Una fiesta es una fiesta, aunque los asistentes ya no estén vivos. Si la banda es buena, la cosa funciona. Alexis Morante ha puesto en sazón a La Santa Cecilia, con una visión demoledora de lo festiva que puede ser la muerte si se mira desde una óptica transversal.
Los Ángeles tiene algo de paraíso, y también de camposanto. Es sus puestas de sol se maximiza el concepto del ocaso, extrapolado a todos aquellos que fueron allá a perseguir un sueño que se desvaneció. Para tanta melancolía, la mejor medicina es un poco de fiesta, aunque sea de zombies. La Santa Cecilia lo sabe: por ello se puso en las manos del gaditano Alexis Morante, de 700g Films (autor de los últimos diez videoclips de Bunbury, amén de un mediometraje y un largo documental sobre el artista aragonés) para darle color y sazón a este Calaverita que anticipa el nuevo álbum de la banda, y que constituye una auténtica celebración del culto mexicano a los muertos, con frases tan sembradas como ese «yo no le temo a la muerte, porque ella es parte mía, nació conmigo y conmigo se irá algún día». La voz de la Marisoul es capaz de telegrafiar sin esfuerzo todas las emociones a cada corazón, y Morante (que se luce en el resalto de la iconografía, muertitos y puente seco de Los Ángeles Incluido, además de brillar en el tratamiento de las tomas del ataúd) incide en su carácter pivotal, con decenas de planos y contraplanos que muestran los efectos de sus versos en la que podía haber sido una audiencia muy lúgubre. Un toque de humor con el control de acceso al cementerio (el gringo no puede hacer valer sus dólares) y la exaltación del componente popular de la propuesta redondean el party, pura cumbia y gozadera, un fiestón chido de verdad.