Nievla retorna con un nuevo LP, titulado Habitación. Sin duda, su trabajo más homogéneo hasta la fecha y una demostración positiva de lo que significa el término «madurez» dentro de la caligrafía pop.
Que: Disco (Casa Maracas)
Desde la mesura y el gusto por la alta costura pop, así es cómo se presenta Nievla en su más reciente criatura discográfica. La misma en la que han abogado por reducir peso psicodélico en sus composiciones, en pos de una mayor incidencia de la vía electrónica. Una que remite al uso retro de la misma, como en el caso de Calendario, en la que, más allá del digitalismo minimal aplicado, resuenan ecos de Isao Tomita. Así, en un corte como Nube de agosto, el trasfondo lírico es nada menos que los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki.
En otra canción como Otra vez, es como si la banda intentara sonar a Radiohead tocando canciones de Golpes Bajos. Por su parte, Nariz se apega a los preceptos art-pop de Japan, hasta que la canción se rompe por medio de violentos espasmos eléctricos que bien podrían colarse en las primeras maquetas de los Pavement más desaliñados e interesantes.
En todo momento, asistimos a un receptáculo amplísimo de acción donde la sensación del «todo vale» se cuece a través de una cuerda muy elaborada de acción, donde todo tiene –y cobra– sentido. Cada cambio de ritmo, inflexión o crescendo progresivo va tomando forma dentro de una instantánea musical en la que el what if? se hace mágica gracias a momentos en los que incluso nos transportan a sueños húmedos como imaginar a Stevie Wonder tocando con Weather Report, o a cortes como Tres, cocinado en una especie de paraíso tropicalista en slow motion.
Eso por no hablar del cierre con Consejo, donde el grupo parece haber conectado con la versión avant-garde del mejor Tricky, en su proyecto como Nearly God. Más que suficientes razones para abonarse a una maravilla como ésta.