Un artista polifacético, Adriano Galante, presenta un disco sensorial que pide dejar los poros de la piel abiertos para disfrutar de la suavidad de la brisa que exhalan arreglos minimalistas y voces depuradas hasta ser angelicales.
Que: Disco (Halley)
Toda una alegría es un viraje completo para el artista, para Adriano Galante. El disco, editado por Halley Records, supone un salto cualitativo en la trayectoria del miembro de Seward, que cuenta con una producción compartida junto a las cantantes y compositoras Judit y Meritxell Neddermann y el batería Arnau Figueres.
Un Galante que busca la suavidad en los silencios, surca el cielo como las nubes de Luis Alberto Spinetta, en una referencia que recorre los océanos, con susurro de voz y contrabajo de En los mares por los aires. Es evidente que las palmas se acicalan para recibir a los invitados, pero antes tenemos la rústica guitarra y el cajón de De ti, de todo. Nos encontramos con un compositor e intérprete que se atrapa en una voz de sueños por cumplir, pero que no tiene miedo a experimentos con voces tratadas y ritmos inorgánicos acompañado de b1n0 en Un corazón que viene.
No siempre son lo más importantes las colaboraciones, aunque en este caso sean jugosas y evocadoras: como se eleva con Silvia Pérez Cruz sobre la percusión, en ese vals de aires brasileños que es Al tanto de tanto, entre Chico Buarque y Nacha Guevara. Cuerdas de folk, casi chacareras, en la búsqueda de estrellas de colores en Infinitamente, un compendio de luces apetitosas, de hogueras en la arena cuando comienza a refrescar.
Un disco lúdico sin excesos, un narrador de estampas bucólicos donde la sencillez es capaz de dibujar el paisaje completo, ausente de arabescos… acaba con una bossa postmoderna, con la compañía de los violines que abrazan de manera grupal a Tarta Relena, Maestro Espada, Lucía Fumero o Júlia Colom en Tienes. Un disco, Toda una alegría para el que sobran las palabras y nos exige un mayor número de sentidos que nos permita degustarlo en toda su extensión.