntó: «¿a quién se la escribiste?». Y yo dije, «creo que a México, ¿no?». No quiero que desaparezca. Yo no le deseo eso a nadie. Ni que pierda la cabeza. Con este juego, ¿no? Puede hablar de una relación de amor de: «mi amor, no pierdas la cabeza», y cambiándolo es una cosa terrible. Yo no quiero que eso le pase absolutamente a nadie, no nada más a mis seres queridos, sino a cualquier persona. Una de las aportaciones que hizo Rubén es ésta de «el amor siempre triunfará». ¿O cómo es?
Rubén: El amor siempre ganará.
Joselo: Y me gusta eso. Podrá ser una canción muy oscura y quedarse sólo en el asunto de los desaparecidos y tal, o de toda la violencia que estamos viviendo todos de alguna manera en el país, algunos muy directamente, y eso te pega. Y lo que también me gusta de esta canción es que hasta a una canción pop le llega toda esta situación que estamos viviendo, es imposible que no afecte hasta a las canciones pop. Tengo la esperanza, o tengo la certeza, de que el amor siempre ganará.
Futuro es una canción que significó una especie de parteaguas en la obra de Café Tacuba, una canción muy rompedora que generó opiniones encontradas por no ser una canción muy al estilo del grupo. ¿Cómo sintieron ustedes el impacto de esta cumbia sui generis a la hora de darla a conocer?
Ruben: Tal vez para nosotros no es tan sorprendente porque son como elementos, herramientas, juegos que ya hemos utilizado anteriormente, pero que ahora los reunimos en orden distinto. Ya en alguna ocasión habíamos jugado con la voz, a deformarla. Tal vez nunca como una voz principal. Con la cumbia, eso sí tal vez sea un rumbo que nunca habíamos tomado directamente, tal vez sólo habíamos flirteado un poco. Pero nos sentimos más que felices. Para mí, algo que me gusta mucho es escuchar una canción en la radio y que digas «¿quién está tocando eso?». Ése es el inicio de una relación amorosa, tal vez, con ese grupo. Entonces, que un grupo con la trayectoria de años que tenemos nosotros logre crear eso, me fascina. Porque siempre como que piensas, me gustó U2 un tiempo pero ya, o me gustó un tiempo Radiohead pero ya, o así tantos grupos. Y la verdad que maravilla que un grupo con veintiocho años saque una canción y que la gente pregunte: «¿quién toca eso?».
En términos generales, en cuanto a su sonido, Jei beibi resulta un disco muy diverso. ¿Influyó en ello el haber celebrado los veinte años de Re recientemente?
Joselo: No, para nada. Eso pasó tal vez después, o me pasó a mí cuando enseñé canciones a amigos cercanos y ellos me dijeron que estaba muy diverso, y me preguntaron si estábamos haciendo otro Re. Les dije que no, para nada. Si en algo no pensamos es en repetirnos. Si llegamos a ello será por una causa de la que ni siquiera nos damos cuenta. No creo que sea otro Re, pero sí es diverso. Y creo que por el mismo hecho de que nosotros somos cuatro compositores, tenemos cuatro visiones y estamos jugando siempre a ver qué es lo que tenemos hecho, o qué ritmo se nos ocurre, y de esa manera llegamos a esto. Lo que yo sí percibo es que, empezamos a trabajar en El ensayo y tenemos un estudio casero muy bien armado donde podemos grabar demos que pueden tener una calidad casi de disco, y utilizamos el estudio como un instrumento más. Había canciones con las que Rubén llegó y nos decía que eso ya lo había grabado. «Grabé con un baterista, me puse una guitarra, y hay allí ya muchos elementos, mi voz». Y nosotros como que nos echábamos un clavado en esa grabación y empezábamos a trabajar. Y mucho de ello, los demos o experimentaciones, se quedaron. Y Meme iba también recortando, haciendo cosas con el Pro-tools. De hecho, así fue lo de Futuro. Quique llegó con un demo y Meme empezó a mover filtros y a cambiar el pitch. Y de repente la dejó allí para seguir trabajando. Y el decía, «ya está, así va la voz». De hecho la voz es la voz del demo. Yo sí recuerdo que cuando estábamos haciendo Re, Rubén llegó y dijo: «hagamos un disco que tenga…». Hasta llegó con el nombre, Re, la segunda nota, nuestro segundo disco, que sea un álbum diverso y vayamos haciendo canciones que tengan diferentes ritmos; y hacer la mezcla en la totalidad del disco. Hacer una cosa hardcore y ponerla junto a un bolero. Eso sí fue pensado tal cual. Acá no, acá estuvimos trabajando. Y sí existe un concepto, no sabemos todavía cuál es. No te puedo decir que el concepto es éste disco. Lo que sí veo, como lo repetimos muchas veces, es que es una fotografía del momento en el que estamos.
En Celebración colaboran con una banda oaxaqueña. ¿Quién participa en ésta y cómo se hizo el vínculo con ellos?
Rubén: Es una composición de Quique. Invitamos a esta banda mixe de niños, no recuerdo el nombre. Nos contactamos a través de una amiga con ellos. Ella trabaja con muchas orquestas de alientos oaxaqueñas. Y yo le comenté que me gustaría que fueran niños porque pensábamos que esa canción debía tener esa energía. Siento que esa canción es un poquito como es el disco en su totalidad: un cachondeo de la vida y la muerte, del dolor y la alegría, de todos estos sentimientos y sensaciones que da el estar vivo. Por eso pensé que era importante que tuviera la energía infantil y que fuera eso, un ambiente de fiesta y celebración.
«El tema Celebración es un poquito como es el disco en su totalidad: un cachondeo de la vida y la muerte, del dolor y la alegría, de todos estos sentimientos y sensaciones que da el estar vivo» (Rubén)
Es algo sí como una reflexión filosófica. No me gusta preguntar sobre el significado de las canciones porque muchas de ellas son abiertas, pero en particular me intriga mucho qué hay detrás de ésta.
Joselo: La primera frase… Mi mamá acababa de entrar al hospital, tuvo un derrame cerebral. Y yo estaba en mi casa, y de repente empecé a escribir eso, y no sabía qué era. Y allí me di cuenta, o más bien ya al terminar la canción, y escucharla en la voz de Rubén… De hecho, el primer día que la tocamos en vivo, el 6 de mayo en el Plaza Condesa, como que pude salirme un poquito y de repente dije: «ah, okey, esto es lo que estoy diciendo». Pero no voy a decir qué es lo que estoy diciendo, porque también eso es parte del juego de todo esto, de qué es lo que la gente pueda leer allí. Pero sí, como dice Rubén, yo creo que sería sobre el concepto de la vida y la muerte. Vivir es ir muriendo cada vez más. Sabes que vas a llegar a ese punto. La misma letra lo dice. O sea, hay veces que yo no quiero vivir cosas pero no puedo impedirlo. Aunque no quiera, muchas veces me entrego, o a veces me quiero entregar y no puedo. Es como ese asunto. Hay mucha vida y mucha muerte en el disco. Me gusta lo que dice Rubén sobre el cachondeo entre ambas. Y es la segunda canción. Bueno, ahora ya no existen los álbumes como tal, la gente escucha música como se le antoja. Pero sí existe todavía esta forma de presentarla, me gusta que sea la segunda. Saliéndome de que soy el compositor, me gusta que esté en ese sitio, dando otra dirección de como abre con 1-2-3.
Se han hecho videoclips ya para algunas de estas canciones. ¿Con quién han estado trabajando en ello? ¿Hay planes para producir alguno más?
Rubén: Bueno, como estamos ahora trabajando en la independencia, se toman decisiones sobre todo este tipo de cosas en casa, desde el interior del equipo. Estamos, de hecho, preparando el siguiente vídeo para que acompañe el siguiente corte del disco, que es 1-2-3. Todavía no tenemos bien definido si vienen otros sencillos o cuántos. Uno más sí, seguro. Alejandro Pedraza fue el de Un par de lugares. Diego Tucci es el de Futuro.
Joselo: El Dr. Alderete hizo el pre-vídeo, que fue muy afortunado, está increíble.
Rubén: Y sí, ha sido estar trabajando con los directores. Para mí es muy divertido hacer eso.
Me gusta mucho el puente final de Disolviéndonos, una suerte de juego de guitarras con la batería de Joey Waronker que tiene un rol protagónico. ¿A quién se le ocurren estas cosas? Me parece muy buena esa parte que es más bien musical.
Joselo: Es una canción de Rubén. Una de estas con las que llegó, que ya la tenía grabada, la hizo con David Parra que es nuestro ingeniero de sala, y que también está de ingeniero residente en nuestro estudio, y también es baterista. Él la grabó y también colaboró cuando grabó Waronker. Entonces son dos baterías. Rubén nos presentó la canción grabada y nosotros fuimos al estudio con el fin de meter ideas, a ver qué salía. Primero entró Quique con el bajo. Luego entré yo con una guitarra, y a mí me llevó hacia esta cosa Sonic Youth. Y de repente llegó Meme con un teclado que parece más una guitarra. Y todo empezó a crecer hacia donde tenía que crecer. A mí me encanta, es de las canciones que me fascinan y más me gustan del disco. Y me gusta mucho tocarla en vivo. Me encanta la energía que tiene, todo lo que pasa en términos de todo, de la letra, de cómo la trabajamos y el resultado.
Para el récord, ¿cuáles son tus canciones, Rubén?
Rubén: Disolviéndonos, Un par de lugares, Resolana de luna y Automático.
Joselo: Yo, nada más Matando y Diente de león. De Quique fueron Que no, Futuro, Celebración y Vaivén.
Rubén: Y de Meme, El mundo en que nací y Enamorada.
Joselo: También la música de 1-2-3. Y música y letra, en colaboración con Rubén de Me gusta tu manera.
Igual es una pregunta para Meme, pero ¿por qué Enamorada está en femenino? ¿Para que rimara con madrugada, o qué?
Joselo: Buena idea. Lo que él ha dicho es que… Y eso nunca nos lo decimos en el estudio, vamos trabajando y ya. Eso más bien sale en las entrevistas. Y lo que yo he escuchado que dijo es que así le llegó la inspiración. Comenzó a trabajar en femenino y al final así se quedó. Es como sacar la parte femenina de su interior. A mí también me gusta mucho como quedó esa canción. Me encanta ese juego de que es como un bolero-ska. Siento que es una canción que sólo un grupo como nosotros pudo haber hecho, un grupo mexicano. Dices: «es este estilo». Pero de repente, la guitarra es medio ska, yo la propuse, y te lleva hacia otro lado. Y luego entra el melodión y es un tango. Más bien ésa es la retroalimentación que nos da la gente, que es quien dice qué le evoca o hacia dónde lo lleva. El no saber ponerle un género también me encanta. Me encanta que eso pase y eso es algo que nos pasa en Café Tacuba.
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