Recomendaciones REDPEM (LIV)

El retorno de Aterciopelados preludia una nueva entrega de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM). Y, para contarnos sus secretos, quién mejor que el colombiano Diego Londoño. Además, desde Argentina reaparece Gabriel Plaza hablándonos sobre el nuevo material de Nahuel Briones. Por su parte, el español Xavier Valiño recuerda Camino Soria, de Gabinete Caligari, un álbum medular del rock ibérico, a propósito de su reedición a treinta años de su lanzamiento. Y, finalmente, el mexicano Mixar López bucea en el punk porteño, rescatando el visceral álbum de Pyrámides.

DIEGO LONDOÑO (Colombia)
Claroscura, de Aterciopelados
«Aterciopelados estuvo lejos de los escenarios y los estudios de grabación por mucho tiempo, y ahora regresa con honores, no usando la fama y el reconocimiento del pasado, no usando los Grammy, las listas de The New York Times, la mítica imagen de Andrea Echeverri con Gustavo Cerati en La ciudad de la furia… Andrea y Héctor se olvidan ahora incluso de la figura de fama por ser los rockeros más importantes de Colombia. Su nuevo disco, llamado Claroscura, es una contradicción, un volcán en erupción y un remanso de paz. Es alegría, esperanza y pesimismo gótico. Es arco iris, vuelo de colibrí, lamento de mujer, y aullido punkero. Su ADN cuenta las historias de una mujer y un hombre, con sus luchas, sus visiones, sus luces y sus sombras. Su flamante trabajo es una autobiografía musical que cuenta la historia de una banda que adoramos. Sus canciones van desde el folclore, el punk, la ranchera, el rock, el vallenato, el electro, hasta la cumbia y la andina envenenada. Hablan del amor, el despecho, la memoria, la calle, el ser rockero y querer vivir de esto sin pretensiones. Son canciones de una banda madura que demuestra el terreno recorrido y las pocas ganas de ser radicales; en este álbum, por el contrario, hablan de sinceridad y, la verdad, les queda muy bien».

GABRIEL PLAZA (Argentina)
Guerrera/Soldado, de Nahuel Briones
«Nahuel Briones editó en 2017 Guerrera/Soldado uno de los mejores discos del año. En paralelo a ganar la Bienal de Arte Joven de Buenos Aires, cuyo premio es la grabación de un nuevo álbum, Nahuel tuvo un ascenso en la escena emergente que lo muestra como uno de los más lúcidos cancionistas contemporáneos de Argentina. Las razones son varias. Su canción, sus melodías, su baile, su voz y sus letras desprejuiciadas atraviesan los tópicos generacionales que conforman la nube de tags de la sociedad argentina –como la diversidad de género y la despenalización del aborto– con inteligencia y audacia. Flota en el ambiente de sus canciones su postura frente a la libertad individual y la presencia represiva de la policía en las calles. Así como Charly García reflejó el clima de época en Instituciones (1974), Nahuel Briones sigue esa tradición y consigue en su nuevo corte adelanto Bailamos, un himno hedonista contra los sectores más conservadores de la sociedad con el telón de fondo de una historia de amor. La letra compuesta con Javiera Diego Fantin Schvarzer (cantante de Bife) rebota sobre una base electrónica con espíritu de himno pop. El tema estalla en la coda del estribillo: «Bailamos, bailamos, como si hubieran separado a la Iglesia del Estado». La canción que recuerda a los himnos electro pop de grupos como Los Prisioneros, de Chile, donde se superpone el lirismo de las cuerdas, las programaciones y un acordeón con el acento del cuarteto cordobés, es un potencial hit que se podría bailar en una disco o en una marcha».

XAVIER VALIÑO (España)
Camino Soria, de Gabinete Caligari
«Es difícil que se alineen todos los elementos para que un grupo o solista pueda grabar el disco de su vida, que se convierta en un gran éxito popular, que goce del apoyo de la crítica y que acabe siendo su álbum más reivindicado y reivindicable. Cuando el trío Gabinete Caligari grabó Camino Soria, sus componentes sabían que tenían entre sus manos ese disco, pero lo que no podían aventurar es sí el resto de los elementos completarían tan difícil conjunción, como así sucedió finalmente. Como bien señala Edi Clavo, su baterista, en el libro del mismo título que acaba de publicarse sobre el disco, él lo llama “el del equipaje del desgraciao”; en él se dieron Canciones, Cohesión y Contexto. Su reedición remasterizada sirve ahora para recordarlo, aunque no haya ninguna canción extra ni maquetas que ayuden a contextualizarlo. Solo sus nueve cortes atemporales y un libreto de cuarenta y ocho páginas. Escaso bagaje para una recuperación que tampoco necesita más para refrendar su condición de uno de los grandes discos del rock en español de todos los tiempos».

MIXAR LÓPEZ (México/Estados Unidos)
Vacíos y variables, de Pyrámides
«Para Facundo Romeo todo comenzó en el 2014, con un casete editado por el sello Poco Proporcional Récords. Se trataba de una cinta oscura que contenía letras tan lóbregas como las de las bandas españolas Aviador Dro, Polanski y el Ardor, Décima Víctima; y acordes evocadores de Belgrado, Accidente, Violetas Ausentes y Ataque de Caspa, por citar algunos referentes. Un proyecto completamente orquestado por Facundo en solitario; quien, tras el éxito de sus temas, decide formar una banda para poder presentarlos en vivo. Esa banda lleva hoy el nombre de Pyrámides y constituye una arqueología musical que reconstruye no sólo el sonido siniestro de la caída de los muros, sino de una época y un retumbo entero. Producido por Nacho Castillo, de Temporada de Tormentas, se engendra Vacíos y variables. A este álbum se suman Cristian (Abrotoñes) al bajo, Rodrigo (Miguelito Superstar) a la batería y Nahuel Iervasi (Albrio) en sintetizadores, segunda guitarra, ideas e improvisaciones. Vacíos y variables nace casi de manera inmediata, en el Enspa de Avellaneda, cuando Romeo comienza a cuestionar la naturaleza del rock argentino y a buscar nuevas expresiones para el mismo. Si el punk porteño buscaba destruir lo que había, Pyramides se plantea el siguiente paso: sustituirlo. Frente a la debilitada energía destructiva previa, había llegado la hora de crear. Destaca entre los diez temas del álbum, Contraluz, cuya letra anuncia: “Esquina de vientos, desarmas mi voz”; un poema byroniano tardío, escondido bajo la pirámide del post punk cristalino».