Francisco, el Hombre es movimiento. Porque se mueve con soltura entre estilos sin respetar límites ningunos. También porque atravesó las fronteras que separan a Brasil del resto de Latinoamérica. Y, sobre todo, es movimiento porque no deja a nadie en su lugar en sus presentaciones en vivo.
Luego de la forzosa pausa pandémica, el combo retoma la ruta y mayo le encontrará girando por España. Por ello hablamos con dos de sus integrantes, Lazúli (Juliana Strassacapa) y Mateo Piraces Ugarte.
Chico César definió alguna vez a Brasil como una isla lusófona que da la espalda al resto de Latinoamérica. Francisco, el Hombre siempre se mostró como una banda empeñada en cambiar ese paradigma. ¿Esa propuesta fue pensada o surgió espontáneamente?
Lazúli: La idea de tender nuevos puentes entre Brasil y otros puntos de Latinoamérica es una de las raíces de nuestra banda desde el comienzo, porque también sentíamos esa aparente desconexión. Y pudimos percibir que nuestro público brasileño solo necesitaba un empujón para mirar al lado, hacia toda la riqueza que hay en «Abya Yala» [término en la lengua guna como alternativa indigenista para designar el continente americano].
Francisco, el Hombre siempre fue una banda social y políticamente activa y su trayectoria coincide con el auge de las luchas como las del movimiento feminista. Así compusieron un verdadero himno de esas luchas como es Triste, louca ou má (Triste, loca o mala). ¿Cómo fue la creación de la canción y la repercusión que alcanzó?
Lazúli: Yo traje la letra, era como un desahogo, y juntos hicimos el resto. De todo lo que había observado y vivido en mi familia y en las relaciones me molestaban muchas cosas acerca de los papeles de género, de la heteronormatividad y heterosexualidad compulsoria. Y también de cómo se reproducen las recetas de relacionamientos en la sociedad. Tenía ganas de cantar la primera parte de la canción para mi mamá, que ya no vive, y la segunda parte para mí, como para descontinuar esas normas.
Siento que cuando una persona canta desde el corazón, desde el útero, desde las vísceras, puede lograr alcanzar profundidades en quien escucha y tornarse un clásico. Este es el caso, me parece que yo tuve la gran oportunidad de servir de canal para ese mensaje tan simple pero urgente, para mí propia autonomía y la de tantas mujeres y personas LGBTQIAP+ por el mundo.
Años atrás reparaban en el peligro que representaba Jair Bolsonaro cuando muchos solo lo veían como un outsider de la política brasileña. ¿Cómo ven a Brasil hoy? ¿Vislumbran una esperanza de cambio en lo inmediato?
Lazúli: Bueno, creo que pudimos sacar algunos aprendizajes del tema «Bolsonada», de poner fuerza y energía en lo que queremos que crezca y prospere y no en lo que queremos cortar. Entonces estamos buscando hacer nuestra parte cocreando esa realidad más consciente y a favor de la vida, de la naturaleza y de los derechos del pueblo a través de otras canciones y acciones. Nos parece que sí, que hay motivos para que tengamos esperanza en un cambio para mejor no tan lejano.
Hablemos de Casa Francisco, el nuevo álbum. ¿Qué lo diferencia de los anteriores Soltasbruxa y Rasgacabeza?
Lazúli: Me parece que en Casa Francisco tenemos mayor consciencia de quienes somos y más confianza en abrir las puertas de nuestra casa para quien quiera entrar. Es un disco que realmente representa nuestra casa, algunas de nuestras raíces y el puerto seguro dentro de la banda, que es la amistad, el amor de familia. Lo siento como un disco más maduro.
En Casa Francisco hay varias colaboraciones. Nos gustaría saber un poco más sobre dos de ellos. En primer lugar, nos centramos en la participación de Dona Onete: ¿cómo la presentarías a quienes no la conocen?
Lazúli: ¡Dona Onete es una maestra de la vida! Una mujer increíble de Pará, un estado del norte de Brasil, que fue profesora, secretaria de cultura y a los años 60 años empezó a grabar y ser reconocida como cantante, compositora y poeta. Sus canciones en ritmo paraense Carimbó son super bailables, divertidas y enseñan sobre su cultura local.
«Me parece que en Casa Francisco tenemos mayor consciencia de quienes somos y más confianza en abrir las puertas de nuestra casa para quien quiera entrar. Es un disco que realmente representa nuestra casa, algunas de nuestras raíces y el puerto seguro dentro de la banda, que es la amistad, el amor de familia». (Lazúli)
También participa la banda catalana La Pegatina en Solo muere el que se olvida, una canción que reflexiona sobre duelos y despedidas a la «manera mexicana».
Mateo: Solo muere el que se olvida es una canción nuestra relativamente antigua. Llegamos a tocarla en algunos conciertos hace años, pero nunca sentimos que estaba lo suficiente madura como para grabarla. En este disco logramos revisitarla, repensarla y hacer una letra que nos representa. Habla sobre aprovechar el hoy, aprovechar a nuestras familias, nuestras giras y también sobre vivir la memorias de nuestros amigos fallecidos como forma de celebrar su vida. Es parte de lo que aprendimos con el Día de Los Muertos en México. Además de que dos de la banda somos mexicanos, también tuvimos la oportunidad de tocar en las fiestas de muertos y esa visión de vida y muerte nos penetró mucho. Poder compartir esa canción con La Pegatina fue lindo por más de un motivo: como era una canción más antigua, fue bonito ver como con su participación la canción se reinventó. Tomó caminos inesperados para nosotros cuando pusieron sus arreglos y voces. Además de eso, es una canción que no era tan fiestera hasta que llegaron los catalanes y la dieron vuelta. ¡Hoy el tema es una gran fiesta!
Recientemente versionaron Roda viva, de Chico Buarque, para el documental The coup d’état factory (La fantástica fábrica de golpes). ¿De qué va la película?
Mateo: Es un documental extremadamente importante para entender la coyuntura política brasileña actual, porque habla sobre como se construyó la ola fascista, neoliberal y autoritaria que está pasando por Brasil ahora. Es algo que no surgió de repente, se construyó con gran ayuda de los principales medios de comunicación brasileños. De eso trata.
Y cantar Roda viva tiene mucho sentido porque es una canción que fue creada durante la dictadura de los años 60-70-80, y habla sobre ese mecanismo de opresión instituido. Regrabarla es actualizarla.
Al momento de comenzar la pandemia sus shows se habían convertido en fiestas multitudinarias de música y baile que se vieron interrumpidos drásticamente. Ahora, con la vuelta de los directos, ¿cómo encuentran al público y como se encuentran ustedes después del stand by?
Mateo: Pasaron dos años desde que paramos de tocar. Entonces creamos otras rutinas, otras maneras de difundir nuestro trabajo e incluso nuevas formas de trabajar. Ahora estamos aprendiendo a juntar esas dos formas de vida: usar lo que aprendimos en estos dos años y volver a girar como hacíamos antes. Así, cada concierto lo tocamos como si fuera el último y el primero, y eso hace que la catarsis sea aún más grande.
Lo mismo siento por parte del público, cada concierto parece que es una gran fiesta de reencuentro. Es muy emocionante.
Este será el segundo viaje a España de la banda, con conciertos en Barcelona, San Sebastián, Madrid y Almería. ¿Qué recuerdos tienen de la anterior visita?
Mateo: Recuerdo bien la sensación de conocer un nuevo universo. Porque España tiene muchas regiones, tiene muchas culturas, muchas historias, controversias, comidas, idiomas… Es un conglomerado histórico y cada región tiene mucho que enseñarnos.
¡Tenemos muchas ganas de volver y poder crear la oportunidad de volver más veces, para conocer todo!
>Aquí todas las fechas de la gira de Francisco el Hombre por España.