En Mallorca hay algo más que guiris, pijos y tenistas extraordinarios. Está La Puta Opepé, en una cruzada permanente por salvar al mundo de la tontería y los cosméticos.
Mucho turista extranjero hay en Mallorca. De hecho, hay cantidad de zonas en las que se habla más inglés o alemán que castellano, señalizaciones incluidas. También es campo abonado del pijerío niño fresa, las cosas como son. Por suerte, hay macarras con clase para contrarrestar el asunto: es el caso de La Puta Opepé. Fraseando, que es gerundio atacan esta vez a un ser en franco desuso como el metrosexual. El tema es una oda bufa a la depilación, el maqueo (dícese de salir con todos los detalles cubiertos, incluyendo la eliminación de cualquier atisbo de entrecejo) y los colores perfectamente combinados. Todo ello sobre una base sonora de roller disco, que hubieran firmado gustosos Los Amigos Invisibles o cualquier banda de eurodance italiano en los ochenta. El metrosexual recibe su castigo en forma de secuestro, azotes y, sobre todo, ridiculización de su modus vivendi. Los justicieros hacen el resto, en pro de la vida sana, el look casta y los peinados desiguales.