Con una afluencia masiva del público colombiano y una muestra contundente de los sonidos alternativos y extremos que han caracterizado al continente en los últimos treinta años, la reciente edición de Rock al Parque fue otro capítulo feliz de los veintitrés que ya suma el gran festival de los bogotanos. Rescatamos diez detalles de todo lo que ocurrió allí entre el 1 y 3 de julio pasados.
UNO
Miles de aficionados, acompañados por el ocaso del primero de julio, fueron testigos del último concierto de Darkness, banda histórica del trash metal colombiano. Después de tres décadas, Rodrigo Vargas y los suyos pusieron fin a una vida de emoción y lucha constante en el mejor lugar posible: el parque Simón Bolívar, en donde tantas otras tardes fueron vitoreados por jóvenes que los acompañaron hasta el final. Con Metalero, himno intergeneracional, coreado y pogueado por todos los presentes en el escenario Bio, Darkness selló su condición de leyenda y pasó a la historia en medio de una despedida celebratoria.
DOS
La presencia femenina en Rock al Parque ha sido esencial desde su primera edición en 1995. Sin la convicción de Berta Quintero, cofundadora del festival, o la fuerza creadora de Andrea Echeverri (de Aterciopelados), el festival no sería el mismo. Esta vez, bandas femeninas de rock duro y metal como Poker o las brasileñas Nervosa, dieron cátedra y fueron correspondidas en sus shows con el apoyo y la entrega de un público atento y fervoroso.
TRES
Pasaron veinte años para que la banda chilena Los Tres regresara a Bogotá. La espera, casi infinita, llegó a su fin la tarde noche del lunes en un escenario Plaza repleto en donde muchos aguardaban para verlos y celebrar su obra. Austero en palabras Álvaro Henríquez fue desgranando, una a una, canciones que se han ido clavando en el inconsciente colectivo, incluyendo una versión de Jefe de jefes de Los Tigres del Norte. Al final, un concierto emocionante saldó una deuda pendiente entre las dos partes e inscribió a la banda chilena como otro de los grandes protagonistas de Rock al Parque.
CUATRO
Una de las fabulosas sorpresas de esta edición del festival fue el cuarteto chino Zhaoze. Integrado por Hoyliang, Littledream, Roy y Seasean, la banda crea atmósferas sónicas profundas y casi místicas que remiten a los momentos más oníricos, poéticos e intensos de Pink Floyd, pero con la particularidad sonora que ofrece el Guqin eléctrico interpretado por Hoyliang. Probablemente, Rock al Parque no había vivido un momento tan íntimo y colectivo de tanta ondura como el que atestiguo el domingo al caer la tarde, gracias al rock progresivo hecho en China.
CINCO
A media tarde, entre miles de personas, en medio de un concierto de rocanrol en uno de los festivales más grandes de Iberoamérica, el tiempo se detendrá por un instante muchas veces. Rock al Parque es símbolo de amor, tolerancia, respeto, fraternidad, apoyo y esperanza; apenas algunas de las cosas que la música invoca a lo largo de tres días con el anhelo de que se cultiven a lo largo del año.
SEIS
Quizás el grupo nacional más arriesgado de esta edición del festival. Liderado por Yesit Ipuján, este quinteto delirante con nombre Acid Yesit, proveniente del suroccidente de Colombia, compuesto por guitarra, bajo, batería ¡y dos saxofones!, impactó con un concierto contundente que no dio tregua a un público entregado, para meditar en el sonido que emanaba de la tarima con brevísimos apuntes cargados de sarcasmo. La sensación final de querer que no se bajaran del escenario y la intuición de que la música les depara grandes alegrías son señales inequívocas de que fue una gran actuación.
SIETE
Los Rolling Ruanas se encuentran en estado de gracia, lo confirmaron en el concierto que ofrecieron en Rock al Parque. Aguardaban por ellos miles de personas de todas las edades y de diferentes procedencias para celebrar con ellos las posibilidades que otorga la música hecha con respeto. La unión de músicas campesinas y rocanrol puso a bailar a un público entusiasta que va en aumento. Para conjurar cualquier posible difamación, Juan Moreno, el vocalista del conjunto, espetó con sabiduría: «El rock no está en crisis, lo que está en crisis es la gente que piensa qué es y qué no es rock».
OCHO
El domingo en la noche, 8BM – 8Bits Memory ofreció un show emocionante y apasionado gracias a una puesta en escena cuidada al extremo, reflejada en el set de luces y vídeo, una indumentaria que apela a la estética de los videojuegos ochenteros y que a la mitad del concierto los transforma en personajes futuristas; todo ello sostenido en una música experimental que echa mano de la electrónica, el metal y elementos minimalistas. Durante 45 minutos 8BM cautivó a los bogotanos y demostró por qué, a punta de trabajo e inquietud, es una de las bandas locales más atractivas de la década que corre.
NUEVE
Al margen del cartel artístico, el alma de Rock al Parque es el público, especialmente los jóvenes. Más de dos generaciones han peregrinado por los diferentes escenarios a lo largo de la capital colombiana para escribir su historia propia y única del festival que le pertenece a todos. Metaleros, punkeros, aficionados al ska, al pop, a la vanguardia o a las nuevas sonoridades acuden entre amigos a celebrar sus rituales y a apreciar los de los demás.
DIEZ
Los argentinos de Sig Ragga fueron los responsables de dejar boquiabierto a más de uno en el parque Simón Bolívar debido a una capacidad inestimable para fundir materiales de tanta nobleza (Luis Alberto Spinetta, Miguel Abuelo, Peter Gabriel) y crear piezas genuinas de altísimo vuelo pop. Su show en la noche del domingo en el escenario Bio fue memorable para quienes contemplaron absortos cómo cuatro tipos pintados de plateado, que podían confundirse entre ellos mismos, invitaban a levitar a través de canciones imbuidas de espíritu pastoral, progresivo y antillano.