El artista gaditano (que acaba de sacar una novela, por cierto) explora en este segundo videoclip de Pequeños trastornos sin importancia sus sentimientos acerca de mil y un humanos categorizados en cascada, a lo largo de un mantra de casi cuatro minutos en el que juega con las diferentes perspectivas de una pareja abrazada y el impactante entorno de la isla canaria de Lanzarote. Julio (que firma la realización del audiovisual junto a Marina Guilarte) es el sociópata que se declara a una chica con trastorno dependiente: Anni B. Sweet pone la voz. El planteamiento parecía demandar visiones repetitivas que, al mismo tiempo, mostraran una evolución (el mantra larguísimo que va enganchando las horas) y jugaran con ese hipnotismo desasosegante qué tan bien practica el autor de Maldiciones comunes. El último minuto, a contraluz, coloca todo lo descolocado, por si quedaba alguna duda acerca del triunfo del bien cuando parece que ha ganado el mal.