Procedente del interesante Colectivo da Silva, Carlos Jiménez emprende una aventura paralela en solitario bajo el nombre de Caraballo. Y lo hace a través de un debut que refrenda las cualidades de un hechicero pop curtido en invocar las musas desde la liturgia popera al cubo.
Que: Disco (Elefant)
Desde el folk atmosférico tejido en Nube negra al bubblegum synthpop en slow motion de Ratatouille, en este trabajo, Caraballo toma forma a lo largo de distintas versiones de sí mismo. Todo un crisol en torno a las diferentes perspectivas del pop, a las que el miembro de Colectivo da Silva saca partido por medio de una exploración multicolor con encuadres de dibujos animados.
Esto sucede tanto en los pequeños detalles sinte que brotan en Déjame vivir como en la cacharrería a lo Isao Tomita utilizada para vertebrar el soul-pop minimal de No me importa. Filigranas como esta última definen la ambición de un proyecto de apariencia pequeña, pero repleto de grandes aciertos, que apuntan a la conformación de una personalidad única dentro de la verbigracia pop. Una que se mira en el mismo espejo de Guille Milkyway y de la gran generación de los años 90 pop de celofán surgida en Elefant e incluso en el de grupos como Corazón, a quien recuerda especialmente en Vacío.
Con esta base, toma forma este trabajo homónimo, en el cual Jiménez ha plasmado un arco iris monumental de sus poderes creativos. Unos que han cuajado en una radiografía exacta de sus motivaciones, las cuales ha filtrado entre algodones y con un mimo por el detalle prácticamente obsesivo. Dicha fijación es desarrollada a través de un encadenado apabullante de arreglos tallados a pinceladas.
Los mismos que articulan un mini-universo en sí mismo como esa especie de versión synthpop de El Niño Gusano que es la maravillosa Tu puñal, corazón de un disco que, ante todo, es pura delicatessen de todas las referencias mentadas anteriormente y de todo ser que se jacte de tener un gran corazón pop.