Con esta nueva entrega de recomendaciones, se complementa la columna que la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica publicó recientemente con el fin de manifestar su solidaridad hacia el pueblo colombiano en el complicado momento que transita y, muy particularmente, hacia sus músicos y artistas. Los materiales incluidos en esta entrega no obedecen a la novedad; son discos que resultan predilectos para quien escribe de ellos. Su elección reafirma la idea de que ese país sudamericano es uno de los centros de producción musical más ricos, fértiles y libres del orbe.
JOSÉ FAJARDO (España)
Más canciones crudas, de La Muchacha
«Las protestas ciudadanas que sacuden Colombia no han surgido de un día para otro, son consecuencia del descontento creciente de una nueva generación que ha perdido el miedo a salir a la calle para luchar por cosas tan básicas como la igualdad, la dignidad y la paz. La Muchacha forma parte de esa chispa que prendió en las conciencias. Su proyecto (¿casualidad o no?) nació cuando el actual presidente, el conservador de la órbita uribista Iván Duque, se hizo con el poder en 2018.
Desde entonces la cantautora ha ido radiografiando la realidad del drama de su país: las masacres, la expropiación de tierras, los desplazados por la violencia, la persecución de las minorías. Canciones crudas fue consecuencia de esa primavera latinoamericana que sacudió la región a finales de 2019 y Más canciones crudas ha sido la advertencia definitiva de que las cosas no podían seguir así en Colombia.
Hay en estos himnos dolor y rabia, pero también la esperanza por una puerta que se abrió (la de la paz, la del cambio, la de otro futuro posible) y ya no debe cerrarse jamás. Con sólo una guitarra y su voz, Isabel Ramírez Ocampo tiene la fuerza de todo un ejército. No necesita armas, sólo la energía transformadora de canciones como La sentada.
Su eco se expande estos días desde las plazas de las grandes ciudades hasta las comunidades campesinas en las regiones, sus letras son coreadas en la primera línea de resistencia ciudadana en los barrios. Ya es la cabeza más visible de un circuito aún sin nombre que se inspira en la canción protesta latinoamericana vía Violeta Parra y en ídolos de la escena alternativa local como Edson Velandia».
DIEGO LONDOÑO (Colombia)
Kaputt.wav Vol. II: Reserva / Voz Terra, de Varios Artistas
«En medio de la crisis colombiana, aparece en el radar como un oasis en medio de la confusión, el miedo y el encierro, un álbum conceptual y hermoso que cuenta una historia de esperanza y acción. Este disco fue construido colaborativamente entre un puñado de talentosos músicos, el colectivo VozTerra y el Museo para las Naciones Unidas.
En esta producción se invitó a músicos que se quedaron en casa en estos días pandémicos a que grabaran lo que escuchaban en aislamiento desde sus ventanas. Al hacerlo, se detuvieron un momento y se conectaron, a través de la escucha, con otras personas y otros músicos en la misma situación.
El disco tiene una enorme valentía para pedirle a la gente que no se detenga, que se escuche, que grabe y contribuya. Por eso, más allá de Colombia, la gente en todo el mundo empezó a compartir lo que escuchaba a través de su ventana y ese fue el insumo más importante para este disco, los sonidos ambiente desde la ventana.
Por su parte DJs y productores de la escena musical electrónica tomaron estas grabaciones, así como los paisajes sonoros del humedal La Conejera de Bogotá y de la Reserva Forestal Van der Hammen y los usaron para crear una producción que materializaron en un bello y colorido vinilo.
Por eso esta placa discográfica y artística, nos invita a escuchar el sonido de la biodiversidad afuera de nuestras ventanas, a oír el canto de los pájaros que nos acerca a la naturaleza a pesar de estar recluidos en apartamentos. En estos complejos tiempos de cuarentena pudimos ver la fauna en el mundo recuperando sus espacios, presenciamos el poder y la velocidad de regeneración de la tierra. Por eso con el disco, de manera poética, se hace un llamado a que protejamos la biodiversidad, y construyamos conjuntamente ese mundo que todos soñamos, un mundo más justo, armónico y en paz con la naturaleza.
Los artistas participantes en estos paisajes sonoros de ventana son Curses, Julio Victoria, Thomass Jackson & Local Suicide, Miahush, Scadta, Nuclear Digital Transistor, Dombrance, Kabinett y Héctor Buitrago».
ENRIQUE BLANC (México)
In-correcto 052. Estamos por la utopía: Sonidos de emergencia contra el Estado Policial colombiano, de Varios Artistas
«Desde marzo de 2016, con sede en Bogotá, el sello independiente In-correcto ha amplificado las canciones más disidentes de una Colombia que se sabe insatisfecha ante las condiciones sociales que su gobierno le ha impuesto. El repertorio aquí difundido es la prueba más evidente de la inconformidad que detonó como consecuencia el hoy llamado “Despertar de mayo”.
Mucho de ello puede percibirse en los primeros versos de Guayabo, la canción del trío La Perla, uno de los dieciocho proyectos que toman parte en este compilado, publicado el pasado septiembre de 2020: La calle está que arde / La gente está caliente / La casa se nos cae / Mirémonos de frente / Ya no hay cuerpo que aguante / La herida está latente / Nos quieren ignorantes / Un pueblo indiferente.
Una selección que combina nombres ya reconocidos como Romperayo con otros que son parte del catálogo de un sello que fortifica una canción urbana de mínimos recursos musicales y letras punzantes, que ya tiene representantes emblemáticos como La Muchacha o Briela Ojeda. Rock, cumbia y hip hop son otros estilos aquí presentes al servicio de mensajes de disidencia, violación de derechos y abuso de poder, en composiciones que no esconden intenciones desde su título: Carne fresca para paracos, de WYK; Paracolombia, de Biselad; Fosa común, de Quimeras o Que me devuelvan la tierra, de La Muchacha.
Un recopilatorio que deja en claro el sentir de muchos músicos ante la situación actual que vive Colombia, y cuyo mensaje en general bien podría aplicarse a calamidades que ensombrecen a otros países del continente; pero que resulta también un buen atajo para acercarse a uno de los sellos independientes más interesantes, necesarios, vibrantes y combativos de Latinoamérica en la actualidad».
LARA LÓPEZ (España)
Guitar Music Of Colombia, de José Antonio Escobar
«Al disco que quiero compartir llegué por un trabajo del guitarrista, para mí desconocido, Raúl Fernando Madrid Sanz. Mi preocupación, las sonoridades andinas, hispanas y africanas encontró, entre las páginas y libros que consulté, su proyecto final de maestría en Guitarra Clásica titulado De la guitarra andina colombiana a la guitarra clásica y viceversa, fechado en Medellín, Colombia, en 2014.
En su introducción, Madrid Sanz –que creo que es también médico– reclamaba algo que unos años después se ha empezado a proponer con tintes de seriedad en la vieja Inglaterra: una suerte de “Me too” que acabe con el anquilosamiento de la música docta, impregnada aún de los modos del Romanticismo alemán y sus etcéteras.
El autor hacía referencia a la colonización española aunque, consciente de que los ritmos colombianos andinos derivaban de la tradición continental europea, consideraba necesario lo que describía como adentrarse en una “estilística propia” utilizando los cánones de la técnica guitarrística convencional pero conservando recursos interpretativos “que hagan de estas versiones un punto de partida que ayude a consolidar un estilo colombiano”. Y fue entonces cuando entró en mi vida el maestro Gentil Montaña.
Así que, tras este agradecimiento a Raúl Fernando, que hago extensivo a Luisa Piñeros y a mis compañeros de la Red de Periodistas Iberoamericanos, dejen que hoy, que nos convoca el dolor por una Colombia desgarrada, oscurecida por la pérdida de vidas y en la calle por sus derechos básicos, les sugiera volver a vibrar con la exquisitez de esta otra Colombia, a la que sumo un nuevo guitarrista, José Antonio Escobar, tercero en concordia. Un chileno que interpreta al maestro Montaña con tanto rigor y donaire que algún colombiano ha escrito que parece compatriota.
Este Guitar Music Of Colombia, publicado en el sello Naxos, en 2015, recorre piezas de los compositores Adolfo Mejía, Lucas Saboya, Héctor González y del maestro Julio Gentil Albarracín Montaña, oriundo de Purificación-Tolima (1942- 2011). Madrid Sanz consideraba que tanto él como Clemente Díaz, contraviniendo la tendencia histórica que criticaba en su trabajo, sí se habían adentrado en esa estilística propia que reclamaba, recurriendo a los cánones de la técnica guitarrística convencional pero conservando recursos interpretativos procedentes de la tradición.
Del repertorio de Montaña encontrarán en este registro de José Antonio Escobar la considerada como obra compuesta por un colombiano más interpretada por guitarristas clásicos en todo el mundo, la Suite Colombiana nº 2. También la nº 3 del mismo compositor, la Suite Ernestina del tiplista Lucas Saboya, con quien Escobar ha compartido escenario en alguna ocasión y, abriendo y cerrando el álbum respectivamente, un bambuco de Adolfo Mejía Navarro y un preludio de Héctor González. Ya me darán las gracias cuando nos tomemos un cafetico en un país que deseamos que recupere la paz cuanto antes para que, entre otras cosas, siga prosperando su inmenso talento cultural».
RAÚL CACHAY (Perú)
Sobredosis de amor y salsa, de Los Titanes
«El vínculo y la retroalimentación musical entre Colombia y el Perú tienen una historia larga, que encuentra en la inagotable masividad de la cumbia uno de sus testimonios más concretos. Pero la salsa colombiana también ha dejado una huella indeleble en varias generaciones de peruanos, desde los himnos inmortales de Joe Arroyo que siguen teniendo una presencia constante en el dial radial hasta los clásicos del Grupo Niche, una orquesta que tuvo su momento “Woodstock” en el Campo de Marte de Lima un 19 de marzo de 1989, cuando se presentó ante unos 500.000 espectadores en uno de los espectáculos salseros más épicos y multitudinarios que se hayan llevado a cabo jamás en la ciudad.
No obstante, debo admitir que mi selección para esta ronda de recomendaciones con aroma de café es mucho menos racional que sentimental, porque, a fin de cuentas, pensar en Colombia siempre gatillará un inventario maravilloso de anécdotas y emociones dentro de mí. Escojo Sobredosis de amor y salsa, de Los Titanes, no solo porque se trata de una colección de canciones irresistible, que prácticamente no tiene fisuras –hoy funciona casi como un “Grandes éxitos” de la agrupación dirigida el barranquillero Alberto Barros–, sino también porque fue un disco –vamos, un casete, en este caso uno bastante maltratado por el uso constante– que marcó una etapa muy concreta de mi vida, probablemente la más decisiva de todas en mi formación como persona (y melómano).
Sobredosis de amor y salsa, lanzado por el sello Discos Fuentes en 1989, cuando la música solía ser una de las escasas válvulas de escape que tenía a su alcance una juventud peruana que vivía atemorizada por el frenético fuego cruzado entre las fuerzas del estado y las huestes subversivas de Sendero Luminoso y el MRTA (todo en medio de una apocalíptica crisis económica), es un genuino clásico de la llamada “salsa sensual” que, por alguna razón, causó mucho más impacto en el Perú que en la propia Colombia (a juzgar por el recuerdo más bien difuso que aparentemente se tiene de la irrepetible voz de Óscar Quesada en su tierra natal), y algunos de sus hits más populares –Compárame, En trance, Por retenerte, la propia Sobredosis, etc.–, son todavía infaltables en los repertorios de fiestas, bodas, festejos y juergas espontáneas. Quesada, de hecho, radica desde hace ya varios lustros en el Perú.
Para mí, ese álbum representa también una suerte de liberación personal: podría decir que las canciones de Los Titanes me alejaron del cerrado dogmatismo rockero y punk con el que dejé la escuela y me ayudaron a democratizar el paladar y descubrir, así, una infinidad de nuevos estímulos sonoros que sigo disfrutando hasta hoy.
Con el heterogéneo grupo de amigos que encontré en la Universidad, en nuestras largas e intensas noches de fin de semana, después de los éxitos del momento y las subsiguientes e inevitables incursiones en The Cure, Metallica y The Clash, la Nueva Trova cubana y los valses criollos, el viejo y raído casete de Los Titanes de Colombia tomaba por asalto el equipo de sonido prestado y no lo dejaba hasta que las primeras luces de la mañana comenzaban a delatar las condiciones cada vez más penosas en las que nos encontrábamos.
Pido disculpas por el tono personal de este texto, pero para mí Colombia siempre será una tierra demasiado cercana a mis afectos. Y su música –salsa, cumbia, vallenato, champeta, Aterciopelados, Bomba Estéreo, Lido Pimienta y Ela Minus, toda su música– siempre estará en “rotación pesada” dentro mi corazón».
CRISTOBAL GONZÁLEZ (Chile)
Última Bala, de Yuri Buenaventura
«Colombia le ha brindado al continente durante estos años grandes artistas de diversos estilos. Desde el correcto pop rock de bandas como Compañía Ilimitada (de mediados de los 70 y populares en Colombia en los 80), a celebridades del pop latino mundial como Juanes y Shakira, pasando por propuestas más vanguardistas como la de Aterciopelados y Andrea Echeverri, Colombia ha sido, en general, un faro de valioso sincretismo entre raíz y modernidad.
La cumbia, por ejemplo, de gran vigencia hoy en todo el continente, nació en Colombia y tiene en nombres como Los Gaiteros de San Jacinto, las Sonoras Dinamita y Malecón, Armando Hernández o Rafael Orozco, referentes cuya música sigue vigente hasta hoy. La cumbia de raíz, cultivada por artistas como Totó La Momposina y rescatada luego por músicos como Carlos Vives, encuentra en producciones como la realizada por el colectivo Playing For A Change (La Tierra del olvido), una cúspide de identidad y emoción, emparentada con el trabajo de fusión de grupos como Bomba Estéreo, Systema Solar o Sidestepper. Como vemos, se trata de una tierra fértil en folclore, rock, fusiones modernas, una tierra sumamente rica en lo musical.
Sin embargo, hoy vale la pena detenerse especialmente en el trabajo del cantante salsero Yuri Buenaventura, que realizó para la banda sonora de la popular serie El Patrón del mal, sobre la vida y muerte del jefe máximo del cartel de Medellín, Pablo Escobar. Con una propuesta que funde el sabor de la salsa con la furia del rap, el tema principal de la serie, Última bala, refiere –de algún modo– al trabajo de la banda cubana Orishas (con quien colaboró antes Yuri), por esa fusión de hip hop y ritmos tropicales que hizo famoso al trío cubano de rap.
Pero Yuri le brinda un sello propio y colombiano al tema, con su voz especial y con versos potentes que narran con desgarro la violencia que sufrió Colombia en los 80, de la mano de carteles que se disputaban los territorios del país, un fuego cruzado que incluía también al gobierno, la policía, el ejército, los paramilitares y la guerrilla, Colombia era entonces un país en guerra consigo mismo.
La serie El Patrón del mal le permitió al resto del continente y al mundo entero comprender el grado de violencia que se vivió en esos años en el país cafetero y ese mismo dolor se expresa también en la canción grabada por Yuri Buenaventura. Por lo mismo no es casual que Andrés Parra (actor que encarnó a Pablo Escobar en la serie), frente a la violencia que se ha vuelto a desatar en Colombia, esta vez policial, haya hablado en redes sociales de esta triste contingencia. “Los colombianos tenemos que depurar ese chip de la muerte que nos introdujeron”, dijo Andrés, agregando que “pertenezco a una generación a la que le enseñaron que matar estaba bien, a la que le metieron en lo más profundo de su genética el pensamiento mafioso, narco, paramilitar, guerrillero. Un país en el que nos acostumbramos a matar porque sí y porque no: ‘Si a mí alguien me cierra en el carro con toda la intención, hijoeputa, yo lo mato’”. “Y no, no es normal”, dijo Andrés con fuerza, condenando esa cultura violenta que hoy se vuelto a liberar con furia en las calles de Colombia, esta vez de la mano de una policía que dispara contra manifestantes desde el aire con plena impunidad.
Por lo mismo, en estas horas tan amargas y difíciles, vuelven sin duda los sentidos versos de Yuri Buenaventura, resignificados en el presente. Versos, que según el sitio Delirio Random, “engloban perfectamente el sentir de esa época de los 80, de lo mucho que se sufrió con el narcoterrorismo, y la esperanza que se asoma en Colombia, un pueblo sufrido pero que no pierde la alegría ni la fe”, y no puedo sino concordar, es un sentimiento de consternación que hoy es común en toda la región. “Se mata la gente, pero no las almas. Mi patria no cae: tropieza o resbala. Se pone de pie, se limpia la cara”, rezan los versos, más vigentes que nunca. Ojalá que estas sean las últimas balas. Fuerza, Colombia».
MIXAR LÓPEZ (México)
La pipa de la paz, de Aterciopelados
Pobre Colombia
irredenta, desnuda, fría y hambrienta
y a diario tan descontenta
con la crisis turbulenta
pero el bien germina ya
¡germina ya!
Colombia conexión – Aterciopelados
«Un 12 de marzo de 1996, en el municipio de Chalán, Departamento de Sucre, las FARC-EP inician un ataque contra la estación de la Policía Nacional de Colombia, con la detonación de una bomba atada al lomo de un burro (Donkey-Bomb). Cuatro agentes de la policía fueron ejecutados después de rendirse. Pero no sólo habría una detonación, en Bogotá, influenciados por este entorno sociopolítico, la banda de rock alternativo Aterciopelados, de la cantante y ceramista Andrea Echeverri Arias y el compositor Héctor Vicente Buitrago (ex–La Pestilencia), lanzaba su tercer álbum de estudio La pipa de la paz –el último que se distribuiría en vinilo–, producido en Londres.
En ese momento y gracias a la apertura de MTV Latina en 1993, la banda disfrutaba de una exposición mediática sin precedentes, así que aprovecharon el contexto con hedor a guerrilla para lanzar este decreto de conciliación, poniendo a Phil Manzanera (Roxy Music) como productor y a Enrique Bunbury como invitado de lujo.
Este álbum seguía la línea hard rock de El dorado (1995), pero en las líricas había un mayor involucramiento por el reflejo de la situación de las FARC, así como el rol de Andrea Echeverri como ícono no convencional de la mujer latinoamericana –prácticamente les dio una lección de humildad a las rockeras de nuestro continente.
La pipa de la paz supuso su primera nominación al Grammy y le llevó a extensas giras por Estados Unidos, Latinoamérica y Europa. En este trabajo destacan temas importantes como Cosita seria (“No tengo pelos en la lengua / ya superé el qué dirán”), Baracunatana (“Anoche te vi / había otro que te chequeaba”), No necesito (“No necesito su aprobación / que me censuren tiene su bemol”) y Te juro que no (“Estoy seca tengo algo / en la garganta atorado / será cargo de conciencia / estoy llena de morados”), ésta última a dueto con el entonces líder de Héroes del Silencio.
Aterciopelados se convierte en la primera banda colombiana a ser nominada al “mayor galardón de la música mundial” –sea lo que sea que esto signifique–, y realiza giras por Brasil al lado de Café Tacuba, de la mano de su padrino el canal de vídeos musicales MTVLA. El disco logra vender cerca de 700.000 copias en América y Europa, y se convierte con esto –y su fondo y sombra– en un clásico del rock, removiendo la semilla del cambio de conciencia.
La pipa de la paz se mantiene como un disco inclasificable hasta la fecha dentro de su discografía; el penúltimo zarpazo de la banda antes de terminar el Siglo XX, así que debía ser un disco de pre-transición, un eslabón más en esa evolución sonora que el grupo siempre ha mantenido como bandera, para lograrlo se alejaron de la pestilencia punk, aferrándose a las melodías más pop que jamás les habíamos escuchado –esto, con la intención de que el mensaje llegara más lejos. Un tesoro perdido en el tiempo que rescatamos como un viaje en canoa por las aguas del Amazonas, a las profundidades del Putumayo, en el corazón de la selva, donde un Taita fuma la pipa de la paz».
La Red de Periodistas Musicales en Iberoamérica (REDPEM.IB) tiene como objetivo conectar a los periodistas especializados en música iberoamericana para intercambiar información, generar contenidos, trabajar en conjunto con otras redes (de productores, promotores, agentes de prensa y festivales), facilitar contactos y compartir miradas sobre la profesión y, fundamentalmente, sobre el tema que apasiona a todos, la música.
Fundada en 2015, REDPEM agrupa hasta la fecha a profesionales de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Brasil, Venezuela, México, Estados Unidos y España y ha participado en distintos mercados y ferias musicales de América Latina (Circulart de Medellín, Colombia; FIMPro de Guadalajara, México y el Festival Jazz Ecuador) realizando talleres, debates y conferencias. Más información aquí.