A veces la belleza llega con tantas especias combinadas que te llena los sentidos. De tal forma que extrañas no haber desarrollado alguno más que te permita disfrutar de más modos canciones como las del LP de debut de la aragonesa Anaju.
Que: Disco (Esmerarte/Sony Music)
Rayo es un arrebatador ejercicio de lírica musical, con arreglos sabrosos y con una riqueza rítmica que atenaza al oyente. Porque la aragonesa se atreve por la rumba para puristas con la que comienza Mal de ojo para pasar al beso digital al modo de Rosario La Tremendita sin solución de continuidad.
Nos deja desarmados con la guitarra de Agua bendita con la colaboración de Maximiliano Calvo, para elevar una oración a la sed. Sed de vida, mordisco en los labios, la sangre que cae en la tierra para que llegue un Amén donde hay una suavidad vocal que se entremezcla con autotune y bombo a negras para construir uno de los temas más seculares del pop patrio reciente.
Y es que Anaju recorta las etiquetas y las mezcla, repartiéndolas entre la pista del baile y lo más profundo de la mina. Anaju se desboca, Anaju en Besar el santo hace rumba urbana con ese fraseo de la generación de Anna Colom que viene de los años de Pastora y la primera Rosalía. Se puede juntar a Nina Simone con La Bien Querida, se puede hacer corro y dar palmas.
Escuchas Virgencita que se arrima al bolero electrónico con gusto a guajira, cante de ida y vuelta, animismo que se alimenta de todos los lugares a los que llamamos sur. A_dios con su trip-hop de conciencia divina, sofocante como un jardín repleto de flores en ebullición y el final, apocalipsis de amor, sensual ruido que cierra uno de los discos más volcánicos de lo que llevamos de año en la música española.