No hay duda de que en estos dos últimos años la escena que mejor refleja las inquietudes musicales de la generación Z es el bedroom pop. Nombres como Rebe, Mariagrep, Casero, Jimena Amarillo, Yarea, Marinita Precaria, Cabiria, Ganges e Interrogación Amor no solo son algunas de las apuestas más refrescantes de la cosmología pop, sino que tras su estela vienen Queidem, Green T y Luna Valle, valores al alza que expresan la revitalización más intensa del pop español en pleno Siglo XXI.
ORÍGENES Y ADN
Del synthpop 81 al trap emo, las corrientes que entroncan en el bedroom pop son tan diversas como necesarias para entender el crecimiento y diversificación de una corriente generacional. Corriente formada por una comunidad de veinteañeros impulsados por la necesidad de definir un sonido tan colorista como embebido en un punto de melancolía vitalista soul, como denominador común, aunque, como veremos a continuación, la telaraña se expande y alcanza la melancolía veraniega de la saudade brasileña o el smooth jazz. Tal cantidad de aristas amplían el verdadero germen de esta generación, articulada en torno a un código concreto nacido del pop naif minimalista llevado a cabo en su momento por grupos de culto como Los Lagos de Hinault.
De este grupo madrileño a Joe Crepúsculo, los rasgos que definen las pautas comunes estilísticas no solo surgen de una visión caleidoscópica de la materia pop, aunque sí de esa naturalidad costumbrista para expresar los sentimientos, sin retorcerlos en sublimaciones épicas irreales. Una forma de enfocar el acto creativo que parte de la elevación al cubo de la ética do it yourself en modo casero.
UNA HISTORIA RECIENTE
La historia del bedroom pop está tremendamente ligada las facilidades compositivas que surgen de la tecnología digital. Así es como desde 2018 el número de grupos musicales que conforman el cinturón pop español se ha multiplicado de forma elocuente. Un alud de propuestas para las que la condición ultra pop se manifiesta por encima de todo.
Bajo esta regla, han surgido fenómenos de nuestros días como Casero, Yarea o Cabiria. Propuestas que ayudaron a desviarnos de nuevo al pop de pura cepa, tras unos años previos donde la ortodoxia trap se había convertido en el nuevo pop.
Artistas como las citadas fueron algunas de las que han ido ensanchando la liturgia pop de la actualidad, con nuevas estrellas de la planicie pop como Rusowsky, pionero de esta generación, que llega hasta hoy en día con nuevos fenómenos como Jimena Amarillo. Vienen de Madrid y Valencia respectivamente: los dos centros neurálgicos de esta metodología.
EL VIVERO MADRILEÑO
Dentro de la evolución tan corta en el tiempo del bedroom pop hasta ahora, Madrid se ha postulado como los pulmones de su credo. Esta realidad queda totalmente reflejada en las palabras de la música madrileña Green T: «Concuerdo con otros artistas en que la etiqueta bedroom pop ya se va quedando corta, como pasó con el indie en su día. Al final define más las condiciones en las que se genera la música que otra cosa, y creo que se va quedando caduca, aunque tampoco tengo ni idea de cómo narices calificaría la música. He perdido la pista de quién es de Madrid, pero los artistas españoles emergentes que más me llaman la atención actualmente son Judeline, Greta Ch’aska, Gaby Cruz, Rusowsky, Ralphie Choo, Valdivia, Qvilava, Çantamarta, Irenegarry, Hnos Munoz, Gewi Mandango, Marta Movidas, Paco Moreno, LVL1…».
JUVENTUD, DIVINO TESORO
Una de las características que engloba todo lo que comenta Green T es la juventud de los integrantes de esta generación musical. Estamos hablando de una media de edad que ronda la veintena o incluso no llega a ella, como en el caso de Jimena Amarillo y Luna Valle. Esta característica evoca una empatía directa con una juventud que, como sucedía en los 60, sólo quiere escuchar a referentes con los que conecten no sólo musicalmente, sino a través del lenguaje empleado.
LA GRAN CANTERA VALENCIANA
Dos de las figuras que definen con más claridad todo lo expuesto hasta ahora son justamente Jimena Amarillo y Luna Valle. Esta última ya ha llamado la atención con sendos singles que parten del kilómetro cero de inspiración que ella misma nos explica: «Todo empieza cuando una de mis mejores amigos, Chiara, se marcha a Colombia. Fue algo tan doloroso para mí que lo único que pude hacer fue escribir una canción. De ahí, nació Despedida, mi primer tema propio. Antes de eso ya había estado tanteando con la guitarra, me había comprado un teclado, hacía cosas, grababa audios, melodías que se me ocurrían… Pero lo de Chiara fue un punto súper importante, y yo diría que es el origen. También mi padre es muy importante en esta historia. Creo que hay algo genético musical en mí. Mi padre tenía un grupo que se llamaba La Caramba, cuando yo no había nacido. Fue un proyecto que no le salió. Yo ahora uso sus guitarras».
Valencia también esta siendo el lugar de acción de Ciberchico, otra de las apuestas más refrescantes de un ecosistema particular en el que destaca un valor a tener muy en cuenta en el futuro como Queidem. Tras este nombre, en relación a Caden Cotard, protagonista de la película Synecdoche New York, se encuentra un chico de apenas veinticuatro años capaz de hibridar a Thom Yorke, Sufjan Stevens y James Blake bajo una única voz y que dará mucho que hablar a lo largo de este año. Su estética musical se basa en lo que él mismo nos explica: «Me gusta cuidar mucho la armonía y las texturas para intentar conseguir una atmósfera pop preciosista que acompañe a unas melodías minimalistas con unas letras que tienen como principal protagonista al miedo: el miedo a la muerte, a la soledad, al tiempo o al dolor».
ELEFANT, CALEIDOSCOPIO POP
De vuelta a Madrid, resulta básico recordar que no es ninguna casualidad que algunos de los nombres citados anteriormente pertenezcan al sello Elefant Records. Rebe, Interrogación Amor, Marinita Precaria, Chavales… La lista de referencias pertenecientes a la icónica discográfica madrileña son infinitas. No en vano, desde allí se plantó la semilla hace décadas a través de su perspectiva desprejuiciada del pop. Se trata de una perspectiva que bebe tanto de la bossa nova como del E.B.M. Esta misma mirada es la que muestra las características de un estilo indefinible que, en cierta manera, está ligado al mismo espíritu con el que nació Elefant Records en su momento. Un espíritu que sigue mutando conforme al pulso de unos tiempos en los que el pop de dormitorio quizá sea el que mejor define la tristeza de vivir bajo dinámicas de distanciamiento internauta. El mismo que, seguro, nos va a traer nuevas piedras roseta discográficas en el futuro.
10 DISCOS IMPRESCINDIBLE (en orden alfabético)
Cabiria – Ciudad de las dos lunas (El Volcán, 2021)
Empujada por la dulce sensualidad emanada de los estamentos sophisti-pop, Cabiria se destapa en este álbum como esteta sin filtros de la elegancia Roxy Music (tal que en Después de medianoche) o del synthpop preciosista, como en la irresistible Vía Torino. Ambos ejemplos marcan la línea de acción en un LP delicioso como pocos.
Casero – Todo mal (Primavera Labels, 2020)
Casero es una de las sensaciones de la escena bedroom pop. Pop de aura penetrante, detallista, de finísimos rieles synthpop, a través de los que han surgido algunas de las canciones más emocionantemente íntimas de estos últimos años. Culpa de ello la tienen demostraciones como las insuperables Cuanto más e Islas desiertas.
Chavales – Tu foto en el techo (Elefant, 2020)
Synthpop juguetón, colorista y chipiritifláutico es lo que define el sonido fresco y luminoso de Chavales, un dúo capaz de evocar el espíritu synth del 81 como también recordarnos a una versión minimal de La Casa Azul, tal como sucede en nuevos himnos como Dame veneno.
Chill Chicos – Le Chill (Independiente, 2020)
Como si se tratara de una formulación íntima de los postulados impuestos en la música urbana, Chill Chicos dieron el gran golpe en 2020 con Le Chill, álbum en el que no es difícil reconocer su habilidad natural para armar un hipnótico crisol de producción trap, alma soul-pop. Para ello se han rodeado de un plantel imponente de alianzas, con Shego o Interrogación Amor, entre otros.
Ganges – Dime algo (bonito) (Independiente, 2021)
Autora de pequeños juguetes pop tan exuberantes como Okinawa, Ganges es otra de las propuestas más consistentes de esta generación. Culpa de ello la tienen discos como Dime algo (bonito), envuelto en un aura de embriagadora sensualidad soul. De esto no puede haber ejemplos más representativos que la canción que pone título al álbum y el resto de un trabajo impregnado de suculento detallismo nipón.
Interrogación Amor – Vómitos y mariposas (Elefant, 2020)
Estamos ante un disco tan brillante que ya cuenta con un álbum de versiones (Mariposas y vómitos), a cargo de compañeros de generación como Algo y Shego. Cortes como Tú y yo o Chicos feos ya son himnos de una forma de entender el pop desde la apertura sexual sin complejos que también define a toda esta generación.
Jimena Amarillo – Como decirte, mi amor (Mushroom Pillow, 2021)
Con menos de veinte años, esta artista valenciana tiene todas las papeletas para abanderar a toda una generación. La culpa, discos como este, donde la pátina folk seduce desde la misma esencia de unas canciones embebidas dentro de una atmósfera de magnéticos arco iris estilísticos que van del soul Siglo XXI al aura jazzy.
Marinita Precaria – No me miréis (Elefant, 2022)
Pop de mesa camilla, adhesionado a la ortodoxia Elefant de toda la vida. Así es como se ha presentado Marinita Precaria en sociedad. Bajo esta idea, surge este debut, definitivamente, sembrado de melodías que destilan la magia de los pequeños momentos que nos hacen la vida más agradable.
Rebe – Solo pasiones… (Elefant, 2021)
Este disco es una de las demostraciones más fascinantes de hasta dónde llegan los tentáculos del bedroom pop, como en esta demostración de pop erótico, sensual, donde la distorsión del ritmo a cámara lenta del pop hipnagógico es inoculada en el genoma de un ramo de canciones dulcemente venenosas.
Valdivia – Cero (Independiente, 2020)
Guitarra acústica, ecos ensoñadores y aura dream folk espectral, así es como Valdivia entiende las contantes del bedroom pop en Cero, un trabajo con siete canciones de almidón que convergen en la sensibilidad aerostática forjada en tan evocador artefacto para sanar heridas emocionales.