Cuando se realizó esta entrevista en el año 2000, Gustavo Cerati –referente obligado del rock latinoamericano cuando estaba al frente de Soda Stereo–, acababa de editar en España el bellísimo Bocanada. El álbum mostraba a un crooner reposado –con Scott Walker y David Bowie como modelos– que indagaba en el arcón de sus recuerdos, rescatando muchos de sus vinilos de rock sinfónico.
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Entrevista realizada en 2000 y publicada en el nº21 de Zona de Obras
Gustavo Cerati es un personaje clave para el rock argentino y latinoamericano. Suerte de David Bowie del Sur, ha estado asociado desde sus comienzos a la modernidad y la vanguardia pop, consiguiendo un nivel de popularidad que lo ubica actualmente en el Olimpo de los solistas del rock argentino, junto a Charly García, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro y Fito Páez. Con ellos no comparte valores estéticos, sino niveles de popularidad. Ya sea como líder de Soda Stereo o en su flamante carrera solista, Cerati se mueve dentro del terreno de la canción pop pero, invariablemente, toma riesgos que convierten cada uno de sus discos en una obra sustanciosa, tanto para los iniciados como para el público masivo. Será tal vez por su atrayente voz (una de las mejores del rock en castellano) que todo lo transforma en una materia accesible o quizá sea por su carisma personal, pero cada uno de sus pasos es seguido, invariablemente, por miles de personas.
Editó su primer álbum en 1983, frente al trío Soda Stereo. Influido por grupos como The Police y XTC, con un cancionero fácilmente adictivo y una imagen glamorosamente atrayente, se convirtió en el estandarte de la modernidad argentina. Además, cada disco del grupo significó una reinvención sonora, pasando por el dark, el funk, el hard rock, el noise pop, el rock argentino de los albores y la cyberdelia. Entre 1990 y 1992 se editan sus dos álbumes capitales: Canción animal y Dynamo, ambos con la colaboración de Daniel Melero, considerado «el Brian Eno argentino». Junto a Melero, Cerati grabó, a dúo, el disco Colores santos (1992), que combina electrónica y canciones. Un trabajo de ruptura para el rock argentino.
En 1997, debido al desgaste artístico, Soda Stereo se separa. A partir de ahí, Cerati encara un proyecto electrónico eventual con músicos chilenos (Plan V) y luego el dúo de tecno minimalista Ocio. Editado en la Argentina en 1999, Bocanada es el segundo esfuerzo solista de Cerati. El anterior, Amor amarillo (1993), de carácter intimista y hogareño, fue grabado cuando aún integraba Soda Stereo.
Artísticamente, Cerati es un caso único para el rock argentino. Su preciosismo estético, junto a su status de artista masivo, lo ubican en un lugar particular donde, por ahora, no tiene par alguno. Además, es el único músico de su generación que se mantiene atento al devenir de la música, ávido consumidor de discos y siempre al tanto de las nuevas tendencias.
¿Podrías haber hecho Bocanada con Soda Stereo?
No… Aunque los métodos de composición son similares, porque desde la mediana etapa de Soda Stereo (o sea, finales de los años 80) yo armaba mis propias maquetas con cierto nivel mínimo de producción, con los bajos y las baterías ya esbozados. Al principio componía sólo con la guitarra española, pero luego los métodos se fueron sofisticando. Bocanada tiene mucho de sampleadelia, en algún sentido es menos guitarrero que Soda. Creo que Bocanada no hubiese existido si yo hubiera seguido en Soda.
¿No había temas compuestos que quedaron fuera del repertorio del grupo?
El único que llegamos a interpretar fue Paseo inmoral, como una posibilidad para Sueño stereo [el último disco de estudio del grupo]. Se había esbozado la primera idea pero con otra letra. Incluso, ese mismo tema ya venía heredado de Amor amarillo.
El sampler de Gary Glitter incluido.
Claro. La idea era medio glam pero después fue mutando. Sin embargo, la armonía y la melodía son las mismas. Después, hay otras composiciones de Bocanada que son ideas que surgieron en la época de Sueño stereo y más adelante aún. Eran como bandas de sonido, bases que no tenían pretensión de canción; al empezar a revisar todo el material –lo que tenía grabado en los últimos tres o cuatro años–, había cosas, como en el caso de Beautiful, que me sonaban como el basamento de una posible canción, entonces me puse a trabajar sobre ello. Les puse letra y melodía.
Hay mucho de banda sonora en Bocanada, mucho ambiente.
Porque la mayoría de los temas habían sido, en principio, instrumentales.
«Bocanada es un álbum que trabajé mucho en solitario, y luego incorporé una seudo banda, que en realidad son colaboradores. Eso es muy diferente a trabajar con Soda Stereo, donde quizá todas estas ideas hubiesen pasado por la situación del ensayo, donde cada uno interpreta y agrega su personalidad como parte de un grupo»
Tus canciones en Soda Stereo tenían un concepto más de hit, eran más arriba; Bocanada suena más introspectivo. ¿Se puede relacionar con que estás solo?
Tiene que ver con la forma en que lo hice y con lo que pretendía hacer de ese disco, pero no necesariamente tiene que ver con que no pueda hacer una cosa más arriba a nivel tempo. Bocanada es un álbum que trabajé mucho en solitario, y luego incorporé una seudo banda, que en realidad son colaboradores. Eso es muy diferente a trabajar con Soda Stereo, donde quizá todas estas ideas hubiesen pasado por la situación del ensayo, donde cada uno interpreta y agrega su personalidad como parte de un grupo. Además, la banda en sí misma tiene una idea de volumen sonoro. De todas formas, en Bocanada quise trabajar con cierto concepto que tenía que ver con algo más relajado.
La gente que tocó en el disco, ¿tuvo libertad para incluir sus ideas?
La mayoría de los temas estaban muy planteados, pero hubo muchos agregados que mejoraron notablemente todo lo que había pensado y que, también, reemplazaron cosas que había hecho –desde la batería hasta muchas intervenciones de teclados. Pero, sin lugar a dudas, Bocanda es un trabajo mucho más de estudio que cualquier disco de Soda. Realmente es lo que quería hacer en ese momento. Amor amarillo fue una situación tranquila también, pero no tiene prácticamente intervención de otras personas, aunque la idea era más rockera. Seguramente mi próximo disco va a ser otra cosa diferente. Uno se va aburriendo por el desgaste que ocurre tocar en las giras. Incluso en los shows el material de Bocanada mutó mucho. Yo no había pensado nada de eso.
¿No habías pensado tocar Bocanada en vivo?
Sí, pero no había pensado la forma.
En este disco pareciera que cantás mejor que nunca, se nota una intención de crooner.
En Bocanada la voz plantea gran parte de la esencia del disco. Es un disco de interpretación, y lo vocal siempre me había costado mucho más en todos los discos anteriores. Quizá por el apuro de tener que hacerlos, quizás porque no existían sistemas de grabación como el Pro Tools. Esta vez busqué las tomas con mucha tranquilidad. Tiene el clima de haber sido grabado en mi casa, en mi estudio. Se me nota más relajado, por eso la voz sale más expresiva.
Eso también se nota más en directo.
Le di mucho acento a ese tema. En otras ocasiones me tenía que repartir más entre ser guitarrista y cantante. Esta vez pude dejar la guitarra por un rato y dedicarme a cantar. Esta vez, la guitarra es un elemento más de una cantidad grande de instrumentos. No es necesariamente el motor… como sí ocurre con la voz.
¿Pensaste en Scott Walker al hacer el disco?
Sí. No sólo lo escuché y tiene que ver con el disco, sino que directamente hay samples sacados de él.
«En temas como Verbo carne estaba poseído, pero no había una realidad concreta en ese momento en mi vida. No me importa tanto de dónde surge la inspiración. Es como cuando hablábamos de los samples: todo es material que puede moldearse»
Aclaraste el de Focus pero otros no. ¿Hay muchos samples que no están declarados?
Declaré aquellos con los que podía tener algún tipo de problema. El terreno de los samples aún no está muy claro. Ahora se está debatiendo el tema MP3. Mi sensación es que, en el caso del sample de Focus (el tema Bocanada está armado en base al fragmento Eruption, del álbum Moving Waves) es una parte fundamental de la composición. Sobre el tema instrumental hice una nueva canción.
Más o menos como ocurre con Bitter Sweet Symphony de The Verve.
Sí, también como sucede con el tema de Massive Attack y el sample de Billy Cobham (Safe From Harm). El problema con estas cosas es que se hace muy tortuoso hacer la declaración de los samples y es un terreno bastante indefinido. En el caso de Eruption no podía dejar de declararlo.
Hay mucho sinfónico en el disco. ¿Te pegó la idea por lo que escuchabas en el pasado o por el nuevo sinfonismo de Spiritualized o Radiohead?…
Fue por el pasado, porque me reencontré con mi colección de vinilos. Volví a tener un tocadiscos. Empecé a recuperar un montón de cosas y sampleé mucho. Tenía canciones armadas en base a instrumentales de Yes. De toda esa serie quedó el de Focus. También hay muchas cosas que autosampleé. Cosas que yo había grabado y también tenía un banco de sonidos de otros lados, algunos ya ni siquiera sé de dónde vienen. En el caso de Zoom, de Soda Stereo (contiene un sample de New York Groove de Hello), es gracioso porque hace poco me encontré con un disco de unos alemanes que tiene una versión de ese mismo sample en forma de remix. Como si hubiesen hecho una versión de Zoom en clave minimal techno. ¡Era increíble! Cuando sampleas una cosa y funciona hay que usarla. Tampoco me importa que lo hagan conmigo. Creo que lo importante es transformar el sample en una canción, darle un valor diferente. De hecho, con la gente de Focus me está costando muchísimo. No los encuentro, no responden a los llamados. Tengo parada la situación de derechos de la canción, pero no me preocupa. En algún momento lo entenderán.
¿Vas a tocar Bocanada en España?
Me gustaría hacerlo. Me agarra en un momento en que estoy pensando en un nuevo disco, pero, sea como sea, voy a ir a España a tocar y por eso se editó Bocanada allí [En España, Bocanada se editó a través de Plan B, sello de la revista Zona de Obras y Subterfuge Records].
¿Cómo ves el mercado español para lo que vos hacés? En Argentina tenemos la herencia de Spinetta, y se nos hace bastante normal hablar con metáforas, pero en España las letras son mucho más directas.
No tengo mucha información de lo que pasa en música pop en España. A menos que uno decida concretamente investigar el tema, acá no se llega a conocer nada. Sólo conozco hechos aislados. Estuve en el Sónar (tocando con Ocio), pero sólo se escucha música electrónica e incluso hay poco de España. Alcancé a ver un grupo de hip hop llamado 7 Notas 7 Colores, escuché acá a un grupo que ya no existe que es Le Mans, que me pareció muy interesante. Se ve que tuvieron importancia a nivel underground. No tengo mucha referencia de lo que ocurre. Cuando Soda estuvo en España nos fue muy bien, pero a un nivel de comienzo. Tocamos en el Celeste de Barcelona, hicimos dos Revolver en Madrid.
¿Era la época de Canción animal?
Sí, fue post Canción animal. Más precisamente después de Rex Mix y antes de Dynamo. Fue una de las giras que más recuerdo artísticamente. Fue muy potente lo que pasaba en escena. En la banda estaban Melero y Tweety González en teclados. Tengo un recuerdo de que la gente vibraba mucho con el show. Había, por supuesto, muchos argentinos y latinoamericanos, pero también vi a público español interesado.
Cancion animal se editó en España.
Sí, pero fue muy inconstante nuestra presencia allá. También salió el doble en vivo de la despedida. Yo en Argentina estoy en BMG, pero la filial española consideró que Bocanada no es un material que querían trabajar a nivel masivo, así que lo sacamos por el sello Plan B, que es independiente. Ellos ya vienen editando discos interesantes de música argentina, y eso va formando también un tipo de interés.
«Con Spinetta me une una tremenda admiración y sobre todo por el período de Pescado Rabioso y el primer Invisible. Fue el molde en el que yo quise meterme. Cuando tenía quince años quería ser Spinetta. Hoy lo que la gente hace con Charly García, mirar todo lo que hace, suponer cosas y todo eso, yo lo hacía con Spinetta. El protagonizó los momentos más brillantes del rock en la Argentina. Lo tengo clarísimo»
¿Qué te une, tanto personal como profesionalmente, con los otros cuatro grandes solistas argentinos (Charly García, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro y Fito Páez)?
Con Spinetta me une una tremenda admiración y sobre todo por el período de Pescado Rabioso y el primer Invisible. Fue el molde en el que yo quise meterme. Cuando tenía quince años quería ser Spinetta. Hoy lo que la gente hace con Charly García, mirar todo lo que hace, suponer cosas y todo eso, yo lo hacía con Spinetta. Pensaba «Uy…toma muchos ácidos». Para mí era un ídolo absoluto, y lo tenía relativamente a mano. Yo escuchaba mucho rock nacional: Vox Dei, Aquelarre… Pero lo de Spinetta en esa época me parecía asombroso. A la prehistoria del rock nacional (Manal, Almendra, Los Gatos) yo llegué tarde por una cuestión de edad. Después la escuché solo a nivel informativo. Para mí esa época fue muy fuerte. Pienso en cómo vivían y la libertad que tenían para hacer discos. No estaban preocupados en vender más. Hacían sus discos e iban a fondo. Estaban pensando en la obra artística. Había una pretensión que los llevaba a conseguir resultados memorables, como el caso de Artaud [álbum solista de Spinetta editado bajo el nombre de Pescado Rabioso], un disco brillante, histórico, de quiebre. Desde ahí amo a Spinetta para siempre, aún con sus diferentes etapas. El protagonizó los momentos más brillantes del rock en la Argentina. Lo tengo clarísimo.
¿Seguís su carrera?
No. Después hay muchas cosas que no me han gustado. De todas maneras, siento que tengo algo fuerte con él. Con Charly es otra la relación. Sui Generis no era un grupo que me interesara. Me parecía fantástico lo que ocurría: desde un lugar rockero como actitud se creaban canciones que pasaban a un estado pop que ni Spinetta ni nadie de esa generación había logrado. Eso me gustaba pero no era un modelo para mí. Yo no estaba interesado en el folk. James Taylor no me interesaba, aunque después lo haya descubierto. Yo era mucho más rockero, más de King Crimson y cosas así, por eso Spinetta estaba mucho más cerca de eso: polirritmias, complicaciones, delirios, drogas que ni yo conocía; algo que significaba una apertura. Lo otro era como un molde que de algún modo conocía. Sin embargo, no podía negar la tremenda capacidad de Charly por producir melodías, canciones que pegaban en la gente. Con los años, Charly tuvo un acercamiento hacia mí mayor que el mío hacia él. Venía a los conciertos, tocaba en ellos. En los últimos años nos hemos acercado más desde el lado emocional. Charly se comporta de formas muy diferentes con la gente, y conmigo hay una cosa que, tengo que reconocer, es especial: siempre ocurren muy buenas situaciones con él, aún en su estado de locura o en el mío. Siempre hay algo bueno que pasa ahí. También pienso que tiene momentos muy buenos artísticamente. El es el rockero más grande que tenemos, el más rockero de todos en el mundo, aunque por ahí suene raro en España. Hasta Courtney Love lo dijo: «Nunca conocí a una persona más loca que este tipo», y para que ella lo diga.
¿Nunca pensaste en hacer algo con Spinetta como lo hiciste con Melero?
Sí, me gustaría. Creo que algún día se lo voy a plantear. Tampoco es algo fácil. No tengo muchas experiencias de haber hecho discos con otros a ese nivel.
¿Y que relación tenés con Andres Calamaro?
Andrés me alucina. Es super respetable lo que hace en cuanto a producción: es tan vasta, casi de libro Guiness. Con sólo pensar la cantidad de tiempo que se pasa en un estudio me agarra un ataque. Admiro lo prolífico que es pero, por otro lado, conociendo la situación de adentro, me impresiona las cosas que tiene que dejar de lado en la vida para hacer todo eso. Está bien… ¡que vaya a fondo! Ahora, musicalmente me parece muy desigual. Hay canciones que no parecen de la misma persona. No puede ser que alguien haga algo tan precioso por un lado, y por otro algo tan feo. Por un lado le tengo admiración –porque es un tipo que hace buenas canciones, escribe bien–, pero por otra parte la situación es tan autobiográfica que no la comparto –más que nada la idea de recurrir a la honestidad como valor artístico. Es tan importante la verdad como la mentira. No me interesa declamar sobre una situación personal, ser tan honesto. No es un valor que artísticamente sea importante.
Es que en esos discos el centro es él y todo gira alrededor de eso.
Probablemente en mis discos también ocurra eso pero yo vivo falseando las situaciones. Bocanada es un disco de interpretación donde de alguna manera estoy actuando, no tiene que ver necesariamente con cosas que me ocurran.
Tenes más que ver con Bowie.
Me gusta más ese lugar para abordar la música y las letras. Probablemente porque no tenga la capacidad de escribir situaciones absolutamente cotidianas todo el tiempo y sin parar. En el momento en que canto las canciones las siento en carne propia. Me pasan momentos de magia blanca y negra. En temas como Verbo carne estaba poseído, pero no había una realidad concreta en ese momento en mi vida. No me importa tanto de dónde surge la inspiración. Es como cuando hablábamos de los samples: todo es material que puede moldearse.
Te falta hablar de Fito.
No le conozco demasiado personalmente. El quedó muy embelesado con Bocanada. Vino a un show y quedó muy pegado, le encantó; pero reconozco que no conozco tanto su obra. Nunca he escuchado sus discos en su totalidad. Conozco temas y algunos me parecen buenísimos. A veces lo siento como muy forzado a hablar de algo localista. Yo sé que hice una canción como Ciudad de la furia [del álbum Doble vida de Soda] donde hablo de Buenos Aires, pero no le estoy hablando a Buenos Aires. Él le habla a las ciudades. Es algo que me llama mucho la atención. Le habla a mucha gente. En un punto, eso es interesante porque él tiene la noción de que lo que él dice va para mucha gente. Yo no soy estúpido. Cuando hago una canción sé que al menos parte de la letra va a ser cantada por la gente, pero no tengo esa sensibilidad ciudadana.
La diferencia tal vez radica en que vos venís de Spinetta. A grandes rasgos, vos sos a Spinetta lo que Fito a Charly. En una época Charly también le hablaba a las ciudades, captaba el pulso de lo que ocurría.
Puede ser. Otra cosa que se me pegó de Fito es una frase que dijo: «No hay nada nuevo en la música, no se puede hacer nada nuevo, ya está todo hecho». Eso tiene una lectura entendible por un lado. Ok, es el mismo material de siempre, pero no le veo ansias de investigar. No me queda claro qué es lo que está buscando. Lamenté que lo haya dicho, aunque sé que muchas cosas se dicen un día y mañana se piensa otra, como me puede pasar con cualquier cosa que yo diga hoy.
«Mentalmente vivo de una forma bastante dicotómica. Trato de conciliar y espiritualmente estoy muchísimo más tranquilo, básicamente porque han aparecido cosas en mi vida que tienen mucha más importancia como los hijos. Cuando te ocurre algo así, hay cosas que ya no son tan importantes pero tampoco quiere decir que uno cambie tanto»
¿No será que todos los grandes ídolos argentinos terminan mal? Es como un destino trágico, pareciera que este país te chupa.
Si yo luzco entero tal vez sea porque tengo una situación de familia con cierto nivel de contención, pero también tengo mi locura. Me sirve mucho estar rodeado de gente que está cuerda aunque siempre estoy al borde de irme a cualquier lado; es muy difícil crear una estabilidad emocional cuando te dedicas a esto. Es casi imposible. Yo vivo en una cueva (el estudio) catorce o quince horas por día, y cuando salgo el mundo es otro. No puedo dialogar con el vecino de la misma manera. Por ahora tengo armada esta situación pero no puedo apostar al futuro. He tenido momentos tremendos: como salir de gira y clavarme veinte ácidos en diez días. Son cosas que no me censuro pero ya no puedo hacerlas con esa intensidad… Quizá por la edad.
¿Seguís saliendo de noche hasta el amanecer?
A veces sí. Mucho menos que antes. Probablemente prefiera juntarme con amigos a hacer música que ir a meterme en una disco. De vez en cuando lo hago y en las giras es algo que no falta. Es un descontrol. Igual, manejo otros niveles. Cuando tenía veinte años y estaba con Soda Stereo no tenía ningún tipo de límites, pero ahora ya conozco hasta dónde puedo llegar. Es una cuestión puramente física. Pero mentalmente vivo de una forma bastante dicotómica. Trato de conciliar y espiritualmente estoy muchísimo más tranquilo, básicamente porque han aparecido cosas en mi vida que tienen mucha más importancia como los hijos. Cuando te ocurre algo así, hay cosas que ya no son tan importantes pero tampoco quiere decir que uno cambie tanto.
¿Qué música estás escuchando ahora?
Oui, el álbum de The Sea And Cake, me encanta. Tal vez porque me hace acordar a Steely Dan y a Prefab Sprout, que hicieron discos que me gustaron. De los Prefab Sprout me gustaba Steve McQueen y de Steely Dan, The Pretzel Logic. De Steely Dan me alucinaba la producción y la voz. También me gusta mucho el último de Tarwater (Animals, Suns And Atoms), a nivel de canciones. Y escucho mucha música electrónica, por lo general la que viene de Alemania como The Modernist. También estoy muy impresionado con cosas que he escuchado en Latinoamérica. Creo que se están haciendo cosas muy buenas.