Entre el flamenco y el club hay un camino intermedio, donde la madrugada llega siempre con hambre y los vestidos son demasiado largos como para correr, así que uno se sienta en un portal y escucha la voz bella de Queralt Lahoz, una de las mejores maneras de degustar la vida.
Que: Disco (Costa Futuro)
Cuatro episodios, cuatro estadios vitales, de lo sensual al baile, de la tristeza a la exuberancia. Los caminos de la vida, que cantaba Vicentico, no son lo que nosotros esperábamos ni imaginábamos, pero aunque sean difíciles de caminarlos, merece la pena el tránsito. ¿Dónde está el cielo? Allí donde la voz y los beats se mezclan hasta hacerse nubes.
Nubes de tormenta, de electricidad radial, Con miedo a ti es como el aviso de ozono sobre el sur de un país ignoto, donde la percusión sabe a campana y el dolor tiene mantra de electrónica. Una fusión entre música urbana y arrullos de flamenco, corazones robóticos que golpean en la puerta de la habitación. Fluidos de vida que se mezclan en canciones como Tan rico, sensualidad sin coartadas, acompañadas de sustancias duras y puras, la música y el amor, como canta en trance de chile habanero Queralt Lahoz, que sabe manejar entre voz y sus manos la arcilla de lo sensual a base de modelos clásicos, bolero y copla, pero con el aditivo salvaje de las máquinas que dominan las esquinas de la urbe.
La guitarra de cuerda afilada con la que empieza No me salves, tiene puerto y arrabal, tiene a Lorca y fiebre de clubber, en una mezcla que llega desde lo más profundo del alma de la de Santa Coloma de Gramanet. Una instrumentación que no es exigente en arreglos, porque la voz es un abismo al que todos nos asomamos con la ceguera del suicida, hasta llegar al final, al cuarto capítulo, con la miniatura de Aurora, donde no necesitas más que una nota que nos abraza, que reparte lágrimas llenas de sabor.