Devoto del jazz y la bossa nova, autor de más de un centenar de bandas sonoras y de incontables sintonías televisivas, Alfonso Santisteban (fallecido en 2013) disfrutó con el tiempo de un reconocimiento entre las jóvenes generaciones tras haber padecido durante largos años el desprecio total hacia su música.
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Entrevista realizada en 2002 y publicada en el nº34 de Zona de Obras
A sus sesenta años, y a pesar de una maltrecha salud que le ha castigado en la última década, Alfonso Santisteban conserva un cáustico sentido del humor que aparece puntualmente a lo largo de la conversación. Durante años, su música ha sido tachada generalmente de paradigma de la horterez y asociada a la estética más casposa del tardofranquismo. A Santisteban, ya de vuelta de todo, le resbalaban entonces las críticas («había que vivir de algo»), y ahora asiste complacido a la reivindicación de su nombre y su obra; el último capítulo por el momento se titula Café Ipanema, una selección de material que abarca prácticamente toda su carrera: «Hay un poco de todo, entre ello tres o cuatro temas de mi LP Bossa 68; estando en Brasil presentándolo conocí a Tom Jobim y Vinicius de Moraes, me los presentó mi amigo Pelé, y este disco es un poco un homenaje a ellos, con temas que he ido haciendo desde 1968 hasta hace poco. El tema Café Ipanema lo hice hace dos años para un pianista francés llamado Claude Cohen, y lo he recuperado aquí junto con otro que se llama Tom y Vinicius, dedicado a mis amigos. El resto son temas de bandas sonoras y discos míos en sus grabaciones originales, pero remasterizados. No tengo proyectos de grabar material nuevo, aunque se está preparando un próximo disco de tributo en el que artistas de Subterfuge grabarán temas míos; Carlo Coupé se encarga de coordinar el proyecto».
«Teníamos que apechugar con un cine horroroso y deleznable, pero las músicas eran muy superiores a las películas»
¿Qué explicación da Santisteban a este actual interés por un tipo de sonidos que en su momento estaban tan mal vistos? «De hecho estaban considerados lo peor de lo peor de lo peor. Entonces había una exaltación del cantautor, como que intelectualmente eran la hostia; pero luego se dieron cuenta de que aquello era un camelo, y que la música que hacíamos Adolfo Waitzman, Waldo de los Ríos, Augusto Algueró, Juan Carlos Calderón y yo era bastante interesante. Teníamos que apechugar con un cine horroroso y deleznable, pero las músicas eran muy superiores a las películas. Entre eso y que la música de hoy pues… yo tengo hijas y amigos de veinte años y están hasta las narices ya de tanto DJ y de tanta historia, y de repente oyen música acústica y dicen: ‘¡coño! ¿así suenan los violines de verdad?’ La música de hoy se hace toda con ordenador y todo suena igual. Y yo creo que ha sido eso, entonces había una frescura muy diferente, ahora la música está muy programada».
El pianista y compositor reconoce que, en el fondo, le queda un regusto agridulce tras tantos años de trayectoria: «Claro que me queda mucho desasosiego, el hecho de haber nacido en España me ha marcado; si hubiera nacido en Estados Unidos hubiera hecho Verano del 42 o Días de vino y rosas, ese tipo de maravillas, y no La perseguida de no-sé-qué, El loco de Torremolinos o El sádico de Fuengirola. Por ese lado sí me queda una amargura tremenda. Ahora vivo en Marbella medio retirado, haciendo mis programas para la televisión local. No me interesa el cine español actual ni las series de televisión; si viviera en Estados Unidos pues sí, me encantaría hacer la música de una serie como Ally McBeal, pero para hacer Cuéntame, no me interesa para nada; digan lo que digan, me parece una horterez increíble».
Dejemos que Alfonso concluya dando rienda suelta a su verbo corrosivo: «Me siento muy orgulloso de que la gente joven me conozca y le guste mi música, eso sí me emociona. Me digo: pues no hemos sido tan horteras como decían, ni tan gandules, ni tan frívolos, ni tan borrachos. Porque, menos guapos, nos han llamado de todo. Nosotros éramos los horteras y los buenos eran Víctor Manuel, Aute y toda esa colección de tristes, porque eran muy tristes esos chiquitos. Ellos eran los intelectuales y nosotros la escoria que íbamos a las fiestas con chicas guapas y nos emborrachábamos en Boccaccio o en Pasapoga».
DISCOGRAFÍA SELECCIONADA EDITADA EN CD
Jazz natural (Subterfuge, 1999)
El callejón de los sueños perdidos (Subterfuge, 2000)
Verano del 72 (Subterfuge, 2002)
Café Ipanema (Subterfuge, 2003)
Esta entrevista es parte del informe «Viaje al corazón del lounge»