La canción como forma de vida, la mezcla de estilos bien digerida, urbano y descarado, sensible y bailable, un disco poliédrico que tiene al oyente como diana y amante. Triquell presenta Entre fluids, una celebración de la vida a través del eclecticismo.
Que: Disco (Halley Records)
Cuando te acercas a la obra de Triquell notas que exhala juventud, pop, electrónica y un grito expansivo hacia la sociedad que lo rodea. Una manera de utilizar los recursos del ritmo y la melodía que resulta superlativa: desde el amago de autotune macarra al modo Alizz hasta el bombo a negras de esencia valenciana de Detroit tango, junto a Alter Soma, todo es un tobogán de efectos, de efectividad lírica y musical, sin un momento de descanso.
Pura celebración del pop, en todas sus vertientes. Spoken word, guitarras esqueléticas que nos llevan a Jorge Drexler, ritmos programados con interferencias… solo con la rítmica del fin del mundo con el que se abre el LP, Evanjelly (Flowin’), con un bajo postpunk que se abre hacia los mejores momentos de pista de baile de los Killers, la amenaza de italo-disco más Jovanotti que Pino D’Angio de Jugular, el fraseo de Climax, la acústica fronteriza de Road Trip, con su leve lamento psicodélico.
Todo se construye alrededor de una voz singular que nos recuerda los tiempos dorados de Adriá Puntí al frente de los Umpah-Pah o el piano melancólico de Laberint, que acaba llevándonos a Marte como un amante tardío de Bowie, uno queda empapado de todos los posibles fluidos que un compositor e intérprete puede lixiviar sobre el oyente. Un abanico de recursos infinito, un millón de plumas que se abre sobre el que se acerca a la obra de Triquell. Cualquiera puede encontrar su espacio favorito entre la muy disfrutable promiscuidad estilística que ofrece el artista barcelonés en este Entre fluids.