El trío Çantamarta presenta un nuevo single, Cadenón, una telaraña seductora, pegajosa, como una pista de baile después de unas horas de dura nocturnidad.
Podemos hablar de la rítmica de Çantamarta pero nos quedaríamos sin botones que pulsar en la cajita que conectamos a la electricidad. Necesitaremos más corazón y menos electricidad, al final todo es pulmón, abundancia y un salto cualitativo entre lo ordinario y la belleza. Contenidos y continente, imagina el doble sur, peninsular y continental. Latin All Stars y rumba de barrio chino.
Primero un pie delante y el otro detrás, unas palmas y un piano, un fraseo con libro de instrucciones. Colombovenezolano y dos andaluces, o sea que podemos jugar a los amigos invisibles o a los delincuentes, todo bajo el auspicio del padre Santamaría, Mongo del boogaloo.
Así llega este nuevo single, Cadenón, una telaraña seductora, pegajosa, como una pista de baile después de unas horas de dura nocturnidad. Efectivo como si hubiera un hueco para el jazz, moderno en la parte del house cálido y la Fania, la Fania, que nos ha dado tanto en la riqueza instrumental. Las músicas no son del mundo, vienen de todas partes y en cualquier lugar el baile puede ser diversión pero también pensamiento voluble y previsión para el futuro.
Como un puzle de géneros, una mixtura sabrosa, Çantamarta guía a sus oyentes y bailantes hacia la abundancia del placer y la alegría, aunque sea durante los menos de ciento cuarenta segundos que dura canción y videoclip, una maravilla dirigida por La Cinématheque y Wundabar y que nos muestra un mundo excesivo y promiscuo, de veleidades lustrosas. Hay algo de instrumental hipnótico entre los surcos de las canciones de la banda, un combo que zurce con habilidad los distintos retazos estilísticos de su producción.