Queidem, el talentoso músico valenciano residente en Madrid, publica Elegía, cuarto adelanto de lo que será su primer álbum, editado por Raso Estudio.
Con cada nuevo paso que da Queidem, aparecen distintas formas de violentar las pautas de actuación para con la emoción a flor de piel. Digamos que, tal como vuelve a demostrar en Elegía, este joven valenciano afincado en Madrid sigue viajando sobre los renglones torcidos abocados a preservar la magia del misterio del arte. No en vano, este cuarto adelanto de su primer LP nos empuja a pensar en cómo es posible alcanzar tal grado de magnificencia.
¿Dónde se encuentra el secreto que muestra las enzimas creativas en semejante estado de efervescencia? Quizá no haya una respuesta clara a esta ni x que despejar, y mejor así. Las verdades bajo llave son las luces en la oscuridad que guían a Queidem, mientras sigue en busca de la luz. De su luz. En este caso, por medio de una canción hecha de cristales rotos, ritmos quebrados y toda clase de reflejos hechos añicos por el camino.
De esta aparente desestructuración, emerge un sonidero de voces entrecortadas, donde la sensación de irrealidad se hace patente en una canción que reivindica la ruptura de los cánones establecidos como la única forma de llegar a la orilla del alma. Quien nos guía en esta penumbra es un Queidem apóstol de la emoción en carne viva, como un James Blake primerizo buscando los puentes que convergen con Perfume Genius. En definitiva, un nuevo destello de genio que nos recuerda el porqué de las esperanzas depositadas en tan inspirado gurú de la melodía.
