Aquí la tercera y última entrega sobre lo más destacado de 2021 en la música de Latinoamérica y España según los periodistas de la Red de Periodistas Musicales de Iberoamérica (REDPEM). Al final se incluye el conteo definitivo con los discos más mencionados por los miembros de la red.
JAIME MONSALVE (Colombia)
Paz en la Tierra, de Meridian Brothers y Conjunto Media Luna
Eblis Álvarez ha dicho acerca de su más reciente disco que «casi puede llamarse arqueológico». Si se le compara con otras producciones lanzadas desde 2005 por el guitarrista y compositor, dechado de la vanguardia bogotana y responsable de muchos de los instantes más memorables y desmesurados de la más reciente discografía colombiana, definitivamente se trata de la producción con el sonido más cerradamente cumbiambero y vallenatero de cuanta han lanzado, acaso entre otras por la incorporación temporal al proyecto del Conjunto Media Luna, novísima agrupación tropical al comando del virtuoso del acordeón Iván Medellín.
La aventura al alimón que nos plantea esta nueva producción surgió luego de que Álvarez y Medellín decidieran trabajar juntos en la música de un documental acerca de Diomedes Díaz (1957–2013), la figura más connotada y discutida del canto vallenato en Colombia, siempre en el imaginario nacional por cuenta de su interpretación aindiada y cerrera de los aires del género, tanto como por su vida misma, tan abultada en anécdotas como en prontuario delictivo.
A partir de ese personaje canónico aparecen las elucubraciones de un disco paródico, que rinde honores chuecos a referentes absolutos de esa música como Alejo Durán, Enrique Díaz, Máximo Jiménez y Juancho Polo Valencia, pleno de letras enrevesadas y un sonido a veces oscuro, a veces familiar, a veces novedoso, y que en todo caso resultan en una reunión de estilos que ejerce un irrefrenable impulso de bailar en el oyente, algo de lo que no podrían llegar a jactarse anteriores producciones de los Meridian.
De alguna manera, Álvarez recuerda aquí sus primeros escarceos con los géneros tropicales como parte del legendario Ensamble Polifónico Vallenato (1999), agrupación cuyas búsquedas causaron importante polémica en el seno de la Universidad Javeriana y en la que el entonces estudiante Eblis Álvarez y sus compañeros de alma mater Mario Galeano (Frente Cumbiero, Los Pirañas), María Angélica «Mange» Valencia (Asdrúbal, Meridian Brothers) y Juan Galeano (Diamante Eléctrico) entre otros, encontrarían vías alternas de comunicación sonora.
También interpela al Álvarez que hace diez años hizo parte de ese milagro intergeneracional y candeloso llamado Ondatrópica, y a aquel otro que ha rendido honores a la salsa en trabajos como Desesperanza (2012), al bambuco en órgano de Jaime Llano González en Los suicidas (2015) y al ritmo colombiano bailable por antonomasia en Cumbia Siglo XXI (2020). Sin duda no es el disco definitivo de un proyecto unipersonal que tantas veces nos ha dejado con la boca abierta, pero en este año que acaba de pasar, tan malditamente jodido para la mayoría de los mortales, fue un paliativo de risas y baile. Y eso ya le garantiza mi agradecimiento eterno.
• El madrileño, de C. Tangana
• La música andina colombiana de Terig Tucci, de Quinteto Leopoldo Federico
• Templo Komodo, de Briela Ojeda
• La exclusión, de Niño de Elche
• Los últimos buses de colores, de La Mambanegra
• Changüí: The Sound of Guantánamo, de varios artistas
• 16 rayos, de Orquesta Akokán
• Piazzolla 2021, de Louise Jallu
• Infame golpazo en Keroxen, de Los Pirañas
LILIANA GARCÍA (México)
Santa Cumbia, de Santa Fe Klan
Hasta hace un par de años los sonidos urbanos eran un tema marginado en México, que etiquetaba generalmente a personas «no privilegiadas». Hoy día, junto al regional mexicano tienen un gran alcance, dejando fuera los encasillamientos sociales.
Ángel Quezada, a.k.a. Santa Fe Klan, se ha convertido en un gran referente del rap y hip hop mexa; tanto, que a sus veintiún años ya ha topado pista con artistas internacionales como Snoop Dog y B-Real.
En una nueva aventura, acompañado por Camilo Lara (Instituto Mexicano del Sonido), Toy Selectah (Control Machete) y El Dusty, Santa Fe le da salida a su obsesión por los clásicos colombianos con Santa Cumbia, que por si fuera poco, es el primer álbum bajo su sello 473 Music, después de su paso por los cuarteles de Trap Rap Records/Alzada Corp.
Con Santa Cumbia, Santa Fe, da un giro que lo aleja por completo del hip hop, entrega un concepto híbrido donde fusiona las influencias musicales con las que creció: cumbia, rimas y rap, sin dejar de contarnos su experiencias y vivencias a lo largo de 9 temas, en los que resuena el ballenato y la cumbia rebajada. De este álbum de desprenden Vuelve y María, canciones que tuvieron sus respectivos visuales y que colocaron a Santa Fe en el radar de los veinte artistas más vistos a nivel global.
Santa Cumbia es mucho más que un capítulo adicional en la carrera de Ángel, es un disco profundo que muestra su parte más personal y sensible. Un disco que lo reinventó, tomando como inspiración sus raíces y las crónicas del barrio, además de posicionar en otro nivel su camino artístico. También echa por la borda los viejos tabúes que traducen el movimiento urbano como un arte degradado y lo retoma como un estandarte de contracultura en México.
• El largo mañana, de Rufus T. Firefly
• Infinito, de Amanda Tovalin
• Frente al mar, de Girls Go Ska
• Live At Pandemic, de Dizz Brew
• Y qué, de ElArturo
• Más canciones crudas, de La Muchacha
• Nada volverá a ser igual, de El Purpurado de Charol
• W.E.F.A. Vol. 3, de Ray Coyote
• Lo que extrañas ya no existe, de Encarta 98
MAVI MARTÍNEZ (Paraguay)
Hilo rojo, de Sofía Barudi & Porlobajo
Nos pidieron elegir lo mejor del año y no puedo no poner mi corazón en mi propio país porque es hora de que el mundo entero conozca lo que se está gestando aquí.
En un 2021 sumamente intenso, diverso y sobre todo muy muy prolífico para Paraguay, destaco a una banda que presentó un álbum colaborativo con mucho arrojo y aplomo.
Se trata de Porlobajo, que en alianza con la cantante y compositora Sofía Barudi han lanzado el disco Hilo rojo, compuesto por nueve canciones que hallan puerto seguro en diferentes islas sonoras. Chacarera, soul, dream pop, indie rock y más son el vehículo con el que estos artistas nos llevan de paseo a tocar también temas profundos como el amor tóxico, cortar con viejas narrativas e incluso el camino de autoconocimiento.
Encontrar una homogeneidad dentro de una mezcla de estilos a veces puede no resultar, pero Porlobajo –integrada por Aldo Benítez (productor, compositor, vocalista, multiinstrumentista y mánager), Guillermo Campos Cervera (baterista y percusionista), Abril Casco (vocalista y bajista), Humberto Centurión (guitarrista principal) y Ara Franco (tecladista)– y Sofía Barudi han tomado el riesgo y han salido victoriosos.
El disco abre con Dreamin’ Up Inside y Burning Fields, dos temas de una hermosa factura dream pop. Desde el vamos entendemos por qué la banda ha escogido como conductora de este barco a la voz de Sofía, que guía con claridad entre el manso y pulcro sonido que consigue el grupo.
Luego nos sumimos en un estado de hipnosis con la magnética chacarera Hilo rojo, mecidos en la dulce pero poderosa voz de Sofía, quien sabe tener el control de un gran caudal vocal.
En clave de una hermosa polquita paraguaya podemos sentir la brisa del viento en El momento. Los coros armoniosos y exactos ya nos anticipan lo que estos chicos son capaces de hacer para luego explotar en el gospel Complicarme, canción dueña de un coro glorioso que la hace una de las grandes joyas del disco y de la música paraguaya.
La sensual y romántica Durmamos en el living nos invita a acurrucarnos en una cálida historia de amor. Una vez más los coros llenos de voces y armonías nos llenan los oídos de placer. Sonidos de grillos nos meten de lleno a la groovera Till’ it Kills The Cat para disfrutar la plasticidad de Barudi, dueña de una voz todoterreno.
Cerca del final entramos a un modo bossa nova con toques electrónicos con Bluebird, que nos abre las puertas de un final con sabor a comienzo para estos artistas que tienen el mundo por delante.
Poema Adole es el broche de oro. «Enfrentar cada peligro con su nueva novedad» expresan con seguridad, como afirmando algo que ya nos demostraron: no tienen miedo a indagar en cualquier género y tampoco a enfrentar temáticas que el ser humano viene planteándose desde el comienzo de los tiempos: quiénes somos, qué queremos y hacia dónde vamos. El Hilo rojo de Porlobajo y Sofía Barudi es lo que los conecta con su propia pasión e identidad: la música.
• Ormitar, de Lucero Sarambí
• Domar serpientes, de El Culto Casero
• Microfantasías II, de Trío Blue
• Sanarte, de Las Hijas de la Alquimia
• Encuentro, de Pedro Martínez Trío y Lizza Bogado
• El madrileño, de C. Tangana
• Lo que ayer callé, de Koino Yokan
• Libro abierto, de Benjamín Walker
• Desafío guerrero, de Luna Sujatovich
ENRIQUE BLANC (México)
Delta Estácio Blues, de Juçara Marcal
Que bien está escuchar a Juçara Marçal, a sus casi sesenta años y liberada de todo prejuicio, hacer un disco colmado de sorpresas que suena más venturoso y arriesgado que muchos que elaboran músicos con la mitad de su edad. Señal inequívoca de que la rebeldía y la desobediencia no son exclusivas de la juventud. Y es que, dónde iba a desembocar toda la creatividad y pasión que Juçara nos había mostrado en una carrera que ha ido en ascenso –no sé si en popularidad pero sí en logros–, luego de dejarnos sus estupendos álbumes como parte de Metá Metá, su colaboración con Cadu Tenorio, su primer álbum solista, el minimalista y obsesivo Encarnado; en otras palabras, los frutos de su complicidad con Kiko Dinucci.
A contracorriente de las ideas que marcaron Encarado en el que los recursos eran pocos, en este firme segundo paso hay una apertura total que da como resultado un álbum colorido, y estilísticamente diverso, plagado de sonidos novedosos. VI De Relance a Coroa, utiliza el sampleo de algo que parece un pelota de ping-pong yendo y viniendo como detonador de una instrumentación que combina guitarra (Dinucci, quien de nuevo produce), percusión y efectos electrónicos (Tenorio), la misma que soporta su convincente voz.
Crash posee aún más dinamismo: sus rimas y la contundencia salvaje con la que Juçara las anuda evocan a Chico Sciençe; su instrumentación es sofisticada, salpicada de sonidos extraídos de instrumentos de percusión y medios electrónicos; una canción descabella, «louca» –como dirían los brasileños–, al límite que lleva a su autora al paroxismo. Y la que da nombre al álbum, presenta el lado más melódico del canto de Marçal, pero la instrumentación es otra gimnasia de experimentación desaforada en la que todo cabe y todo puede suceder. Una prueba imbatible de que mucho hay en los extremos de la imaginación humana.
• Clamor, de Maria Arnal i Marcel Bagés
• Más canciones crudas, de La Muchacha
• OXEAXEEXU, de BaianaSystem
• Batea, de Bejuco
• Oscuro éxtasis, de Wos
• Agüeros, de Sonoras Mil
• Mujer de fuego, de Hispana
• Embruxo, de Baiuca
• Palabras urgentes, de Susana Baca
• Bonus inevitable: El madrileño, de C. Tangana
JOSÉ FAJARDO (España)
Real Child From The Block, de GhettoBoy
Mientras la recuperación de las tradiciones desde una óptica contemporánea se iba consolidando durante el año pasado como la tendencia más excitante de la música española en mucho tiempo, una generación más joven (la Z, los nacidos entre el cambio de siglo) ya comenzaba a mostrar hacia dónde iba el futuro. Tras décadas mirando ensimismados a lo anglosajón, y tras la explosión global de la música latina en español, al fin los jóvenes han comenzado a mezclarse de forma natural con los migrantes de segunda y tercera generación en España.
La música ha jugado un papel fundamental en esa integración. Chavales de las periferias de las grandes ciudades que viven en barrios deprimidos y bloques de protección social, quienes han crecido con la crisis y el «no futuro», han comenzado a grabar música que mira a Latinoamérica pero también al Magreb y hasta China. GhettoBoy es la consecuencia de todo eso. Este catalán de origen senegalés ha elegido el drill (un rap violento, repetitivo y oscuro) para mostrar cómo son estas vidas de los invisibles y soltar toda esa furia que lleva dentro. No hay más que escuchar canciones como Generaciones (junto al productor Enry-K) para sentir la fuerza de propuestas como la suya o las de Aiman Jr, Beny Jr y El Bobe. Es el punk de las calles que escucha la Generación Z.
• Ancestras, de Petrona Martínez
• Almas conectadas, de Nidia Góngora & Quantic
• Embruxo, de Baiuca
• La Contraçeña, de Califato ¾
• Pureza, de Queralt Lahoz
• KiCk ii, de Arca
• Clamor, de Maria Arnal i Marcel Bagés
• Palabras urgentes, de Susana Baca
• Isqun, de Renata Flores
LUCHO PACORA (Perú)
Todos los astronautas dicen que pasaron por la Luna, de Silvania
Océano Pacífico. Faro de Miraflores. Un rayo de luz gira y se proyecta hasta el infinito. Doce segundos de oscuridad. Al lado, un hombre. Un hombre alado se prepara para el despegue. 1,2,3,4. Lentamente sus pies se despegan del suelo. 1,2,3,4. Abre los brazos y planea alrededor de la torre luminosa. Esta noche hay estrellas. Cosa inusual en Lima. Ciudad gris. Cubierta por una perpetua niebla marina. Aliento oceánico que solo cesa algunos días de verano. El resto del año es todo tiniebla. El anuncio de un diluvio bíblico que nunca llega. Jamás llueve en el desierto de Lima. Bajo esta condición natural, lo único coherente es ser poeta, músico o suicida. 1,2,3,4. Nuestro hombre alado resplandece en la noche como un cristal luminoso. Ya va camino hacia la luna. Sonriendo y cantando una canción de Los Silverton’s.
A finales de los convulsos años 80, dos adolescentes peruanos emigraron a España huyendo del conflicto armado de su país pero también de la intolerancia, hostilidad e hipocresía de su ciudad. Jorge Revilla era gay, músico y estudiaba arte en la Universidad de San Marcos. Mario Mendoza era músico y poeta. Ambos se habían conocido dentro del círculo artístico de Lima que estaba intrínsecamente vinculado al movimiento contracultural que en Lima adoptó el nombre de «movida subterránea». Ésta pretendía ser una respuesta visceral al caos y horror que se vivía en el Perú de aquella época, con grupos terroristas y fuerzas del Estado aniquilando a todo lo que estuviera en medio. Musicalmente dicha movida estuvo compuesta principalmente por bandas de punk, hardcore y grindcore. De hecho, Mario llegó a ser ocasional bajista de Eutanasia, influyente acto de hardcore punk en Lima.
Con la lejanía aséptica que les proporcionó su viaje a España, ambos experimentaron un proceso evolutivo en el que dejaron caer las pieles de Jorge «El romántico» y Mario «Tifoidea» para renacer como Cocó Ciëlo y Mario Silvania. Bajo este influjo crearon un proyecto musical de shoegaze y psicodelia pop llamado Silvania que, a principios de los 90, editó su primer EP titulado Miel, nube, hiel (Experience Records) el cual llamó la atención de la prensa y de la disquera Elefant Records que inmediatamente los fichó para editar, en 1993, su LP En cielo de océano. A partir de allí, este dúo escalaría a niveles impensables para un proyecto de inmigrantes sudamericanos, llegando a posicionarse como protagonistas de la música de avanzada tanto en España como en su país natal. Sin embargo, una tragedia acabaría con el proyecto en 2008. Tras el fallecimiento de Cocó, Mario decidió volver a su país después de más de dos décadas.
A partir de allí, Mario experimentó un largo proceso de duelo. Deambuló entre las tinieblas de su marítima ciudad hasta reencontrarse con su majestuoso atardecer. En Lima, el sol se oculta en el océano creando surreales paisajes naturales. 1,2,3,4. ¿Cómo recomenzar algo que siempre fue de dos? «Donde todo termina / abre las alas» decía la inmensa poeta peruana Blanca Varela. Los amigos, la poesía, la música, los amores, fueron algunos de los elementos que motivaron a Mario a volver a los estudios de grabación y encender esa máquina de hacer sueños que siempre caracterizó a su música y a su figura. En 2020, durante el confinamiento por la pandemia, Mario lanza tres EPs que le sirvieron para volver a ejercitar sus músculos compositivos y rearmar su proyecto con jóvenes baluartes del sonido shoegaze y postpunk limeño que, gracias a la influencia de Silvania, creó una estela que va camino a convertirse en una tradición.
Finalmente, hacia finales de 2021, Mario publica el larga duración Todos los astronautas dicen que pasaron por la Luna, un álbum lisérgico que nos traslada a los confines del cosmos para desactivar la mente y encender la emoción. 10 temas que se van sucediendo como un poema que nos envuelve en melodías extáticas mientras escuchamos la voz de Mario como si nos hablara desde la plenitud del cielo. «Más allá del cielo gris / las avenidas son nubes» dice el hombre alado, aquel que encuentra tesoros donde otros solo ven desiertos. Si bien es notoria la ausencia de Cocó en las líneas vocales y melódicas, Mario logra reconstituir el sonido de Silvania/Ciëlo sin regodearse en la autocompasión ni mucho menos en la copia de sí mismo. Este álbum se presenta prístino y translúcido como el agua de los espejos. Por ejemplo, en uno de los temas se le escucha nombrar a sus figuras tutelares: «Los ángeles también oyen a Los Belkings, a OMD, a Spacemen 3 y al Psycho Candy de Jesus And Mary Chain / Los ángeles también se drogan».
Para componer este disco de retorno, Mario no solo se dormía viendo documentales sobre astronautas o extraterrestres sino que recuperó a sus viejos aliados musicales: su caja de ritmos analógica, su sintetizador Harmonic Synthesizer 1974, sus pedales de delay y reverb, entre otra maquinaria electro postpunk que ayudaron a dibujar los paisajes sonoros surrealistas que conformar esta entrega. Importante fue también el aporte de los músicos Silvana Tello, Oman Morí, Antonio Ballester y Andrés Perez, cuyas resonancias y ecos espaciales se escuchan a través de hipnóticos theremyn, teclados ambient y voces susurradas. «Así estemos a 700 mil millas del espacio, hoy quiero sentarme al lado del faro y recordar contigo la luna y las estrellas», escribe Mario en la contraportada del disco cuya única demanda es cerrar los ojos y abrir las alas.
PD: El disco solo se consigue a través de las redes sociales del artista (@silvaniaband en Instagram o Mario Silvania en Facebook).
• El fabuloso sonido de Andrés Vargas Pinedo, de Andrés Vargas
• Palabras urgentes, de Susana Baca
• Ceres entrópicos, de Hit La Rosa
• Ancestros, de Valicha Evans
• Axuxa, de QOQEQA
• Viaje tropical, de Mauricio Mesones
• Personalidad 7, de Jaze
• Fireflies, de Pounda
• Alrededor de la Húmisha: La música de los conjuntos típicos amazónicos de Perú, de varios artistas
Los 10 más mencionados por REDPEM en las tres entregas
• El madrileño, de C.Tangana (España) (10 menciones)
• Meu coco, de Caetano Veloso (Brasil) (5)
• Clamor, de Maria Arnal i Marcel Bagés (España) (5)
• Palabras urgentes, de Susana Baca (Perú) (5)
• Paz en la Tierra de Meridian Brothers y Conjunto Media Luna (Colombia) (5)
• Embruxo, de Baiuca (España) (5)
• Siervo, de Palo Pandolfo (Argentina) (4)
• Ancestras, de Petrona Martínez (Colombia) (4)
• Templo Komodo, de Briela Ojeda (Colombia) (4)
• El alimento, de Cimafunk (Cuba) (4)
La Red de Periodistas Musicales en Iberoamérica (REDPEM.IB) tiene como objetivo conectar a los periodistas especializados en música iberoamericana para intercambiar información, generar contenidos, trabajar en conjunto con otras redes (de productores, promotores, agentes de prensa y festivales), facilitar contactos y compartir miradas sobre la profesión y, fundamentalmente, sobre el tema que apasiona a todos, la música.
Fundada en 2015, REDPEM agrupa hasta la fecha a profesionales de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Brasil, Venezuela, México, Estados Unidos y España y ha participado en distintos mercados y ferias musicales de América Latina (Circulart de Medellín, Colombia; FIMPro de Guadalajara, México y el Festival Jazz Ecuador) realizando talleres, debates y conferencias.