Digamos que los muchachos han solidificado una alianza artística. Afirmemos que el invento tiene fácil traslación a la imagen. Recordemos entonce de quienes estamos hablando, y apostemos por un tránsito bizarro. Habemus video.
Suena peligroso. Sobre todo con el fraseo de Carlos Ann (bienhallado, vate) y el interludio rapero de Kool A.D. En las máquinas, literalmente, están Camilo Lara (Instituto Mexicano del Sonido) y Toy Selectah. Este segundo corte del proyecto Compass (decenas de artistas emblemáticos de rítmica diversa, desde Boy George a Toots & The Maytals o Crystal Fighters) se ilustra con un juego chocante: dos viejitos en ropa formal dentro de un museo, chuleados por muchachonas de cuerpo cimbreante en un juego a cuatro que tiene muy poco de inocente: las ilustraciones de Camilo y Toy son testigos mudos del pasaje. La canción no se recrea en líricas complejas: va directa a la diana y pone el acento en los compases reflexivos que llena la cumbia. Cada protagonista cumple su papel: el místico en dejación de sus funciones, el amigo gringo que gusta de calzar dólares en las caderas ajenas, la chica que enciende la llama y la amiga que le sigue el juego con una sonrisa pícara. Una danza ritual que enfrenta a los protagonistas con su destino: el hedonismo, por encima de todas las cosas, a sabiendas siempre de que la lógica no tiene sitio en este cotejo.