Caer en la desgana es dormirse en la bañera y mojar el periódico. Loar a la desgana es mirar a cámara con fondos blancos y negros en alternancia, mientras una mano de tinta negra escribe repetitivamente desgana y otras frases alusivas a tal estado sobre una pizarra nívea. Desgana es desandar, proyectar una sombra chinesca «a là Hitchcock» y que el perfil se asemeje al de un espantapájaros enjuto, en la antonimia cognitiva del personaje del Mago de Oz. Rafa Berrio sí tiene cerebro, y lo pone a pleno rendimiento para explicar precisamente los beneficios de frenarlo y dejarse llevar. Porque pasarse de rosca a conciencia y poner el piloto automático en la vida es señal de sabiduría, como lo es proclamar la virtud de la desgana… y rimar desgana en consonante sin sonar forzado: por ejemplo, cambiando la palabra fuente por una elegante fontana. El donostiarra Rafa Berrio, que comparte al menos un guisante de Mendel con Antonio Gades, sabe tocar las entrañas sin pasar por el corazón, y este videoclip blanquinegro e intimista, dirigido por Thomas Canet, refleja perfectamente su capacidad para emocionar, tanto en la forma como en el fondo de lo que cuenta.