El próximo 23 de febrero se estrenará en el Teatro del Barrio Homenaje a Billy el Niño, una obra documental que retrata la violencia institucional durante la Transición española, y el posterior silencio de parte del sistema político. Antes del estreno, dialogamos con la directora, Eva Redondo, y con Jessica Belda, coautora del texto junto con Ruth Sánchez.
El 7 de mayo de 2020, en pleno confinamiento, murió en la Clínica San Francisco de Asís de Madrid Antonio González Pacheco, mejor conocido como Billy el Niño. Había contraído Covid-19, y falleció ostentando las cuatro medallas obtenidas por su labor en el Cuerpo General de Policía y la Brigada Político Social durante el régimen franquista y la Transición. Esos méritos que el gobierno de España avaló hasta su muerte estuvieron marcados por las incontables denuncias de crímenes y torturas, desestimadas a lo largo de los años gracias al blindaje judicial que otorgó la Ley de Amnistía de 1977.
Recién luego de su muerte, el Congreso de los Diputados aprobó retirarle a González Pacheco todas sus condecoraciones, pero el desinterés por hacerlo mientras el ex-policía aún estaba vivo, sumado a los testimonios de las personas que sufrieron de sus abusos, motivaron a las dramaturgas Jessica Belda y Ruth Sánchez a escribir Homenaje a Billy el Niño, una producción de Teatro del Barrio que se estrenará en aquella sala de Madrid el próximo 23 de febrero y contará con las interpretaciones de Antonio Gómez, Jesús Barranco y Jessica Belda.
«Cuando leí el texto, me gustó mucho y acepté la propuesta con un poco de miedo, porque es la primera vez que dirijo algo tan explícitamente político», dice Eva Redondo, la directora del proyecto. «Investigando y hablando con las autoras me he dado cuenta de que ellas llevan una labor documental muy exhaustiva, y me sorprendí de lo poco que yo misma sabía del tema. Sí sabía que Billy el Niño era un torturador franquista que había muerto con todas sus condecoraciones, pero lo que más me impactó fue ver cómo se le ha seguido legitimando por parte del gobierno español y del propio sistema».
Esta legitimación a la que refiere la directora cobró mayor dimensión cuando en 2010, la Justicia argentina aprobó iniciar una querella contra los crímenes del franquismo, amparada en el derecho internacional que establece la potestad de los países para juzgar crímenes de lesa humanidad ocurridos en otros territorios. A partir de entonces, la jueza argentina María Servini de Cubría encabezó una investigación que derivó en numerosos testimonios y el pedido de extradición de varios torturadores y cómplices, entre los cuales estaba Billy el Niño.
«Siempre me da pena que en este tipo de propuestas suele venir gente afín a la ideología de izquierdas. Como una especie de confirmación de algo que ya sabes. Me gustaría que se acercara a verla otro tipo de público para que entendieran por qué sigue habiendo esta necesidad de reparación»
Sin embargo, la Audiencia Nacional española rechazó los pedidos y esos crímenes siguen sin ser juzgados (para conocer en detalle este proceso, se recomienda ver el documental El silencio de otros, disponible en Netflix). «No es una obra que documente fundamentalmente los relatos de tortura de Billy el Niño», explica Redondo. «Lo que más documenta es esta complicidad de los supuestos padres de la democracia, y esa especie de compasión por los torturadores».
Para Redondo, el proceso de ensayo e investigación también significó darse cuenta de que ella misma, que se considera de izquierdas y que tiene un interés activo por conocer la verdad, ignoraba algunos detalles clave que le permitieron ver el maquillaje aplicado sobre el rostro de una democracia endeble. «He sufrido muchos desengaños a lo largo del proceso», cuenta, y pone como ejemplo la carta que firmó José Luis Rodríguez Zapatero en respaldo a Rodolfo Martín Villa, ex Ministro de la Gobernación durante el franquismo y otro de los acusados por la querella argentina.
«Todos esos personajes que para mí habían sido ejemplos de demócratas, de repente se convierten en personajes oscuros. Y de nuevo, la decepción de constatar una vez más que la Transición fue muy violenta, que en realidad no hubo transición, sino maquillaje», dice Redondo, que con Homenaje a Billy el Niño incursiona por primera vez en el teatro documental.
Respecto del proceso de ensayo y la puesta en escena, Redondo asume el desafío de trabajar con un material delicado, que demanda otro tipo de responsabilidad. «Al principio me daba mucho temor cómo hacer el tratamiento de estos testimonios, porque muchas de estas personas todavía viven. Poner en escena algo que una persona ha vivido en carne propia es mucha responsabilidad. Hay una estética del respeto en ese sentido», dice, y agrega: «Me está sorprendiendo porque tiene muchísimo humor. Estamos trabajando la comedia porque es necesaria. Aunque pueda chocar un poco a la gente, genera un distanciamiento que nos va a permitir entender todo el contexto, porque si no nos vamos a quedar muy apegados a la emoción que provocan estos testimonios».
«Investigando y hablando con las autoras me he dado cuenta de que ellas llevan una labor documental muy exhaustiva, y me sorprendí de lo poco que yo misma sabía del tema. Sí sabía que Billy el Niño era un torturador franquista que había muerto con todas sus condecoraciones, pero lo que más me impactó fue ver cómo se le ha seguido legitimando por parte del gobierno español y del propio sistema»
Jessica Belda y Ruth Sánchez escribieron la obra a partir de una investigación sobre el rol de las mujeres en la Transición, lo que inspiró a la creación de un texto anterior llamado Españolas, Franco ha muerto, estrenada en 2019 en el Teatro Español con dirección de Verónica Forqué. Al entrar en contacto con la historia de impunidad de los crímenes franquistas, decidieron que había suficiente material para una historia nueva. La propia Jessica Belda lo explica: «Empezamos a investigar y a hablar con la comuna de presos por el franquismo, con los y las torturadas por Billy el Niño. Hemos tenido acceso a denuncias que se han hecho a la querella argentina y a la denuncia por la impunidad que tienen los delitos del franquismo por las propias autoridades judiciales».
Todo este trabajo de documentación, dramaturgia y puesta en escena verá su síntesis a partir del estreno, cuando el público –entre el cual estarán algunas víctimas de torturas– reciba este material y saque sus propias conclusiones. En este sentido, Redondo sabe que será difícil llegar a un público diferente, aquel que más necesita comprender lo que ocurrió durante la Transición: «Siempre me da pena que en este tipo de propuestas suele venir gente afín a la ideología de izquierdas. Como una especie de confirmación de algo que ya sabes. Aun así, he tenido varias sorpresas. Para algunas personas creo que puede ser reveladora, pero me gustaría que se acercara a verla otro tipo de público para que entendieran por qué sigue habiendo esta necesidad de reparación».