El cuarto LP de los gallegos tiene en sus entrañas este gélido corte de paso hiperlento, que llevan al audiovisual en una aproximación coherente con el tempo y la temática de la canción: hipnótica y decadente.
Cuando llamas a un disco El conjunto vacío y le calzas delante un numérico Ø4 puede trasmitirse varios mensajes: ironía (seguimos sin buscar significado a las cosas, solamente las exponemos), reto (he aquí un lienzo, amable escuchante: píntalo con nosotros) o pragmatismo (nos gustaba ese título, y queremos recordarte que este es nuestro cuarto álbum). Sea cual fuere la naturaleza del escorzo, está claro que a la banda gallega le sigue importando la adecuación de la estética a sus experimentaciones sonoras. En este trabajo, eligen el blanco níveo para generar una atmósfera decadente, de tintes rococós, y juegan con los bizarros personajes de negro para ejecutar ese contrapunto tan resultón que viene siendo el blanquinegro desde el principio de los tiempos. Personajes de polichinela que se contemplan e interaccionan con objetos que les definen visualmente, como el blanquísimo juego de té o sus propias indumentarias, frente a la duplicación de imágenes en dos y tres dimensiones que acaece entre los oscuros. Durante el juego de contrastes, la canción se despereza. Amanece, que no es poco.