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jueves 21 de noviembre de 2024
Argentina

Argentina. 60 discos: Divino tesoro

 


Reportaje incluido originalmente en el número 62 de Zona de Obras publicado en diciembre de 2010 y actualizado en 2020 para su versión online.


 

Todo comenzó allá por mediados de los años 60, cuando Litto Nebbia y Tanguito escribieron la primera canción, Moris grabó el primer disco, Almendra fue el primer grupo y Manal invocó el sonido de la calle. Los años 70 fueron oscuros, aunque dieron grandes discos, con Spinetta y Pappo comandando la nave herida.

Ya en los 80, el reinado de los grandes solistas dominó a las grandes audiencias –Charly García fue la gran antena nacional, Fito Páez ofreció su corazón y se lo aceptaron– mientras grupos como Virus, Sumo, Soda Stereo y sobre todo Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota cocinaban una revolución que estalló a finales de la década, y el under se hacía fuerte con vistas al futuro.

Los 90 fueron de los grupos alternativos y de Andrés Calamaro: las chicas morían por él, los chicos querían ser como él, los músicos daban un brazo por escribir esas canciones. Los 2000, ese enigma tan difícil de descifrar, vio cómo Babasónicos subía el pedigrí del rock nacional y bandas como Bersuit y Los Piojos llenaban estadios en lo que constituyó, sin duda, el comienzo del fin de la industria discográfica. Porque en los últimos años la producción disminuyó su marcha, lo que en realidad es una tendencia mundial: ¿para qué seguir grabando discos si ya no se venden como antes?

Así fue como los grandes conciertos pasaron a dominarlo todo, provocando esta extraña sensación que consiste en estar viviendo del pasado en función del show. No importa: mientras esperamos los grandes discos del futuro, nada mejor que una exploración por aquellos del pasado que hicieron de Argentina la patria rockera más grande de Latinoamérica.

¿Hay un porvenir a la vuelta de la esquina? Seguro: finalmente el indie parece entender que debe tomarse en serio para que también lo hagan los demás y una renovadora camada de solistas le ponen letra y música al linaje que por momentos parecía perdido.

Se sabe que las grandes empresas son difíciles de llevar a cabo sin efectos colaterales. Por lo tanto, hay que aclararlo de entrada: la siguiente lista no se propone más objetivo que presentar cronológicamente sesenta discos indispensables del rock argentino que nadie interesado en la materia debería dejar de conseguir. No se trata de un ranking de «mejores», nos espanta ese concepto. Seguramente no estén todos. Pero tampoco sobra ninguno.