Sin lugar a dudas nos encontramos ante uno de los grandes talentos surgidos de México en los últimos tiempos. Ya lo dijimos cuando publicó Marchita, su precioso álbum de debut: escuchar a Silvana Estrada eriza cada fibra del cuerpo. Y entrevistarla es un verdadero placer. Aquí nuestra charla con la gran artista veracruzana.
Con Marchita tu música y tu carrera han dado un salto cualitativo. ¿Qué queda de la chica que soñaba con hacer canciones en la mujer que está a punto de embarcarse en el que seguramente será su disco de consagración?
En realidad el gusto por hacer canciones y la ilusión y la emoción de cantarlas está intacta. Intento que ese sentimiento quede como un tesoro, porque este camino puede ser muy rudo y muy difícil. Trato de que quede algo que haga que todo tenga sentido: si el avión se retrasa, si el disco se retrasa o lo que sea, que haya algo que me sostenga. Esa ilusión de la infancia o de la chica que empezaba intento mantenerla intacta y estoy muy feliz de trabajar en un nuevo disco, que es una especie de «post-Marchita»: las canciones son preciosas, me siento muy motivada con ellas y me embarco desde un lugar con mucha más información, con mayor claridad de qué esperar… Pero, al mismo tiempo, la vida siempre nos sorprende. Así que estoy viendo cómo se mueven las aguas de lo que se viene.
Ahora mismo podemos verte cantar con una banda del indie más profundo anglosajón como Iron&Wide y también colaborar en el siguiente disco de Mon Laferte. Y todo sin perder un ápice de tu esencia como compositora. ¿Has creado un espacio musical donde todo puede acabar resultándote cómodo si está hecho desde el sentimiento, desde el corazón?
Yo diría que sí, que en el hecho de colaborar y salir del sonido propio hay mucho riesgo; es algo muy divertido siempre y trae muchos retos. Desenvolverte en diferentes ámbitos pero conservar tu centro es algo muy bonito pero, al mismo tiempo, me genera mucha alegría y mucho placer poder cantar con Andrew Bird, Iron & Wine o Mon Laferte y sentir que en todos esos paisajes encuentro yo mi centro, y que sigo sabiendo de dónde vengo. Es algo que llevo conmigo y que no decido activamente dentro de mi sonido, pero surge y consigue que aporte algo desde lo que soy. La música siempre tiene algo muy honesto y muy frontal, y que deja que existan muchos sonidos dentro de ella. Y eso es maravilloso.
«Creo que hay canciones que me conmueven y canciones que no. Me cuesta catalogar las canciones como «buenas» o «malas»: hay tanta cosa en este mundo… Hay cosas que para mí no tienen sentido y funcionan, y otras que para mí deberían ser himnos y no las conoce nadie»
Hace unas semanas pudimos verte en el Vive Latino en Zaragoza. No fuiste la única mexicana, fue un gusto para el público asistente disfrutar de mitos como Café Tacuba o genios como Camilo Lara al frente del IMS. ¿Cómo ves la escena de tu país?
La escena mexicana es una de las más sanas que conozco: hay espacio para todo el mundo, muchísima diversidad de propuestas; desde Café Tacuba a Natalia Lafourcade haciendo canciones preciosas, Julieta Venegas que está sacando disco nuevo, las nuevas generaciones, Augusto Bracho o El David Aguilar, que son del universo más de la canción y el folclore; todo el universo del rap, el hip-hop o el reggaetón… Y es muy bonito ser parte de todo esto. El Vive Latino en Zaragoza fue un buen mosaico de toda esta diversidad, y fue muy bonito presentarlo allá.
Por otra parte, lo que más me gusta del presente musical mexicano es la cantidad de mujeres que estamos tomando espacio de protagonismo: componiendo nuestras canciones, arreglándolas, dirigiendo nuestros proyectos… creo que estamos construyendo una escena nueva de mujeres. Me parece muy importante y bonito, y es necesario darle visibilidad, porque México es un país que sufre mucho la violencia de género, el machismo, la falta de representatividad en espacios de poder. Creo que eso está cambiando, y estoy orgullosa de que haya una escena así y de formar parte de ella.
¿Crees que los clásicos, los grupos consagrados como los Tacuba, siguen siendo capaces de sacar discos que cambien el mundo?
Creo que sí, que los grupos consagrados tienen la capacidad de renovarse, de cambiar… de equivocarse, también. Pero el hecho de sacar un álbum sincero hablando de sus realidades y de cómo quieren sonar es algo valioso. Natalia Lafourcade también está sacando álbum nuevo con una sonoridad totalmente distinta, y estoy muy feliz y orgullosa de que lo afronte desde ese lugar. Los Tacubos cada disco que han sacado ha sido como un puntal, ha partido aguas, y creo que eso no lo cambia el tiempo: cuando tienes esa habilidad para narrar, para expresarte y generar estéticas sonoras e identidades y mundos a través de los álbumes, eso no se va nunca. Me pasaba el otro día escuchando el disco de Björk: lleva décadas sacando discos y en cada uno sigue arriesgando sin tener miedo a nada. Eso es muy admirable.
¿Qué bandas o solistas mexicanos nos recomendarías? ¿A qué grupo o solista mexicano que nunca –o aparentemente nunca– relacionaríamos con tu música te gusta escuchar o has descubierto recientemente?
Fíjate que ahora está pasando algo muy loco en México: hay unas mezclas muy bonitas, y estoy escuchando mucho a una chica que ha salido hace relativamente poco, que descubrí viendo vídeos suyos hace cuatro años en una tienda de guitarras en Chicago (son mexicanos viviendo allí, de segunda y tercera generación) cantando canciones sierreñas, que es una música del norte, canciones muy tristes. Estoy escuchando mucha música serreña, mucho corrido tumbado, grupos como Fuerza Regia. Ando muy norteña, creo. Pero no norteña como Chavela Vargas, sino norteña de ahora. Creo que a veces no me ubican mucho en ese lugar, como que no me relacionan, porque son folclores mezcladísimos con otras cosas. Es verdad que hay muchas cosas que no comparto: hay muchas historias machistas, de narcotraficantes y tal; pero por eso me gustan las canciones sierreñas, porque son canciones de amor. Tiene toda esa información musical del norte tan espectacular, esos bajos súper rítmicos, y canciones muy bonitas que disfruto mucho. Ahora hay como un boom de todo eso y yo estoy súper montada en esa ola.
«Como mujer en México me siento descuidada, desatendida… aunque hay muchas redes para cuidarnos entre nosotras, creo que ahora mismo en casi todos los países de Latinoamérica, tan azotados por la explotación y los intereses externos, es muy difícil hablar de los problemas que hay, porque hay muchos; pero el que me toca más de cerca es el de la violencia de género, porque es muy difícil de atender»
Con el final de siglo hubo un cambio en la música latinoamericana, la aparición de Andrea Echeverri con Aterciopelados, Julieta Venegas, Cecilia Toussaint, Ely Guerra… Ahora, ¿tienes la sensación de que existe otra nueva ola, una red de mujeres compositoras e intérpretes como Mon Laferte o Natalia Lafourcade, que como tú recogen ese testigo de rock mezclado con raíces?
Sí, definitivamente veo a una escena de mujeres, obviamente liderada por Natalia y por Mon; pero tanto en la ciudad como en el interior de México hay muchos proyectos liderados por mujeres instrumentistas maravillosas. Creo que es algo muy de ahora: hace cinco años te diría que no pasaba mucho, pero ahora sí lo noto. Y creo que es porque ha habido artistas que han encontrado esa representación y que dejaban en claro que sí que podía haber artistas como Natalia, que podía mezclar rock con folclore pero después se avienta un disco solo de folclore, otro de canciones hermosas… O como pasa con Mon, que de repente canta una ranchera, pero con la misma se hace un tema en inglés y le dan el Grammy a Mejor Canción de Rock Alternativo… Eso genera confianza en que las cosas se pueden hacer. Hay una ola muy grande de mezclar, y es la ola de nuestro tiempo porque tenemos a mano toda la información. Crecemos con muchos géneros distintos, y en idiomas muy distintos, y todo convive de manera muy natural. Hay un corresponder a la época muy bonito de nuestros tiempos.
Capaz de cantar por Violeta Parra, recoger el testigo de Guitarricadelafuente para interpretar Guantanamera o hacer un tema de Juan Gabriel, ¿Te sientes cómoda en registros más clásicos o para ti las canciones son buenas o malas?
Creo que hay canciones que me conmueven y canciones que no. Me cuesta catalogar las canciones como «buenas» o «malas»: hay tanta cosa en este mundo… Hay cosas que para mí no tienen sentido y funcionan, y otras que para mí deberían ser himnos y no las conoce nadie. Pero cada quién puede y debe tener su propio criterio y tener la libertad de cantar lo que quiera cuando quiera. Es un alivio que uno como artista elija el árbol que quiera y encontrar la belleza donde uno la identifique. A veces me pasa de encontrarla en grandes clásicos y otras veces en cosas súper nuevas. Sí que hay unos valores estéticos que he moldeado con el tiempo, pero no estoy exenta de ir aprendiendo y entendiendo cosas nuevas. Y ese es el camino y el reto de crear y entender el trabajo de las y los colegas. Hay mucho de salir de tu zona de confort para entender qué es lo que está sucediendo en tu cabeza. No siento que sea quién para decir qué es lo bueno y lo malo, pero sí que soy consciente de qué es lo que me conmueve y que quiero que exista más en el mundo.
¿Qué puedes contarnos sobre la situación política y social de México en la actualidad?
Es súper extenso y difícil hablar de esto, porque México es un país muy complicado y podría extenderme mucho. Pero, desde mi trinchera, te digo que México es un país maravilloso muy azotado por la violencia, pero mucho más desde que entraron los sexenios del PAN (Partido Acción Nacional). Aumentó desmedidamente, sobre todo en mi región, Veracruz. Ahora la situación con las mujeres se ha complicado mucho, y es verdaderamente doloroso lo que está pasando.
Como mujer en México me siento descuidada, desatendida… aunque hay muchas redes para cuidarnos entre nosotras, creo que ahora mismo en casi todos los países de Latinoamérica, tan azotados por la explotación y los intereses externos, es muy difícil hablar de los problemas que hay, porque hay muchos; pero el que me toca más de cerca es el de la violencia de género, porque es muy difícil de atender. No sólo en Latinoamérica, sino en todo el mundo. Pero en México es una violencia que crece porque somos un país que nos hemos enfrentado a violencias de todo tipo desde hace mucho tiempo, y hay mucha visibilidad de violencias y muchos estímulos de crueldad, y eso ha envilecido mucho a nuestra sociedad.
Has crecido rodeada de música y, además fuiste a estudiarla y profesionalizarte en ella a la Universidad de Veracruz antes de embarcarte en tu proyecto artístico. ¿Cuánto de importante ha sido este proceso para alcanzar el estatus que dispones ahora mismo en México y en la industria española?
Yo empecé a estudiar música desde muy niña, y entré a la Universidad a los dieciocho años, aunque antes había hecho algunos cursos preuniversitarios, sobre los catorce o quince años. No terminé y decidí dejarlo, y ahí es cuando me profesionalicé: trabajando. Han sido casi diez años; al principio, sin tener idea, pero todo ha sido una fuerza hasta llegar a lo que soy. Pero hace cuatro o cinco años sí que hubo un clic es cuando identifiqué que tenía un proyecto sólido y que sabía qué es lo que quería hacer. Pero sí que llevo desde mucho antes macerando mi necesidad creativa y artística, y he probado un montón de cosas y he hecho un montón de proyectos. Trabajo muchísimo, que es algo que ha sido así desde siempre, me gusta mucho trabajar y ponerme en situaciones que impliquen aprender cosas que no sé y trabajar con gente que me intimida y que tiene mucha más experiencia que yo. Ese ha sido mi proceso, y ha sido por lo menos desde hace ocho años. Pero sí que el proyecto Silvana Estrada como lo tengo entendido ahora empezó hace unos cinco años. Pero todo es muy relativo, porque aún trabajo con muchas canciones que escribí cuando no sabía bien qué quería hacer. Aprendí que no saber es maravilloso, también: lo importante es hacer, aunque no sepas para qué.
¿Crees que es vital que tanto artistas, como todos los players de la industria musical, vivan ese proceso de estudiar el sector en el que trabajamos y así profesionalizar aún más la industria
Cuando hablamos de «profesionalizar la industria», más que estudiar carreras (de hecho, yo no me considero una artista «de carrera»: estudié solo dos años de una carrera que dura mucho más), pienso que lo que sé hoy día de la canción, aunque las bases me la dieron en la escuela, son mis colegas los que me ayudaron a tener la sensibilidad e inteligencia para saber qué cosas quiero hacer parte de mí y cuáles no, porque en la industria está lleno de cosas que tengo claro que no quiero.
Sí que creo que si queremos profesionalizar la industria deberíamos ser más empáticos: entender realmente qué hace cada quién. Cuál es el trabajo del artista, para que sepa cómo defenderse ante una industria que exige conciertos, canciones, creación, discos, entrevistas… y muchas veces se olvida la persona que está detrás: necesita tiempo para crear, disfrutar los shows, descansar.
A su vez, también es importante conocer el trabajo de un mánager, por qué tengo que contar con él, qué hace un tour mánager o un director musical, qué hacen las plataformas. Entender por qué esa gente son tus aliados. Luego, uno invierte mucho tiempo sin saber qué hace cada uno. Lo musical lo estudias, con maestro o no, las horas que estás en el piano, la guitarra o el cuatro, nadie lo va a hacer por ti, y eso a mí no me preocupa porqué sé que tengo que trabajar y depende de mí; pero es importante tener clara la funcionalidad de todo lo que rodea al artista.
«Es importante conocer el trabajo de un mánager, por qué tengo que contar con él, qué hace un tour mánager o un director musical, qué hacen las plataformas. Entender por qué esa gente son tus aliados. Lo musical lo estudias, con maestro o no, las horas que estás en el piano, la guitarra o el cuatro, nadie lo va a hacer por ti; pero es importante tener clara la funcionalidad de todo lo que rodea al artista»
Has conseguido un público fiel y un espacio en la agenda española de conciertos llegando a llenar el mismísimo Palacio Real de Madrid. Para un artista, ya sea español o mexicano, ¿Qué consejo le darías para afrontar el salto a otro país y conseguir un espacio y relevancia en su industria?
La mejor manera de dar ese salto y afrontar ese cambio de país es saber que lo tuyo es valioso. Siempre con humildad y mucha gratitud, pero que alguien en otro país decida ir a verte (ya es un milagro que suceda en tu propio país) es increíble. Saber que cruzo el océano y que llego al Palacio Real y que vivo lo que vivo es maravilloso. Ayuda muchísimo a reconocer que lo que hacemos es valioso y necesario, como otros artistas y canciones han sido valiosos para otros antes. Que la música sea honesta y sincera, y que sea como la música que me ha salvado la vida tantas veces, sanado, rejuvenecido, alegrado, es importante llevarlo como bandera para no perderse. Es muy fácil perder el camino, y más cuando estás lejos de casa. Es importantísimo cuidar la esencia como el material más valioso que tiene un artista.
Has colaborado con grandes artistas de habla hispana como Leiva, Jorge Drexler o Natalia Lafourcade, ¿es el featuring o la colaboración un punto de entrada a las dos industrias? ¿Existen puentes y nexos suficientes entre las dos para que los artistas puedan desarrollar su carrera en los dos países?
En el mundo de los featurings no me siento como un ejemplo a seguir, porque no he hecho muchos. He trabajado con esta gente que mencionas, pero lo he hecho desde el amor y la amistad, y no para «ganar territorios». Lucho mucho contra esa idea hegemónica de los territorios como algo que se tiene que conquistar. Creo que vale la pena moverse de territorio para conocer gente maravillosa.
He tenido la suerte de conocer a Leiva, a Drexler, a Rozalén y a mucha otra gente y, en realidad, con muchos he cantado solamente en directo y ha sido precioso por lo que yo he aprendido. Claro que ayuda que su público te conozca, pero creo que a veces es muy evidente cuando veo una «agenda de territorios», y creo que ahí se pierde mucha magia de hacer música por amistad, alegría y placer, que creo que debería ser la prioridad. La primera vez que fui a España fui en las condiciones más raras y al final salió todo maravilloso: los shows en Barcelona y Madrid fueron sold out y a partir de eso empezaron a surgir cosas. Conocí a Drexler, a Rozalén, a Leiva, y entonces las cosas tienen otro peso, y se sienten diferente: te sientes parte de una escena, además de que te sientes amiga de ellos y ellas. Pero creo que las cosas siempre se tienen que hacer desde el amor, en la medida de lo posible.
Sonar claro es la sección de Sympathy for the Lawyer, empresa especializada en asuntos legales y fiscales de artistas, sellos, promotores, festivales y mánagers. Si necesitas información o asesoramiento, puedes ponerte en contacto con ellos.
Marchita está editado por Madame Vodevil/Altafonte.